Especial para En Rojo
Todas las religiones predican amor, compasión y misericordia. Sin embargo, muchas veces en la historia, las instituciones religiosas si hicieran instrumentos de fanatismo e intolerancia. Otros caminos espirituales, como el Budismo, fundamentados en la compasión universal y en la no violencia absoluta, en algunos momentos y lugares, han sido usados como pretexto para la intolerancia y persecuciones a disidentes. Infelizmente, en la historia, el Cristianismo ha sido la religión que más provocó guerras y persecuciones religiosas a otras tradiciones.
En Brasil, si bien la Constitución Brasileña defiende la libertad de culto para todas las tradiciones religiosas, aún existen programas radiofónicos y de televisión que predican la intolerancia contra algunas tradiciones como por ejemplo las religiones afrodescendientes. Casi cada día, una comunidad religiosa afrodescendiente o casa de oración de un pueblo originario es invadida y atacada por cristianos fundamentalistas.
En enero de 2000, en Rio de Janeiro, una sacerdotisa del Candomblé sufrió un infarto y falleció, al ver su templo invadido por personas de una Iglesia neopentecostal, objetos sagrados de culto destruidos y su nombre puesto en un periódico en una noticia falsa. Para que hechos como esos no se repitan, en 2007, el presidente de la República firmo un decreto que hace del 21 de enero de cada año, el “Día nacional contra la intolerancia religiosa”.
Para acabar con la intolerancia cultural y religiosa, no basta una ley o decreto. Es necesario cambiar interiormente el proceso de la fe. Muchas confesiones religiosas aún confunden la verdad con una forma cultural de expresar la verdad. Por eso absolutizan sus dogmas y tienden a cerrarse en un autoritarismo fundamentalista. Así justifican conflictos y guerras en nombre de Dios. En 1965, uno de los más bellos documentos del Concilio Vaticano II, la declaración Nostra Aetate, proclamaba el valor de las otras religiones e invitaba a los católicos a respetar la diversidad y al diálogo. También, el Consejo Mundial de Iglesias, que congrega más de 340 Iglesias evangélicas y ortodoxas, pidió a las Iglesias respeto y diálogo con todas las culturas y colaboración con otras tradiciones religiosas.
Actualmente, en el mundo, la diversidad religiosa es un hecho cultural que se impone en la humanidad, pero también una gracia divina y una bendición para todas las tradiciones. Así, ellas pueden enriquecerse recíprocamente. En estes tiempos en que la crisis ecológica pide soluciones urgentes y cambios fundamentales, las espiritualidades de los pueblos originarios y de las comunidades negras pueden ayudar mucho a rehacer una cultura de relación amorosa con la Madre Tierra, con el Agua y toda la naturaleza.
Todas las religiones están en camino y peregrinan en dirección a la verdad que es Dios. Para esta apertura pluralista y para el diálogo, vale lo que, en el siglo IV, San Agustín decía: “Dame alguien que ame y comprenderá lo que digo. Dame alguien que desee caminar por este desierto, que tenga sed y suspire por la fuente de la vida, muéstrame esa persona y ella me entenderá”.
El autor es monje benedictino y escritor.