Que se sepa toda la verdad sobre las muertes de Chagui y Carlos

Hace unos días, las congresistas por Nueva York, Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio Cortés- ambas boricuas- enviaron una carta a los nuevos jefes de la Agencia Central de Inteligencia ( CIA) y el Negociado Federal de Investigaciones ( FBI) de Estados Unidos, solicitando la desclasificación total de los documentos relativos a los asesinatos políticos de Santiago Mari Pesquera y Carlos Muñiz Varela, ocurridos en Puerto Rico en los años 1976 y 1979, respectivamente.

Por cerca de 50 años estos dos asesinatos, crueles y sangrientos, han permanecido sin esclarecer, y sus detalles ocultos de las familias de las víctimas, el pueblo puertorriqueño y la opinión pública estadounidense.

Según las congresistas ya es tiempo de que las agencias concernidas sean transparentes sobre lo ocurrido en estos casos. A la petición oficial de Velázquez y Ocasio se ha unido el Senado de Puerto Rico, en resolución adoptada por iniciativa de su presidente actual Thomas Rivera Schatz.

Mari Pesquera de 23 años, hijo mayor del Secretario General del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), Juan Mari Brás, y Muñiz Varela, joven cubano-boricua y activista de la reunificación de las familias cubanas dentro y fuera de Cuba, fueron víctimas de un contexto político violento, dentro de la Guerra Fría que dividía al mundo en dos polos enemigos e irreconciliables. La década de los años 70 en Puerto Rico se recuerda como la de mayor violencia y represión contra el independentismo puertorriqueño y demás fuerzas de izquierda en la segunda mitad del siglo veinte. Igualmente estaba en carne viva la división de las familias cubanas, principalmente por las acciones de terror de un sector derechista del exilio cubano que pretendía- con el apoyo de la CIA y el FBI- derrocar por la violencia al Gobierno Revolucionario de Cuba y  su líder Fidel Castro, y así detener su creciente  influencia en el resto del Caribe, América Latina y otras partes del mundo. Por otro lado, apenas un año antes, en 1975, había concluido la Guerra de Vietnam con una derrota aplastante y humillante para las Fuerzas Armadas y el Gobierno de Estados Unidos, y.como fiera herida, el imperialismo estadounidense buscaba resarcirse del lastre de dicha derrota.

Santiago Mari Pesquera fue asesinado en su vehículo de un tiro de contacto en la sien, y Carlos Muñiz Varela fue emboscado mientras se dirigía a la casa de su mamá y ultimado a balazos en plena vía de rodaje. Ambos fueron actos de violencia descarnada, viciosos y vengativos, con todas las características de los crímenes de encargo con el propósito de golpear el espíritu, causar pánico, enviar una advertencia o dar un escarmiento.

Era un momento de alta militancia política en la izquierda en Puerto Rico. Había efervescencia social, sindical, estudiantil y comunitaria. Los luchadores de la independencia abrían nuevos frentes de lucha y el PSP se había inscrito como partido electoral y Juan Mari Brás era su candidato a gobernador en las elecciones de 1976. El vil asesinato de su hijo fue concebido como un golpe de gracia al espíritu del aguerrido líder del PSP, que no obstante, nunca lo desvió de su lucha.

Por otro lado, y en respuesta a la militancia de distintos frentes del  pueblo puertorriqueño,  las agencias represivas de Estados Unidos habían reforzado sus acciones de vigilancia y control. La CIA tenía en Puerto Rico una unidad especial, integrada por cubanos exiliados, entrenados y armados por ellos y puertorriqueños anexionistas y derechistas, que ejecutaban acciones terroristas, como la bomba colocada en Mayaguez, y que detonó durante un mítin del PSP el 11 de enero de 1975, dejando dos muertos y diez heridos. El FBI, como siempre, estaba a la caza de independentistas a quienes consideraba sus enemigos, y contra los cuales conducía sus operativos con total impunidad. Mientras, una poderosa banda criminal se había enquistado en la propia División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico, bajo el mando de un Teniente Coronel asesino llamado Alejo Maldonado y su Escuadrón de la Muerte conformado por una unidad élite de policías desalmados, informantes y encubiertos de la peor calaña. Todo esto, bajo la mirada indiferente y cómplice de los gobiernos coloniales  de turno de los partidos Popular Democrático ( PPD) y Nuevo Progresista (PNP).

En ese contexto se dieron los asesinatos de Chagui y Carlos, así como las múltiples acciones de terrorismo de estado que.convirtieron la década de los años 1970 en un hervidero de violencia política que costó muchas vidas inocentes. Por el asesinato de Santiago, se acusó a un enfermo mental que luego de un errático proceso judicial fue sacado de Puerto Rico sin que nunca se haya sabido nada más sobre su paradero. Los nombres de los autores intelectuales del crimen que usaron y armaron al que disparó siguen amparados por la sombra de la impunidad y de la cobertura de agencias como la CIA y el FBI. Del asesinato de Carlos se sabe más. Gracias a la labor investigativa  incansable de sus amigos Raúl Alzaga y Ricardo Fraga, ( ver entrevista con Alzaga en esta edición de CLARIDAD) y de otras personas, se ha logrado componer un cuadro que apunta a elementos del bajo mundo del exilio cubano, a terroristas cubanos amparados por la CIA y el FBI, así como integrantes del Escuadrón de la Muerte de Alejo Maldonado, como los autores intelectuales y materiales de la vil emboscada que le costó la vida. Un floristo cubano ya fallecido, Julio Labatut, fue señalado como la persona que se encargó de pagar $25, 000 a los asesinos de Carlos. Este es el mismo individuo que en el año 2006 recibió un homenaje de la Cámara de Representantes de Puerto Rico, por iniciativa de la entonces Representante y hoy Gobernadora, Jenniffer González Colón, del PNP.

Casi 50 años después de haber sido asesinados, Santiago Mari Pesquera, Carlos Muñiz Varela y sus familias esperan por recibir justicia. La nueva administración de Donald Trump ha prometido transparencia, por lo cual esperamos que las peticiones de las congresistas Velázquez y Ocasio y del Senado de Puerto Rico a los nuevos jefes de la CIA y el FBI, para la desclasificación de todos los documentos relacionados a estos casos, sean acogidas positivamente  y atendidas con prontitud. Nada más y nada menos tendría que ocurrir para que se conozca, de una vez por todas, toda la verdad tras estos hechos causantes de tanto dolor y sufrimiento.

 

Artículo anteriorGenocidios antinegro
Artículo siguienteComunidad universitaria rechaza intromisión político partidista en la selección del presidente