Editorial-Los poderes detrás de las guerras en Israel y Ucrania 

 

 

El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acaba de pedir al Congreso de su país la aprobación de un nuevo » paquete de ayuda» de $106 mil millones para las guerras en Ucrania e Israel.

En el caso de Ucrania, esto se sumaría a los $46 mil millones en ayuda militar que Estados Unidos ha enviado a dicho país desde el comienzo de su guerra con Rusia en 2021. Un conflicto que, a juicio del renombrado científico politico y profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Chicago, John Mearsheimer, Ucrania no puede ganar.

Un demoledor artículo publicado hace unos días por la revista estadounidense Times abona a la misma percepción. Según Times, la evidente falta de avance de las tropas de Ucrania en el conflicto, y el grave problema de corrupción gubernamental que existe en dicho país – que provocó la destitución del Ministro de Defensa y otros altos funcionarios hace unos meses- han dejado al presidente Volodymyr Zelensky en la incómoda situación de ser el único miembro de la cúpula dirigente que aún cree que puede ganar la guerra. Por otra  parte, es evidente que los aliados europeos de Ucrania están indiferentes, o en franca retirada, y que la oposición a la guerra y sus posibilidades sigue creciendo entre la opinión pública dentro y fuera de Ucrania, y en Estados Unidos. Sólo el gobierno de Biden se mantiene firme en su apoyo militar a Ucrania, porque sabe que el prestigio e influencia de Estados Unidos en Europa están en juego con el eventual desenlace de un conflicto en el que Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea apostaron equivocadamente y ahora no le  encuentran una salida airosa.

El caso de Israel, sin embargo, es otra  historia. Se trata de una alianza única en la política internacional de Estados Unidos por el control de la región del Medio Oriente con sus recursos petroleros, un paso fundamental para Estados Unidos y su afán de hegemonía. Es tan fuerte y cercano ese vínculo que el estado de Israel casi ejerce un poder de veto sobre la política estadounidense hacia el Medio Oriente, lo cual amenaza y amedrenta a todo el espectro político en Washington, Demócratas y Republicanos por igual. El poder detrás de ese trono se llama «The American Israel Public Affairs Committee» (AIPAC),  el grupo de cabildeo y comité de acción política más poderoso, rico e influyente en el Congreso de Estados Unidos. Una visita a su página de Internet explica cómo esta  organización utiliza su poder e influencia para asegurar apoyo irrestricto a Israel y sus políticas de ocupación y exterminio de la población Palestina. En 2022 AIPAC  «invirtió» $17.5 millones en ayuda directa e indirecta a 365 candidatos a puestos electivos, identificados como pro- Israel, tanto Demócratas como  Republicanos. Un 98 porciento de los candidatos respaldados por AIPAC fueron electos, un gran incentivo para que un político se pliegue a los reclamos del «lobby» israelí. Por otra parte, trece candidatos identificados como anti- Israel  fueron derrotados por el esfuerzo de AIPAC, lo cual es desalentador para los que se enfrentan a dicha maquinaria.En resumen, toda una enorme red de presión y control sobre los políticos de Estados Unidos, la inmensa mayoría de los cuales les juegan el juego y se alinean con las posiciones más extremas del estado de Israel. Gracias al esfuerzo de AIPAC y demás poderosos actores del «lobby» sionista, la ayuda militar del gobierno de Washington a Israel fluye como un río. Cada año, esa ayuda aumenta. En 2023, esta  sobrepasó los $3.8 mil millones,  como parte de una asignación récord de $38 mil millones a diez años, que fue aprobada durante la presidencia de Barack Obama. Para que se aquilate la magnitud de esta alianza, desde el año 1946 hasta el 2023 se han desembolsado $124 mil millones en ayuda de defensa y militar desde Estados Unidos hacia Israel. A esto se le sumaría la actual ayuda de emergencia solicitada por el presidente Biden, que seguramente el Congreso aprobará en los próximos días.

Pero no es solo Israel y su madeja de intereses el único poder promotor de las guerras en que interviene Estados Unidos. Un magnífico artículo en el periódico británico «The Guardian», titulado » Wall Street eyes big profits from Israel-Hamas War» explica cómo, a pesar de que parece haber «evidencia clara» de que se han cometido «crímenes de guerra» con la «explosión de violencia en Israel y Gaza», los especuladores de Wall Street están esperanzados en una  explosión de ganancias para bancos, casas de corretaje y la industria armamentista como secuela de esta nueva guerra de Israel contra Palestina. También el artículo abunda en cómo estos sectores ya se han beneficiado, transcurridas apenas tres semanas desde que se inició el conflicto. Un dato impactante y de gran significado es que  sectores de la industria  aeroespacial y armamentista obtuvieron  un salto de 7 porciento en el valor de sus acciones en el mercado, en las horas inmediatamente después del operativo de Hamas en Israel y el inicio del bombardeo de Israel en Gaza.

Según el Guardian, la jefa de la sección de análisis e investigación de acciones  de los sectores de defensa y aeroespacial de la casa de corretaje Morgan Stanley, Kristine Liwag, lo explicó de la siguiente manera en una llamada sobre ganancias el pasado 24 de octubre, con su cliente Raytheon, conglomerado estadounidense que es una de las cinco manufactureras de armamentos más grandes del mundo.

«Mirando bien ( la solicitud de $106 mil millones del presidente Biden al Congreso) esta contiene equipo militar  para Ucrania, armas y misiles de defensa aérea para Israel y reemplazo del arsenal armamentista para ambos y esto compagina muy bien con los portafolios de acciones de defensa de Raytheon», dijo Liwag cuyo jefe, Morgan Stanley, maneja $3 mil millones en acciones de dicha compañía fabricante de armas.

Aunque las expresiones recogidas por The Guardian,  de Liwag y otros altos ejecutivos, lancen.sombras sobre las politicas expresas sobre derechos humanos que dicen sustentar estos grandes conglomerados corporativos, sabemos que, cuando se trata de sus ganancias, sobre todo si estas suman miles de millones de dólares, ellos saben muy bien separar el grano de la paja. Para estos conglomerados, las ganancias sobre las armas que fabrican se cuentan más fácilmente que las cifras de civiles asesinados por esas mismas armas. Para los poderes detrás de la guerra, cuando de ganancias se trata, unas cifras importan más que otras.

 

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