Editorial-La CIA, terrorismo de estado y la huella de sus crímenes en Puerto Rico 

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El pasado 11 de enero de 2025 se  cumplieron 50 años desde que el 11 de enero de 1975, terroristas de la  derecha política cubanos y puertorriqueños, colocaron una bomba que detonó en una cafetería en Mayagüez, a escasos momentos de que comenzara en la Plaza Pública de dicha ciudad un acto político para honrar dos efemérides: el natalicio del  prócer y maestro Eugenio María de Hostos y la fundación en 1959 del Movimiento  Pro Independencia de Puerto Rico (MPI)  Ambos, Hostos y el MPI, eran oriundos de Mayaguez. En 1971 el MPI se había transformado en Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y ocupaba un lugar prominente entre las organizaciones independentistas de ese momento en Puerto Rico.
El bombazo que resonó con fuerza y dispersó a la masiva concurrencia que había acudido al acto, cobró las vidas de Angel Luis Charbonier Concepción, joven sindicalista y  militante del PSP y de Eddie Roman Torres, empleado de la cafetería. También dejó 12 heridos y una secuela de preguntas sin respuestas en medio de un contexto político extremadamente hostil y violento. Días después, una organización clandestina de terroristas del exilio cubano se atribuyó el criminal ataque, que se mantuvo anónimo e impune por 50 años. Hoy, ya sabemos que dicho ataque armado fue concebido y dirigido por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, con tres agentes a cargo, e integrado por cuatro operadores cubanos y cuatro puertorriqueños, como parte de una ofensiva de dichas fuerzas de inteligencia y espionaje del gobierno norteamericano, con el objetivo de  desinformar, desestabilizar y reprimir al PSP y a los luchadores y luchadoras por la independencia y el socialismo en Puerto Rico. En ese momento, la prédica y prácticas políticas del PSP tomaban auge en nuestro país.
Como parte de su investigación doctoral, un joven educador e historiador puertorriqueño encontró en un depósito de documentos en el Archivo General el memorando dirigido al entonces Gobernador de Puerto Rico, Rafael Hernández Colón, por el director de la División de Investigaciones Especiales del Departamento de Justicia que corroboraba  la existencia de dicha unidad secreta de la CIA y sus operaciones en Puerto Rico. Esto reivindica las denuncias que hicieron repetidamente el liderato del PSP y  nuestro periódico CLARIDAD sobre la presencia y actividad de la CIA contra el independentismo puertorriqueño, sus organizaciones e integrantes. Esta información se manejaba como un «secreto de estado» con la complicidad de los gobiernos de turno en Puerto Rico, tanto del Partido Popular como del Nuevo Progresista (PPD-PNP).
La huella de los crímenes de la CIA y el aparato de inteligencia de Estados Unidos en Puerto Rico es larga y profunda. Ya desde fines de la década de los años 50 y principios de los 60, la CIA utilizaba las tierras ocupadas por la Marina de Estados Unidos en Vieques para entrenar militarmente efectivos cubanos exiliados y ensayar operativos para invadir a Cuba y derrocar la recién victoriosa Revolución Cubana, liderada por Fidel Castro, cuya lucha y ejemplo comenzaba a regarse como pólvora en países de América Latina y África, empobrecidos y saqueados por las políticas imperialistas. Derrotados por el Ejército Revolucionario Cubano en su intento de invadir Cuba por Playa Girón en 1961, la CIA siempre mantuvo a Puerto Rico como cabeza de playa en su agenda de intervención y desestabilización no solo en.Cuba sino también en  República Dominicana, Panamá, Granada, Nicaragua, Chile, Guyana, Jamaica y Haití, entre muchas notorias y destructivas intervenciones imperialistas en nuestra región. Más recientemente, Puerto Rico figura entre las jurisdicciones que mantienen para Estados Unidos una gran red de vigilancia digital, a través de la cual se utilizan antenas, satélites y otros sistemas de vigilancia electrónica con propósitos de detección y recopilación de información, según consta en documentos del NSA divulgados por el ex analista de inteligencia Edward Snowden a periodistas independientes y publicados en periódicos como The Guardian y Washington Post.
Pero el peso mayor de las operaciones de la CIA se sintió a partir del bombazo de Mayagüez, cuando la conjunción de fuerzas entre exiliados cubanos entrenados, armados y protegidos por la CIA, una ganga de policías corruptos y criminales bajo el mando del Teniente Coronel Alejo Maldonado y una División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico comandada por sus peores elementos dejaron el saldo de siete jóvenes independentistas asesinados en el espacio de los cinco años transcurridos desde 1975 hasta 1979:
Enero de 1975, Angel Luis Charbonier, asesinado por bombazo  en Mayaguez.
Marzo de 1976, Santiago Mari Pesquera, hijo del Secretario General del PSP, Juan Mari Brás, asesinado en su vehículo de un tiro de contacto en la sien. Asesinato sin esclarecer.
Octubre de 1977, Juan Rafael Caballero, independentista y organizador de la Unión de Tronquistas, maniatado, asesinado y encontrado en un pastizal.
Julio de 1978, Carlos Soto Arrivi y Arnaldo Dario Rosado, jóvenes independentistas entrampados, arrestados, maniatados y asesinados a sangre fría en el Cerro Maravilla por policías de la División de Inteligencia de la Policía de Puerto Rico.
Abril de 1979, Carlos Muniz Varela, joven cubano-puertorriqueño, independentista y trabajador por la reunificación de los cubanos, asesinado a tiros en su vehículo como resultado de una emboscada. Asesinato sin esclarecer.
Noviembre de 1979, Angel Rodríguez Cristóbal, independentista y militante de la Liga Socialista, asesinado en  una cárcel en Tallahassee, Florida, donde cumplía condena por desobediencia civil por la ocupación y actividades en Vieques de la Marina de Guerra de Estados Unidos. Se informó falso suicidio pero su cuerpo fue malamente golpeado.
La historia no miente. Tampoco perdona. Y con estas revelaciones recientes ha comenzado a descorrerse el velo del espionaje y la  represión contra el independentismo que forma parte de la huella de la CIA en Puerto Rico. Un legado de infamia y crueldad que nuestro pueblo no puede ni debe olvidar.
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