Doña Lula y la Madama Lulú

308

Suplemento Especial

Doña Lula nació en Peñuelas el 20 de febrero de 1926. De niña, su madrina se convirtió en su madre de crianza y, por ser modista, le transmitió a la ahijada el amor a la tela y la costura. Lula creció jugando con muñecas de trapo, pero fue en su vida adulta que esa afición se convirtió en un amor espiritual por la muñeca negra, la madama orgullosa y generosa que alivió muchas veces sus penas y necesidades.

En estas páginas, Doña Lula nos apalabra con la belleza de la muñeca madama y la muñeca santera. A veces su hija Blanqui las diseña y esta vez su nieta Lin hizo las fotografías.

Lo primero que nos toca es reconocer las muñecas de Doña Lula. Esas muñecas gordas y rechonchas son muñecas puertorriqueñas de otras artesanas; una de Iris de Jesús de Ponce y otra anónima de una botánica de New York. Las muñecas muy exóticas y delgadas son anónimas y africanas, probablemente de Ghana. Doña Lula había visto las primeras pero no las segundas. Sin embargo, las suyas son un sorprendente y acertado punto medio entre los dos diferentes estilos. A veces es así. La gente participa en transculturaciones inconscientemente. Esas muñecas africanas se cruzaron por el rumbo de Doña Lula en algún punto de su larga trayectoria que la llevó a vivir en Mayagüez, Ponce, Florida, Chicago, Massachusets, Ohio y New Jersey.

De todas maneras, ninguna de las muñecas que presentamos aquí es completa y perfectamente madama. Pero, si uno trabaja la obra, necesita la madama y no encuentra la muñeca más genuina, estas muñecas negras pueden ser una sustitución aceptable. A la misma vez, cada una puede ser muñeca santera según el color de su vestido.

De todas maneras, lo que más nos importa es la unidad de la artesanía y la espiritualidad en el sentido puertorriqueño. Para eso vale la pena atender a Doña Lula.

No me explico por qué pero siempre me ha gustado hacer lo que le llaman madamas. A mí me encantan. Como yo vea una muñeca así, por más fea que sea, a mí me está bella. La cosa es que me llaman la atención. 

A mí me encanta el símbolo de las madamas y llamarlas por un nombre, como decir Mamá Lulú. En ciertas circunstancias, yo clamo a las madamas, o clamaba antes. Para mí como que se me daba algo de lo que yo le pedía.

Una vez yo estaba en una situación tan mala, no monetariamente, pero me hallaba tan sola. Un fracaso. Yo había tenido el negocio del restaurán con mi ex-esposo y de momento todo se fue a la ruina y yo quedé solita en mi apartamento. Yo he sido siempre muy ambiciosa y yo pedía tanto a los santos y una noche no sé si fue un sueño mío o revelación o lo que haya sido; sé que me dijeron estas palabras. Nunca se me olvidan. Fue que yo me compré una madama amarilla de cerámica que dijo:»Tú tanto pedí tanto pedí y tú no le pides a esta madama Mamá Lulú». Ahí fue donde me vino a mí lo llamativo, la atracción que tengo sobre las madamas. Eso es bello.

Yo creo a mi entender que cuando uno se dirige a una muñeca que uno hace con amor y la tienen como un símbolo de una cosa que ayuda a uno a lo que sea, dirán «eso es un trapo, una muñeca». Eso no vale nada para muchas personas. Para mí significa algo muy bonito. Yo diría que cuando voy a hacer una muñeca y la estoy haciendo hay algo que me atrae a no hacerlas todas iguales. Cuando las hago morenitas es una cosa que me llena de alegría y satisfacción, como que estoy haciendo algo progresivo que me llena de regocijo. Es como que estoy haciendo algo de alguien que simboliza la madama. Es un trapo pero si usted la bautiza santeramente, simboliza mucho. Es una reliquia.

Una madama, cuando es una persona viva de carne y hueso como nosotros quiere decir que algo debemos adorar porque cuando uno necesita de esa madama y va donde ella, le puede ayudar espiritualmente. Es una persona que da consulta pero no está trabajando con la Virgen María ni con los santos sino con una madama. Y esa madama es una tradición, así como antes decían los indios, las indias, esto y lo otro; pues eso es una madama. Es una protección.

El verdadero nombre de las madamas negritas es mariquita. Mariquita es la muñeca de la suerte. No sólo los puertorriqueños sentimos esa atracción sino los haitianos, dominicanos, cubanos y hasta hondureños. Algunos se reirán de mí pero no sé por qué el cariño especial a la muñeca negrita. Es algo que lo llevó como en la sangre. Es lo más natural. Cuando a uno algo le molesta, le hierve la sangre. Y es la sangre del moreno, del negro, del africano. Le tenemos cariño a la muñeca negrita y al rey Melchor porque somos puertorriqueños de sangre ligada. Estamos ligados con haitianos, indios, africanos. Es una sangre fuerte, caliente que tenemos. Pero esa es la sangre boricua.

Algunas gentes ven las muñecas negras y piensan en lo malo. Para mi entender son personas que no usan el talento. No están sanos de corazón. La mente está muy atrasada. No saben pensar en lo bueno y en lo lindo y en lo dulce. Es una cosa muy bonita que yo ponga mi mesa con una negrita. ¿Por qué los voy a poner todos blanquitos y blanquitos y blanquitos? Si nosotros no lo somos. Somos boricuas y tenemos sangre africana. 

Las muñecas negras también se hacen para Santería. Si es para la Caridad del Cobre se hace más clarita con el traje amarillo. Si es para Santa Bárbara, hay dos: una más clara y otra más trigueña. El traje es rojo. Se le debe hacer su capa y ponerle sus pantallitas y a Ochún también. La Vírgen de Regla lleva traje blanco. No se le debe hacer el color de la carne demasiado oscuro.

La madama necesita un sillón. Esa es la tradición. No sé si es que son vagas o son orgullosas pero necesitan el sillón. Y necesita la pantalla grande y redonda pra que acabe de ser la madama completa. Lleva un chorrito de collares más o menos y entonces queda más bonita por que así es la madama. El traje lo puede tener blanco, rojo o amarillo. Son colores enteros, no estampados. Debe llevar sus vueltas de collares, sus pantallas redondas y sus brazaletes. Por eso le dicen madama, porque lleva muchas prendas. Es igual que la muñeca gitana que es muy orgullosa y hay que ponerle prendas. La verdadera madama lleva un delantalcito blanco y se sienta en un sillón bien orgullosa ella. 

La madama no la usa sólo la gente negra sino toda la gente que cree y que trabaja la obra. A muchas personas les gusta trabajar con su madama, como le gusta trabajar con sus indios, y la tienen bien vestida. La madama es una tradición del espiritismo. 

A una muñeca madama de trapo se le debe el mismo respeto que a una que se compra en una tienda porque es lo mismo. Es el espíritu, representación de la madama. Es como cuando quiero ver a un ser querido mío pues busco un retrato. La muñeca representa la madama. Y si trabajo el espiritismo la madama me da fuerza y me ayuda. Hay que ponerle lo que la madama necesita: cigarro, café.

La madama se pone en la alcoba, en algún buró, en una tablilla o póngala en la sala. Se pone también en un altar. Para mi creencia, la madama no debe ir con la Vírgen, ni con Cristo, ni con los santos, sino aparte, sola. Igual que el indio, solo. No debe mezclarse con los santos. 

Yo trabajé la obra buena pero la dejé porque la gente viene con retratos y con cosas para que uno le haga brujerías y eso no va conmigo. La que quiera tener su marido que lo trate bien. Yo nunca cobré un centavo por darle un baño a una persona. Yo santiguaba niños. Como que Dios me dio esa gracia de que yo podía ayudar. Después algo pasó que perdí esa gracia tan bonita que tenía. La fui retirando, retirando, retirando. Todavía quisiera ayudar y si Dios me dice tú debes ayudar a esa persona, yo lo hago.

Artículo anteriorLirika Brilla Masta Mind
Artículo siguientePoesía en zapatos de arco-iris