En Rojo
Recuerdo ir por las calles de Varsovia junto a Abel Murcia (traductor de Szymborska, Różewicz, Lem, entre otros autores polacos), conversando sobre su trabajo, sobre editoriales y sobre cómo los libros siempre encuentran lectores. Entre otros nombres que todavía no son conocidos en lengua española, mencionó el de Urszula Kozioł. Cuando meses más tarde me quedé unos días en el último apartamento donde vivió Wisława Szymborska, el número 46 de la calle Piastowska, vi que contaba con dos dormitorios. Michał Rusinek, quien fue su secretario y actualmente es el presidente de la Fundación Szymborska, me explicó que un dormitorio era el de ella y el otro “por si Urszula pasaba y quería quedarse”. Szymborksa lo llamaba “la habitación de Urszula”.
Urszula Kozioł nació el 20 de junio de 1931, en Rakówka, cerca de Biłgoraj, en la región de Lublin, al este de Polonia. Dirigió varias revistas literarias y fue directora del Centro Cultural de Wrocław, ciudad en la que vive (conocida también por ser la ciudad donde vive la Nobel Olga Tokarczuk y donde vivió hasta su muerte uno de los poetas polacos más importantes del siglo XX, Tadeusz Różewicz). Debutó como poeta en 1954 y publicó su primer libro en 1957; el último, hasta ahora, en 2023. Sin embargo, a pesar de ser ampliamente reconocida en Polonia, para encontrar poemas suyos en nuestra lengua hay que buscar intensamente en internet, por blogs y alguna que otra publicación de revistas electrónicas. Ha obtenido numerosos premios literarios, además de recibir un doctorado honorario de la Universidad de Wrocław y ser Ciudadana Honoraria de la ciudad. El 6 de octubre de 2024 volvió a estar en los titulares de noticias y en las redes sociales al ganar, a sus 93 años, el premio Nike, uno de los más prestigiosos del país, con su libro Raptularz.
El título del libro, Raptularz, que al español podríamos traducir como Florilegio, o un Cuaderno de temas comunes, da cuenta de la propuesta poética de la autora. La crítica y la prensa ha señalado que se trata de un cuaderno de notas, colecciones de apuntes de diario que toman forma poética, en el cual aparecen no solo nuevos poemas, sino también fragmentos de textos publicados anteriormente. La nota final de la poeta propone leer el libro como una botella lanzada al mar, un intento de alcanzar a alguien:
Este es un tomo sobre el amor y la muerte.
Sobre la vejez.
Sobre la necesidad de hablar sola (de mí para mí), pero también
del amante imaginario. De ese, a quien no conozco, pero
intento alcanzarlo, con poemas en una botella. Esta es un habla
sobre compartir palabras y luchar con poemas.
En los poemas hay un tono de lamento por la despedida. Se podría afirmar, como ha expresado la crítica, que los poemas son una despedida de las personas, del mundo, pero también de ella misma. Ese tono elegiaco, en palabras sencillas, parece hablarnos de lo cercano, pero es también una reflexión sobre la vida y la muerte; sobre la vejez, como ella señala.
El cuerpo, lo tangible, es a la vez la mejor explicación para conceptos como el paso del tiempo: “No sé cuándo de mis manos / Desaparecieron las huellas digitales”, o el poema que se titula “Entre líneas”, indicando también el camino de lectura: “La línea del corazón y la línea de vida / en mi mano / se extrañan mutuamente”, para concluir enunciando que “entre ellas una gran NADA / echó raíces”. Es también el cuerpo una casa “donde nadie vive / casa de ventanas rotas / cubiertas con tablones”. En otro de los poemas la despedida es un abandono, quedar a la intemperie, en un lugar donde no hay nadie, o donde nadie puede escuchar porque ya no hay señal: “me desentendí de mí misma / me dejé / pero no se dónde”, para concluir con ese autoreconocimiento y decir(se) “no hay señal en este lugar”. Esa sensación, que se repite a lo largo del libro se muestra de manera evidente en el poema “Oscuridad”: “estoy muy lejos de mí misma / ya no soy yo”. En el lugar proximo a la muerte, la voz afirma: “Dejé de gustarme de mí misma”.
Sin embargo, ese reconocimiento es también un diálogo con la memoria y lo que guarda de los otros, o más bien una lucha, un intento o ejercicio a propósito de recordar “antes de que pierda la memoria / antes de que deje de ser”, como menciona otro de los poemas del libro. Que este pequeño texto disperso sirva como una pequeña habitación en Puerto Rico, como una pequeña presentación, que genere curiosidad y nos motive a buscarla a ella, poeta de la despedida:
A LOS OJOS DEL MUNDO
A medida que pasan los años
la tristeza crece dentro de mí
rápidamente
me retiro de los lugares
donde me vieron
contigo
por qué frente a los ojos del mundo
te fuiste
me abandonaste
apago las palabras
que una vez te envié
por qué todavía
frente a los ojos del mundo
quieres lastimarme
tan profundamente
prefiero no salir
de casa
porque si alguien preguntara
por ti
cómo podría decir
que no estás
y que conmigo
no hay nadie