La clase empresarial a través de sus anuncios ha impuesto la consigna “Puerto Rico se Levanta” como respuesta a la crisis que se ha profundizado en el país con el azote del huracán María. La consigna, como era de esperarse de la clase dominante, es una hueca, sin contenido alguno, ni definición de cuál es el Puerto Rico que debemos levantar. ¿O es que lo único que vamos a levantar son las casas o techos destruidos por el huracán? ¿O los puentes y carreteras?.
La pregunta que nos debemos hacer es que Puerto Rico queremos levantar. Solo así podemos unirnos como pueblo y darle contenido a un trabajo de futuro. Ese proyecto de futuro no está en la mente de la clase empresarial, beneficiaria del Puerto Rico que hemos tenido.
¿Qué Puerto Rico queremos levantar?
Definitivamente para nada queremos levantar el Puerto Rico que hemos vivido hasta ahora. La gran mayoría de nuestro pueblo rechaza:
1) El Puerto Rico colonial gobernado por una Junta impuesta por el Congreso.
2) El Puerto Rico donde la mitad de la población vive en la pobreza y la miseria y depende de los cupones de alimento para su sustento.
3) El Puerto Rico de decenas de miles de desempleados donde trabaja menos de la mitad de la fuerza obrera.
4) El Puerto Rico que expulsa de su tierra a miles de compatriotas.
5) El Puerto Rico de una enorme injusticia en la distribución de la riqueza donde el 20% mas rico obtiene el 60% de los ingresos que produce el país y el 20% mas pobre solo recibe el 1.7%.
6) El Puerto Rico donde el capital extranjero se lleva anualmente del país $35,000 millones libre de impuestos.
7) El Puerto Rico donde el sistema de salud es un desastre, controlado por unas aseguradoras que atentan contra la salud del pueblo negando cubierta a tratamientos y medicinas para acumular ganancias millonarias.
8) El Puerto Rico donde 6.000 mil familias son lanzadas anualmente de sus hogares por los bancos cuando no pueden pagar sus hipotecas.
9) El Puerto Rico de la clase política corrupta y traidora que ha administrado el país durante las últimas décadas y que nos ha llevado al colapso.
Ese Puerto Rico no es el que quiere y necesita nuestra gente.
Por eso hay que estar alerta para distinguir entre izar la bandera para afirmar y defender los intereses nacionales y el uso de la bandera para promover un patriotismo falso bajo el cual se protejan unos intereses económicos. No hay que ser un genio para saber que cuando Walgreens coloca en la entrada de sus farmacias una gran bandera puertorriqueña es porque beneficia los intereses comerciales de esa empresa norteamericana, no del país.
El capital extranjero y el de aquí no tienen vergüenza alguna de presentarse con los símbolos nacionales nuestros si ello es bueno para sus estados financieros. Como nos dijera hace tiempo el viejo Marx, “el capital no tiene patria”, por lo que debemos estar alerta para no ser víctimas de sus manipulaciones propagandistas. Especialmente, en momentos de desesperanza como los que vive el pueblo puertorriqueño.
Puerto Rico se levanta cuando los puertorriqueños y las puertorriqueñas logremos acumular una fuerza política honesta y comprometida con los intereses de la gran mayoría de los puertorriqueños. Cuándo termine la injerencia extranjera y podamos recobrar nuestras libertades para actuar y decidir el presente y futuro de la nación puertorriqueña.
Cualquier proyecto de “levantar” a Puerto Rico que no incluya como su primera prioridad el rescate de la soberanía y la terminación del coloniaje está destinado al fracaso y a repetir el Puerto Rico que rechazamos.
Levantar a Puerto Rico tiene que ser además de un proyecto descolonizador un proyecto de justicia social dirigido a sacar de la pobreza a la mitad de nuestra gente.
Estemos alerta a la publicidad y consignas del capital empresarial en su llamado a la unidad para levantar a Puerto Rico. Con sus campañas pretenden proyectar que todos somos una gran familia con intereses comunes y por lo tanto todos compartimos los problemas del país. Con ese discurso falso persiguen presentarse como defensores del país y del pueblo y apagar la voluntad de lucha de los de abajo.