Especial para CLARIDAD
El día de las elecciones acudí con una amiga y mi sobrina nieta a la Escuela Osuna, unidad que le corresponde a la comunidad donde vivo. El caos comenzó al llegar al plantel, pero siguiendo el ejemplo de paciencia de las personas que hacían largas y enrevesadas filas debido a los estrechos pasillos, asumí la espera como parte del deber patriótico. Sentí admiración por numerosas mujeres que no encontraron con quién dejar a sus crías y andaban apertrechadas con meriendas, sillitas y alternativas para entretenerlas, mientras aguardaban. Pensé, indignada, que el proceso debe proveer para darles prioridad. También había personas de avanzada de edad, alguna con andadores y bastones, tratando de abrirse paso hasta sus colegios ubicados en el segundo piso, aunque se supone que haya uno de fácil acceso para votantes con diversidad funcional. Sin embargo, la gente se mantuvo en sus lugares y colaboró como pudo con quien necesitaba apoyo. Mucho tiene que mejorar el sistema eleccionario en Puerto Rico, no solo para evitar el control del partido mayoritario y las muchas irregularidades que se han denunciado para manipular las votaciones adelantadas y no presenciales el día de los comicios, sino también para atender aspectos logísticos que contribuyan a que el ejercicio del voto no se convierta en una traumática carrera de obstáculos. Superada la calurosa espera de casi cuatro horas y luego de completar las papeletas previamente ensayadas para asegurarme de cumplir con los acuerdos de la Alianza, correspondía esperar con mucha esperanza y susto en el corazón por los resultados.
El susto se convirtió en decepción y tristeza ante la ola azul que le dio el triunfo a la próxima gobernadora del país. Ninguna persona que respalde a Donald Trump-misógeno, hostigador sexual, convicto por múltiples delitos, racista y xenófobo, abusador verbal y de hechos en contra del pueblo puertorriqueño, debería gobernarnos. Existen múltiples otras razones para considerar inaceptable a Jenniffer González. Incluyen desde su ideología conservadora, su historial legislativo en la Cámara de Representantes en contra de la clase trabajadora y de los mejores intereses de nuestra Patria, el autobombo que se ha dado como comisionada residente hasta las contradicciones y desplantes que exhibió en la campaña por la gobernación. Pero, nunca mejor dicho el refrán de que al que no quiere caldo se le dan tres tazas; ahora tenemos a Trump otra vez en la presidencia de Estados Unidos y a su seguidora aquí, su lugar favorito para lanzar rollos de papel toalla.
Resulta aún peor el control de los cuerpos legislativos por el Partido Nuevo Progresista (PNP) con sus ya nombrados presidentes, Carlos (Johnny) Méndez en la Cámara y Thomas Rivera Schatz en el Senado. Están de vuelta a las andadas del abuso en los puestos que ocuparon en cuatrienios anteriores, pero en esta ocasión con la oportunidad de sembrar más de su gente en el Tribunal Supremo, en la Contraloría y en la decadente Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM). Mientras tanto, las organizaciones feministas y de servicios para las mujeres, las defensoras de los derechos humanos, la comunidad LGBTTQI+, las ambientalistas, no contaremos ya con la participación legislativa de Victoria Ciudadana (VC) en Cámara y Senado, a menos que el escrutinio general sostenga las candidaturas de los precintos 2 y 3 de San Juan y un escaño adicional para el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) en el precinto 4. Además del copo legislativo del PNP, de por sí conservador, continuarán en sus escaños las legisladoras del Proyecto Dignidad (PD). La senadora Joan Rodríguez Veve ya ha anunciado su cruzada antiaborto y ha retado a la delegación de mayoría a cumplir el compromiso de campaña que hicieron de propulsar el conservadurismo. Nos ofrece un poco de aliento saber que contaremos con las sabias aportaciones y las enérgicas voces de la Senadora María de Lourdes Santiago y del representante Denis Márquez, del PIP, en Senado y Cámara, respectivamente. Me alegra su reelección y la extraordinaria cantidad de votos que obtuvieron. Para asuntos relacionados con la equidad de género probablemente se pueda contar con la Senadora Ada Álvarez Conde, reconocida feminista, electa por acumulación por el PPD. Por pronunciamientos hechos anteriormente, sabemos que José Luis Dalmau (saliente presidente del Senado) y Luis Javier Hernández (actual alcalde de Villalba) son conservadores en asuntos de género y derechos humanos.
En el aspecto positivo del reciente evento electoral, están los resultados obtenidos por el candidato de la Alianza Juan Dalmau, cuyo liderato, credibilidad y campaña bien ejecutada convenció y le dio esperanza a tantas personas. Se creció, junto a su familia en los momentos tan difíciles de la enfermedad de su esposa, sin duda una mujer muy valiente y comprometida con la Patria. Alcanzar el segundo lugar en la contienda por la gobernación, desplazando al PPD, constituye una gran gesta que mantiene abierto el cofre de las alegrías. A esto se suma la cantidad de gente (30.85%) que seleccionó la independencia en la papeleta del mal llamado referéndum, el que no fue patrocinado por cuatro de los partidos. Solamente el PNP y “pacs” o grupos aliados hicieron campaña a favor de la estadidad. Además, entre el 16 % de votantes que, como yo, no votamos por ninguna opción y seguimos la directriz de la Alianza, debe haber también un considerable número de independentistas. Tampoco puede obviarse el 12.33 % que optó por la libre asociación. Aunque ello no tenga efecto vinculante alguno, es refrescante saber que el proceso de la Alianza incrementó el respaldo independentista.
Sin embargo, hay un resultado que me ha causado gran preocupación y también a muchas otras personas que adoptamos la Alianza como una alternativa al bipartidismo que nos impide avanzar hacia la descolonización, el desarrollo, la paz y la equidad. Se trata de la candidatura de la compañera Ana Irma Rivera Lassén para la Comisaría Residente en Washington. El 10 % obtenido por ella no alcanzó la proyección de las encuestas, que se acercaba al 15%. Sin embargo, el candidato del PIP, que se colocó para cumplir los requisitos de inscripción del partido, recibió 5.22 % de votos. Es evidente que votantes del PIP se distanciaron del acuerdo de la Alianza y no hicieron el cruce como correspondía. En el proceso de reflexión y evaluación que hagan junto a VC esto debe ser objeto de análisis franco, si queremos avanzar para acciones conjuntas futuras. Probablemente, hacía falta más educación a la base de la organización política sobre los acuerdos para establecer la Alianza y de que implementarlos al momento de ejercer el voto era parte de la disciplina de partido.
Sabemos que el candidato Dalmau recibió muchos votos de personas de otros partidos fuera de la Alianza que no respaldaron a Ana Irma. Existen fuertes cadenas de discrimen racial, de machismo y lesbofobia que, aunque no sean reconocidas por quienes las tienen, afectan sus opiniones, sus acciones. Ana Irma es una sobreviviente de todas esas desigualdades. Estoy muy orgullosa de su liderato y desempeño, siempre guiada por el compromiso con Puerto Rico, los derechos humanos y los sectores vulnerados.
Las personas que respaldamos la Alianza de País, la Nueva Patria, confiamos en que las organizaciones que la tejieron comiencen pronto a conversar a su interior y en conjunto sobre las ganancias y las pérdidas en el proceso, sobre las condiciones necesarias para trazarse un camino futuro para beneficio del País. Debe propiciarse el espacio para recoger la opinión y recomendaciones de todas las personas interesadas. Al mismo tiempo, sabemos que nos tocará estar mucho tiempo en el activismo, en las calles, defendiendo los derechos que con lucha y sacrificios hemos alcanzado. Para las mujeres la principal amenaza es a nuestros derechos sexuales y reproductivos estamos listas para reivindicar los derechos humanos del pueblo puertorriqueño en general. Con Trump en Estados Unidos y sus seguidores en Puerto Rico, esa es la responsabilidad que nos depara la historia.