Dicen de Mario Vargs Llosa, en su muerte

En Rojo

 

Mario Vargas Llosa ha muerto. Los homenajes, elegías, notas periodísticas, epitafios y epítetos en el muro de Facebook y otras redes no se han hecho esperar. No hay dudas de que el escritor peruano, ciudadano español y dominicano, destacado miembro de la Real Academia Española y de la Academia Francesa es uno de los más destacados escritores del siglo XX. Recibió el premio Nobel de Literatura (2010) y antes había recibido el Rómulo Gallegos, el Cervantes o e Príncipe de Asturias de las Letras, entre otros. Los lectores y lectoras tendrán sus experiencias particulares con su larga y meritoria obra.

Debo decir que me marcó la lectura de La ciudad y los perros (1963) una novela que explora la vida en un colegio militar en Perú y que además es una dura crítica al sistema y a la masculinidad tóxica antes de que el concepto fuese de uso común. La casa verde (1966) una obra compleja  como lo es Conversación en la Catedral (1969) o la monumental La guerra del fin del mundo(1981) son suficientes para hablar de su legado. Quizás su último libro de maestro fue La fiesta del chivo, otra novela histórica como La guerra (…).

Para el múltiple espectro de la izquierda, sin embargo, su obra se ve obstaculizada por consideraciones ideológicas. Vargas Llosa se convirtió en un vocero de la derecha desde los años setentas y eso no hizo crisis con los años. Al contrario, sus posiciones extremistas se acrecentaron con el tiempo.  Por esa razón muchas valoraciones sobre su obra o sobre su persona -en un sentido teatral- están dichas desde ese tono político. Algunas declaraciones en las redes son muy lúcidas, otras son pura moralina de lo políticamente correcto o diatribas desde la pureza ideológica. Esas no nos interesan. Comparto algunas que me parece tienen juicio crítico. Así, por ejemplo, la escritora y crítica cultural uruguaya, Mabel Moraña se ha expresado en estos términos en su muro de Facebook:

Me pidieron unas palabras sobre Vargas Llosa con motivo de su fallecimiento. Creo que fue autor de algunas de las mejores novelas que se escribieron en el siglo XX, y no solo en castellano. También de algunas malas, que perjudicaron su perfil. Pero eso no es lo peor: nadie es perfecto. Lo peor fue su ideología, que no debe ser ni olvidada ni dejada de lado, su desprecio por el pueblo llano, y luego su arrogancia y falta de criterio que lo hicieron un hablador fastidioso que como buen escritor debió saber el valor del silencio. Su lamentable etapa de pretensión hollywoodiense lo puso en ridículo y desmereció su alto perfil literario. Se convirtió en personaje de alguna de sus peores novelas, cuando debió quizá haber vivido a la sombra-a la luz- de las mejores.

Por otro lado, el escritor Eiric Durandal, director de la editorial Gnomo Literario escribió:

Para celebrar la obra de un escritor fallecido que era BUENO como escritor, no hay que ignorar que fue una terrible y mala persona, además de haber sido un derechista de mierda. No es tarde para que muchos de nosotros aprendamos la difícil, pero súper útil y uber básica destreza de separar al artista de su obra. El arte, en este caso la literatura, NO ES UNA MEDALLA DE HONOR que se les da solo a quienes se portan bien y son progre. Existe una gran camada de artistas y escritores buenísimos que, en sus vidas personales, fueron o son nazi, fascistas o capitalistas liberales de los peores. O simplemente, son antisociales, o unos bellacos malos. ¿Qué es lo que decía el apóstol Pablo? ¿Léelo todo y quédate con lo bueno o algo así?

Recojo el guante y puedo señalar como en  1 Tesalonicenses 5:21 “Examinen todo; retengan lo bueno”. Como dice Durandal, leer todo y quedarse con lo bueno. Vargas Llosa, como he dicho, tiene tres o cuatro novelas excepcionales. Eso es formidable. Y era un arrogante derechista. Se casó con su tía y luego con su prima. Le quiso vender un apartamento nuevo a Borges. O sea, vale la pena leerlo. De la misma forma que es bueno leer a Borges, Heidegger, o a Ezra Pound, todos de derecha -en los últimos dos casos simpatizantes nazis- con una obra filosófica y literaria importante.

Siguiendo esa línea de la conversación, Magali García Ramis, que ha escrito un clásico de nuestra literatura (Felices días, tío Sergio) ha escrito:

 Sí, tiene novelas excepcionales, y sí, era demasiado de derecha para mi gusto, pero se entregó de lleno a su vocación, que es más de lo que muchos hacen a lo largo de su vida. Como sucede con la obra magna de Gauguin, logro separar al hombre de la obra.

Por otra parte, Raúl Guadalupe, autor de Espectros del indigenismo en la narrativa de Mario Vargas Llosa opina que:

Fue un buen narrador pero con una perspectiva colonizadora euroccidental. Desdeñaba a los peruanos y su perspectiva sobre las culturas de los pueblos originarios era horrible aun en La casa verde, en términos formales buena novela pero la filosofía de la historia es horrible, cercano a Hegel sobre los pueblos sin historia. Muy parecido a las perspectivas de Conrad en El corazón de las tinieblas.

Añado a estas notas lo que ha manifestado un dramaturgo, poeta y crítico cubano a quien admiro, Norge Epinosa Mendoza

ÚLTIMA CONVERSACIÓN SOBRE/CON MARIO VARGAS LLOSA

 Dos, tres libros suyos, están entre los títulos de la novela latinoamericana que leí con admiración y placer. La guerra del fin del mundo, Conversación en la Catedral y La casa verde.

 Hace solo unas horas, revisando ediciones digitales de la prensa cubana de los 60, releí alguna entrevista hecha a su paso por La Habana, cuando fue jurado del Premio Casa de las Américas, poco antes de su aparición en nuestro país de Los cachorros, por la editorial de esa institución en 1968, y de su ruptura con ella, tras haber ganado con La ciudad y los perros el premio Biblioteca Breve.

 Ahora que la noticia de su muerte se añade a los titulares, y a su premio Nobel, y a su carrera literaria y política, pienso en los otros libros suyos que leí y no añado a mi lista de preferencias, esos que, para decirlo con Borges, «no he merecido». El tiempo pondrá todo eso en su sitio justo.

 En Cuba lo leímos a escondidas, de trasmano, en horas donde mencionarlo era complicado: una complicación que la persona política que fue él no dejó de dilatar. En La Habana, están mis ejemplares de esos libros suyos que recuerdo. Una Habana que no es ya la de esta foto, tomada en Casa de las Américas, donde aparece junto a Lezama Lima, Jaime Sabines, Camilo José Cela y otros invitados a ser jurados de esa institución, antes de que él rompiera el diálogo con sus representantes y los (d)efectos del caso Padilla, en 1971 impidieran otras ediciones cubanas de sus obras y otras imágenes como esta en ese tiempo durante el cual él siguió escribiendo, y atravesando tantas contradicciones.

 No soy un buen lector de novelas, pero le agradezco esos tres títulos. Y uno más: su ensayo La orgía perpetua, dedicada a ir al fondo de ese libro que ambos admiramos: Madame Bovary. No sé cómo despedirá la prensa cubana a Mario Vargas Llosa, el último gran nombre del Boom Latinoamericano, eso que inventó Emir Rodriguez Monegal y del cual aún nos llegan destellos sorprendentes. A cada autor, su lector, me digo siempre. Recibo la noticia en una librería de Ciudad de México, y a solo unos pasos están aquí varias de sus obras: un clásico incómodo, porque él encarnó a su manera ese oxímoron. Lo despido como el lector de esos títulos suyos que ahora he mencionado, como quien los redescubre en esa biblioteca que también Borges imaginó entre las escalas de la muerte y el tiempo.

Tampoco sé cómo lo despedirá la prensa cubana, pero el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, comentó en las redes: Muere un gran escritor, un Dr. Jekyl, que es al mismo tiempo un Mr. Hyde ganado por el odio contra las ideas más nobles. Que descanse en Paz.

Ahora bien, sobre el tema creo que es mejor cerrar con las palabras de la periodista peruana, Laura Arroyo en Canal Red, de España: Como peruana, como lectora acérrima de alguna de sus novelas, como una adolescente que creció leyendo La ciudad y los perros’ o Conversación en la Catedral veo importante completar algunos epitafios que lamentablemente están obviando, voluntariamente o no, algunos aspectos de este personaje que no fue solo un escritor, sino un intelectual orgánico que hizo política activamente desde todas las tribunas que tuvo a su disposición. Para Arroyo, Vargas Llosa se convirtió en vocero de proyectos de ultraderecha internacional reaccionaria, como Kast en Chile, Bolsonaro en Brazil o a Keiko Fujimori en Perú.

 ¿Cómo lo ha despedido la prensa corporativa de Puerto Rico? Véanla ustedes. Mi invitación siempre es a leer con libertad.

 

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