Especial para En Rojo
Hace un par de semanas, mi querida Alexandra Pagán me hizo el honor de regalarme un ejemplar de su poemario más reciente, A mar. Estaba acabadito de salir del horno y así mismo lo sentí, caliente, entre mis manos.
La delicada cubierta, en tonos de azul, rosado y violeta, de la autoría del talentosísimo José Hernández, así como las suaves hojas de papel azul ya eran una promesa. De igual manera, lo son los nombres de Amanda Hernández y Nicole Delgado, editoras y diagramadoras de La Impresora. En la portada, bajo el título del poemario y el nombre de la poeta, las palabras “Trabajo de poesía” (colección a la que se añade este libro), no podían ser más oportunas, pues eso mismo es A mar, un verdadero trabajo de poesía. Para mí, los 36 poemas de A mar giran alrededor de tres temas fundamentales: la muerte, el amor y el mar, metáfora dinámica y poderosa que abraza y da cohesión a todo el texto. Los que conocemos a Alexandra sabemos bien su profunda conexión con el mar (como la de Julia de Burgos con su río), así que no debe sorprendernos que este sea el gran protagonista del poemario. El mar, cálido y acogedor, como una madre, siempre ha sido un refugio para ella. El tono del poemario me resultó, principalmente, melancólico, si bien con chispazos de ironía, esperanza (“Que caiga del cielo” y “Lluvia”, con olor a Juan Luis Guerra) y ternura (“Siempre me imagino caer” (dedicado a Xavier Valcárcel), “Heidi Anne Vera”, “Calcita” y Ámbar”). A mar me parece una mirada valiente, pero vulnerable, hacia adentro, hacia las dudas, las preguntas que quedan eternamente sin respuesta, la incertidumbre por el porvenir, la nostalgia de muchas cosas, el duelo, como en los poemas “Mi madre me habla a través de la gente que me quiere”, “Fotografías”, “El duelo” y, por supuesto, “Tammy”, con ese final que sacude el alma y que recuerda tanto a Alfonsina Storni: “Aún creo que cuando todo esto termine/ la llamaré la mañana siguiente/ y le contaré todo”. Además, como bien intuye la también poeta, carmen r. marín, es una mirada hacia afuera, al acompañamiento recibido durante aquellos momentos de oscuridad. ¿Mis favoritos? “Precisamente anoche, mi cuerpo” (dedicado a carmen r. marín y a esta servidora), “Me apego a ti como un bosque”, con ecos de Palés Matos, y “Y decidimos amarnos en medio de esto”. Y no sigo, para dejarlos con las ganas de zambullirse en los versos cálidos de A mar.