Economía del acoso: Cómo la estrategia arancelaria de Donald Trump refleja el acoso escolar y sus idénticas consecuencias

 

 

Especial para En Rojo

El comercio internacional se ha guiado tradicionalmente por las negociaciones, la cooperación multilateral y el beneficio mutuo. Sin embargo, bajo la administración de Donald Trump, la política comercial dio un giro radical, marcada por aranceles agresivos y una retórica combativa. El enfoque de Trump hacia el comercio internacional, especialmente su uso de aranceles, es extraordinariamente parecido a las tácticas de un bully o acosador escolar. Al analizar su estrategia desde la perspectiva psicológica y académica del comportamiento acosador, queda claro que su método se basa en la coerción, la intimidación y abuso de poder unilateral, en lugar de la diplomacia constructiva.

En el centro, tanto del acoso escolar como de la estrategia de guerra comercial de Trump, reside un claro desequilibrio de poder. En el ámbito escolar, los acosadores suelen atacar a individuos más débiles, utilizando su fuerza física, popularidad o tácticas psicológicas para dominar. De igual manera, Trump aprovecha el poder económico de Estados Unidos para imponer aranceles a países como China, México e incluso a aliados tradicionales como Canadá y la Unión Europea. Estas acciones no se basan en la colaboración ni la negociación, sino en un intento de presionar a otros para que se sometan. Por ejemplo, en 2018, Trump impuso aranceles generalizados a las importaciones de acero y aluminio, alegando motivos de seguridad nacional, una medida que muchos aliados consideraron injustificada y antagónica.

Un bully actúa en desconexión moral, ignorando las consecuencias que puedan traer sus actos a mediano y largo plazo, tanto a sus víctimas, familiares y a él mismo. Las víctimas no solo se distanciarán del abusador, sino que se provocará resentimiento y motivo para venganzas. En el caso de Estados Unidos, tomará décadas subsanar las heridas profundas ya infligidas, por ejemplo, a los más preciados vecinos: México y Canadá. Los esfuerzos de NAFTA desde 1992, que siguieron un patrón de globalización, civismo y humanidad, precedido por el modelo de la Unión Europea fueron tronchados por Trump cuando humilló a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y x primer ministro canadiense Justin Trudeau y a todos sus compatriotas. Esto es equivalente a lo que viven los padres de una víctima de bullying.

La miopía de Trump y su carencia de empatía, se multiplicará en miseria para los Estados Unidos. El consumidor extranjero tiene el poder de elegir si compra o no productos estadounidenses. Objetivamente, las tácticas no tienen base de análisis matemático para toma de decisiones y obvia dos factores imperiosos para considerar invertir en Estados Unidos o aliarse: hostilidad e incertidumbre. Toda empresa o país busca estabilidad, respeto y una situación de ganar-ganar, en inglés win win situation.

Un rasgo distintivo de los acosadores es su visión de suma cero: para que ellos ganen, alguien más debe perder. La política de Trump de “Estados Unidos primero” encarna esta mentalidad, rechazando la idea de crecimiento económico compartido en favor de un proteccionismo agresivo. Su infame tuit, “Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, refleja este enfoque: tratar el comercio no como una oportunidad de beneficio mutuo, sino como un campo de batalla. Esta mentalidad pasa por alto las complejidades del comercio global y ya conduce a represalias que perjudican a la bolsa de valores, las empresas y consumidores estadounidenses.

Además, tanto los acosadores como las tácticas comerciales de Trump se basan en gran medida en el miedo y la imprevisibilidad. En el aula, un acosador podría usar amenazas o agresiones repentinas para desestabilizar y mantener a otros sumisos. Trump emplea tácticas similares con sus repentinos anuncios de aranceles, a menudo a través de redes sociales, lo que genera volatilidad en el mercado y confusión diplomática. Un ejemplo notable fue su amenaza de 2019 de imponer aranceles a todos los productos mexicanos a menos que México tomara medidas en materia de inmigración, un tema no relacionado con el comercio. Este uso de los aranceles como herramienta de presión multiuso refleja la forma en que los acosadores manipulan las situaciones para salirse con la suya, sin importar el contexto ni la justicia.

Otra similitud clave es la erosión de la confianza y las relaciones. Las víctimas del acoso a menudo se sienten aisladas, mientras que los propios agresores luchan por mantener una dinámica social sana. La agresiva postura comercial de Trump tensa las relaciones con aliados clave, generando un clima de desconfianza e incertidumbre. La retirada de Estados Unidos de los acuerdos multilaterales y la marginación de instituciones como la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, y el Acuerdo Climático de París, aislaron aún más a Estados Unidos en el escenario global. Estas medidas socavaron alianzas de largo tiempo y dañaron la credibilidad de Estados Unidos como socio económico cooperativo.

Una situación que refleja el paralelismo entre el acoso escolar y la política internacional durante la primera administración de Trump es la llamada telefónica que sostuvo en julio de 2019 con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. En esta conversación, Trump utilizó su posición de poder para presionar sutilmente a un líder más débil, sugiriendo que Ucrania debía investigar a Joe Biden, su rival político, y a su hijo Hunter. Esta sugerencia llegó justo después de hablar sobre la ayuda militar estadounidense, vital para Ucrania en su defensa contra Rusia. La dinámica es típica a la de acoso escolar, donde el agresor no siempre amenaza de manera explícita, pero sí manipula y condiciona el apoyo a cambio de un “favor”. Zelenski, como muchos estudiantes intimidados, se encontró en una posición donde oponerse podría haber significado consecuencias graves—en este caso, perder el respaldo militar de una superpotencia. Esta forma de presión, disfrazada de diplomacia, refuerza la idea de que el estilo de liderazgo de Trump, tanto en el comercio como en relaciones exteriores, muchas veces refleja las mismas tácticas de intimidación y desequilibrio de poder que se ven en situaciones de acoso escolar.

​La reunión entre Donald Trump y Volodímir Zelenski del 28 de febrero de 2025 en la Casa Blanca, que terminó en un intercambio verbal tenso y público, puede compararse con una situación de acoso escolar en varios aspectos.​ En el encuentro, Trump acusó a Zelenski de “jugar con la Tercera Guerra Mundial” y lo recriminó por no mostrar suficiente gratitud hacia Estados Unidos, sugiriendo que Ucrania no estaba “en buena posición” para negociar sin el apoyo estadounidense. Este tipo de comportamiento refleja una dinámica de desbalance de poder, donde el agresor utiliza su posición para intimidar y controlar a su víctima.​

Además, la presencia del vicepresidente J.D. Vance, quien calificó a Zelenski de “irrespetuoso” y cuestionó su actitud, refuerza la idea de una presión externa para que la víctima se someta a las demandas del agresor. Esta situación es similar a la que enfrentan los estudiantes víctimas de acoso, quienes a menudo son criticados o culpabilizados por su comportamiento en lugar de recibir apoyo.​

Por último, la cancelación de la rueda de prensa y la ruptura de las negociaciones por parte de Trump, junto con su declaración de que Zelenski podría regresar cuando estuviera “listo para la paz”, evidencia una táctica de manipulación emocional y control, características comunes en el acoso escolar. Lamentablemente, los líderes del mundo presenciaron cómo trataron a un líder que ha perdido 43,000 compatriotas, 13,000 de ellos civiles. Esto emula al bully en el entorno escolar. Trump no puede ver, no es consciente, de cómo su personalismo imperioso socava el bienestar de las relaciones internacionales, y peor aún, el daño auto infligido a los estadounidenses. Su delirio de grandeza opaca el aislamiento y rechazo que ocurrirá en un futuro hacia Estados Unidos. Nadie quiere estar con un bully en el aula, ni en el más importante salón para la humanidad, el de líderes mundiales. En acoso escolar se trabaja el bully con una intervención. En el caso de Trump, tanto los líderes mundiales, como los estadounidenses, tienen el deber de moralmente seguir su consciencia, aunque no sea de agrado y, con valor, intervenir.

Otro ejemplo en el que la política exterior de Trump refleja el acoso escolar puede verse en la campaña de presión de su administración para asegurar que el supuesto “líder de una pandilla salvadoreña”, Abrego García, permanezca encarcelado en el sistema de detención de alta seguridad del presidente Nayib Bukele. En este caso, el gobierno de Trump utiliza presión diplomática y económica para coaccionar a El Salvador a cumplir con las demandas de Estados Unidos, sin importar los desafíos políticos internos o las complejidades legales que enfrentara Bukele. Esta dinámica se asemeja a la clásica relación abusador-víctima en un entorno escolar, donde el estudiante más poderoso amenaza con consecuencias—exclusión social, humillación pública o represalias físicas—a menos que el estudiante más débil obedezca. Estados Unidos, en este contexto, asumió el papel de figura dominante, utilizando su peso económico y político para forzar a una nación más pequeña y dependiente a someterse. Así como un acosador podría decir: “Más te vale hacer esto, o si no…”, la administración Trump recurre a amenazas de gran envergadura, como el recorte de ayuda o la crítica pública, para presionar al gobierno de Bukele, reduciendo en efecto la autonomía de El Salvador. El enfoque no está en el respeto mutuo ni en soluciones a largo plazo, sino en la obediencia inmediata mediante el miedo y la fuerza, rasgos distintivos del acoso, tanto en el patio escolar como en el escenario global.

Según expertos economistas y académicos, el resultado para Estados Unidos y Puerto Ricode la estrategia arancelaria incluye mayores costos para los consumidores, perjuicios para los agricultores y fabricantes estadounidenses y una mayor inestabilidad global. De la misma forma en que la ansiedad y crueldad se perciben en un aula perturbada por el acoso, Trump transformó el entorno económico internacional a uno menos estable y más combativo, con pocas victorias duraderas que mostrar tras el drama. En conclusión, la estrategia de guerra arancelaria de Donald Trump refleja al pie de la letra las tácticas de un acosador escolar: prioriza (1) el dominio sobre el diálogo; (2) las amenazas sobre la confianza; (3) el poder a corto plazo sobre la colaboración a largo plazo. El rol de Estados Unidos como líder confiable caducó con los abusos o bullying de Trump. Así como las escuelas buscan frenar el acoso escolar en favor de la inclusión y el respeto, la comunidad internacional prospera mejor cuando la diplomacia, y no la intimidación, impulsa el progreso.

El autor es educador, experto en bullying y cyberbullying

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