Villas del Sol no existe para el alcalde de Toa Baja

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“Yo estoy bien, yo tengo mi vida y mi alma muy tranquila”.

El firme temple y hasta jovial con que se expresa Luz Irene Paca, junto a varias vecinas residentes de la comunidad Villas del Sol, en el sector Ingenio, en Toa Baja, contrasta con el ambiente que les rodea. Ninguna de las humildes viviendas de madera, excepto  unas cuantas de cemento, lograron retener su techo ante la furia del paso del huracán María. Planchas de zinc, pedazos de madera, muebles destrozados por la lluvia, perros y gallos por todos lados, hasta una vaca pastando en lo que parecía que antes era un patio, confirman la desolación que dejó el huracán.

La comunidad, que desde su origen es una sobreviviente por ser una de rescate, cuando hace unos años fue expulsada de unos terrenos aledaños, se siente y encuentra olvidada por las entidades del gobierno, a casi ya un mes del azote del terrible temporal María.

Luz Irene, quien perdió su casa, contó a CLARIDAD que solo han recibido una bolsita de comestibles a unos cuantos días después del huracán, pero, peor aún, es que la comunidad de Villas del Sol no aparece en la lista de comunidades de Toa Baja, que el alcalde Betito Márquez,   le entrego a FEMA, por lo que tampoco han podido solicitar ninguna ayuda de la citada agencia de Estados Unidos y “el alcalde no aparece por ningún sitio”, agregó.  La otra ayuda que han tenido, dijo, fue la del cónsul de la Republica Dominicana en Puerto Rico, quien visitó a la comunidad a los pocos días y entregó algunas provisiones de comida enlatada.

Entre un tono de dolor mezclado con indignación la joven expresó: “Quiero hacerle saber al pueblo de Puerto Rico que el alcalde de Toa Baja hizo una lista para FEMA y puso la comunidad de Ingenio, la comunidad de Villa Calma, la Comunidad 26, pueblo de Toa Baja y dejó Villas del Sol que quedó en el medio, no aparecimos en la lista por ningún lado y todos nosotros aquí… también se metió el agua, hubo casas que se metió seis pies de agua por la represa y todas estas casitas están toditas destruidas, ¿por qué él hizo eso y a nosotros no nos apuntó en la lista para nosotros poder ir a reclamar que por lo menos nos ayuden con nuestra casita”.

Según denunció, ante esta situación en el Municipio tampoco supieron dar ninguna solución.

La joven, quien vive con su esposo Oscar de Jesús y su hija de ocho años, (al lado vive su madre, Alida Paca de Jesús),  indicó que tanto ella como su madre son pacientes de diabetes y llevan casi tres semanas sin insulina. “Yo quiero mis medicamentos porque yo los necesito”,  casi imploró la sexagenaria y a su vez denunció sobre el alcalde: “tanto que venía hacer promesas al centro comunal”.

Tras el azote del huracán, de las 170 familias que había en la comunidad ahora apenas quedan 60, la mayoría son personas envejecientes, precisó Luz Irene.

Entre los pocos vecinos que se encontraban en sus casas nos topamos con Jesús Taveras, quien dijo ser uno de los líderes de la comunidad. Taveras contó que se fue a un refugio a pasar el huracán pero que regresó al otro día: “los refugios no tenían condiciones, entendimos que aquí estábamos mejor”, declaró, aunque haya perdido su techo.

“Aquí todo el mundo arrancó pal refugio”, intervino Antonio Castro, otro vecino, quien dijo que en su casa se refugiaron 16 familias. Su casa es una de las pocas de cemento que hay en la comunidad. Castro y Tavares coincidieron en comentar que la mayoría de los que viven en la comunidad, en referencia a los hombres, trabajan independiente de chiriperos, y ahora “estamos casi todos paralizados”. Castro y Tavares dijeron que no han visto a nadie de FEMA por la comunidad.

La mujer estaba exprimiendo ropa cuando nos vio pasar por el camino de tierra, frente a su casa nos dijo: “entren, entren, yo quiero que entren”, nos gritó con una sonrisa. La casa de María Figueroa, su esposo y dos hijos, un joven y una joven estudiante universitaria, es de cemento pero su techo era todo en plafón y por supuesto no resistió los vientos y la lluvia.

Figueroa, nos dijo que quería que entráramos a su casa para que confirmáramos las perdidas, porque desde afuera  “tú la ves lo más bien”, pero todavía está sacando agua de los cuartos, la mayoría de los muebles son pérdidas y denunció que hace dos semanas le dijeron que FEMA iba a pasar y todavía no los han visto. “Lo que me duele es que teníamos una casa tan linda”, y nos mostró fotos de su celular. Figueroa, quien es empleada de trabajo doméstico, recobra su estamina dispuesta a enfrentar la situación, “yo te digo que no es fácil pero yo sé que Dios es grande”.

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