Chile, la verdad sobre el golpe 50 años después 

Foto Prensa Latina

 

Ahora, que poco a poco ha ido saliendo a la luz la verdad tras el golpe de estado que en 1973 dio un vuelco fatal a la larga trayectoria democrática del pueblo chileno, e instauró una de las peores dictaduras militares de la historia, el gobierno de Estados Unidos- ese  autoproclamado «guardián global de la democracia»- tendría mucho por qué pedir perdón al gobierno y el pueblo chilenos. El dolor, la miseria, y el terror que vivió ese pueblo- principalmente la izquierda y los sectores trabajadores y populares que apoyaron al gobierno de Salvador Allende y Unidad Popular- bajo los 17 años de la dictadura militar de Augusto Pinochet no pueden ser resarcidos con otra de las trilladas «disculpas» que ofrecen los presidentes estadounidenses, cada vez que su país queda expuesto a la vergüenza cuando se desclasifican y se hacen públicos los documentos de sus fechorías secretas en el mundo entero.

En el año 1970, la amplia coalición política de Unidad Popular ganó las elecciones en Chile liderada por  Salvador Allende, un carismático y curtido político socialista y médico de los pobres, que llegó al poder con la encomienda de iniciar un profundo programa de reformas sociales y económicas para beneficiar a las grandes masas del pueblo. Hasta entonces, éstas eran excluidas de las riquezas que se repartían a manos llenas los conglomerados empresariales locales y extranjeros, principalmente de Estados Unidos, con la complacencia y colaboración de la corrupta oligarquía chilena. Anaconda Copper era «dueña» del cobre chileno, la ITT controlaba el 70 por ciento de la Compañía deTeléfonos de Chile, había injerencia interna del gobierno de Estados Unidos en la madeja de intereses ajenos a Chile que tenía raíces allí desde hacía mucho tiempo y, desde allí pretendía ejercer su hegemonía imperial sobre los demás países y gobiernos del continente.

Por lo tanto, en ese momento álgido de la Guerra Fría, la llegada al poder de un gobierno de izquierda en Chile, presidido por un líder de acción como Allende, les representaba un problema potencial que Estados Unidos no estaba dispuesto a enfrentar en el entorno de la región.

El socialista y Unidad Popular abogaban por la nacionalización del cobre y por reformas que devolvieran al pueblo chileno sus tierras y recursos, lo cual inevitablemente les colocaba en ruta de colisión con la derecha y los intereses de Estados Unidos.

En campañas electorales anteriores, Estados Unidos había movido sus hilos con éxito para descarrilar un triunfo de Allende, pero en 1970 no pudieron frenar la fuerza del pueblo. Como resultado, Estados Unidos hubo de enfrentar la presión de la derecha chilena y de las empresas estadounidenses que tenían el control sobre la economía de Chile. Un libro puesto al día en ocasión del 50 aniversario del golpe, escrito por Peter Kornbluh director de National Security Archives, entidad que recopila, cataloga y hace pública información desclasificada de seguridad nacional de Estados Unidos, revela la participación crucial de Agustín Edwards, dueño del periódico El Mercurio, principal diario de Chile, en los acontecimientos y desestablizacion que precedieron el golpe militar. Según Kornbluh, Edwards sostuvo reuniones secretas en 1970 con el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon, su oficial de Seguridad Nacional, Henry Kissinger y el director de la CIA, Richard Helms, para que el gobierno estadounidense impidiera que Unidad Popular asumiera  el poder. Días después, Nixon ordenó ampliar la actividad encubierta de la CIA en Chile. Entre 1971 y 1973, año del golpe, El Mercurio recibió mas de $2 millones de dicha agencia para liderar la ofensiva mediática contra el gobierno de Unidad Popular y crear el clima de histeria que precedió al golpe.

El fatal desenlace estremeció al mundo y fue una puñalada en el corazón de nuestra América. Un palacio de La Moneda sitiado por los tanques y destrozado por las balas de los militares,  un heroico presidente Allende, asesinado en el combate desigual contra los golpistas, miles de chilenos y chilenas encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos y exiliados, sin que se les ofrecieran respuestas, ni siquiera un gesto compasivo y de humanidad. Un pueblo condenado a 17 largos años de la peor violencia y terror por parte de la dictadura cruel y siniestra del innombrable Augusto Pinochet.

Cincuenta años después, el pueblo chileno todavía busca explicación para  tanta maldad. Espera algún día descubrir dónde están sus desaparecidos. Un pueblo chileno decidido que, bajo un nuevo y joven liderato político, se mantiene firme en defensa de su democracia y conmemora su valerosa trayectoria y a quienes ofrendaron sus vidas y su sangre por preservarla. El recuerdo glorioso del combativo presidente Salvador Allende y su gesta de democracia transformadora y revolucionaria  siguen vivos en el corazón de su pueblo y de todas y todos los amantes de la libertad y la justicia en América y el mundo.

 

 

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