Editorial-Naciones Unidas: tiempo de corregir injusticias

Por primera vez, el pasado 15 de mayo la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), conmemoró el 75mo.aniversario del inicio del éxodo de  cientos de miles de palestinos de su tierra -el cual el pueblo palestino llama Nabka o catástrofe- tras la guerra entre árabes e israelíes que culminó con la ocupación israelita del territorio palestino y el establecimiento del estado de Israel. La existencia de Israel supuso la partición arbitraria y artificial de un vasto territorio que durante milenios fue un asentamiento humano multinacional, multiétnico y multi religioso. El nuevo estado implicó  la ocupación militar del territorio por el recién estrenado ejército israelí, y la llegada y relocalización de cientos de miles de judíos procedentes de Europa y otras partes del mundo, y el éxodo de más de 700,000 palestinos que, empujados por los nuevos colonos, buscaron refugio en los países árabes vecinos o fueron arrinconados en su propio territorio.
Esa partición arbitraria, de la cual Gran Bretaña, Estados Unidos y la propia ONU fueron promotores, ha tenido como secuela una gran tragedia para el pueblo palestino, convertido en paria dentro de su propia tierra y en víctima de las políticas expansionistas, racistas y colonialistas del estado de Israel.
El establecimiento del estado de Israel fue, como dice el refrán, el típico caso del huésped que «llega como arrimado y sale por dueño.» Mientras, el mundo entero ha sido testigo de cómo se ha ido profundizando la tragedia de un pueblo valeroso y laborioso, encerrado como fiera en una franja de territorio, tras verjas y puestos militares, y a la merced de un ejército de ocupación y de unas políticas que le niegan su autodeterminación como pueblo y los derechos más básicos a sus ciudadanos. El pueblo palestino es diaspora dispersa en otros países o prisionero de Israel en su propio suelo. Peor aún, durante las últimas décadas y años, se ha intensificado la práctica de asentamientos israelitas en territorios palestinos, y la confiscación ilegal de  viviendas, escuelas y otras propiedades de palestinos para ser entregadas a intereses de Israel.
Ademas, con el apoyo irrestricto del gobierno de Estados Unidos, Israel se ha convertido en un poderoso estado gendarme, que por medio de un enorme aparato militar y de inteligencia, controla, desestabiliza y amenaza a toda la región del medio oriente.
Por eso, resulta tan significativo el cambio de señales en la ONU, y su decisión de marcar los 75 años del desplazamiento del pueblo palestino con una ceremonia oficial. El acto ha puesto lívidos a los gobiernos de Israel y Estados Unidos y a sus embajadores en el cónclave internacional, quienes han endurecido sus expresiones sobre la ONU. Igualmente, la prensa corporativa estadounidense le ha restado valor noticioso y cobertura de importancia a un evento que seguramente los ha sorprendido, por lo impensable que era hace apenas unos años. En el resto del mundo, sin embargo, y particularmente en los círculos de la diplomacia internacional, se ha tomado nota del giro en la ONU, donde hasta hace muy poco, la situación de Palestina era un tema tabú y continuamente aplastado por el mollero de Israel y su padrino, Estados Unidos.
Riyad Mansour, embajador de Palestina en la ONU describió como histórico este acto, sobre todo por el rol activo que tuvo la ONU en la partición original del territorio Palestino. » La ONU está reconociendo su responsabilidad por no haber sido capaz de resolver esta catástrofe del pueblo Palestino por 75 años», dijo el diplomático a medios de prensa.
Para los independentistas puertorriqueños, es una buena noticia este viraje de la ONU al visibilizar y reconocer la catástrofe Palestina. En pocas semanas, el caso colonial de Puerto Rico se presentará nuevamente ante el Comité de Descolonización de la ONU, y seguramente se aprobará una nueva resolución refiriendo para acción a la Asamblea General la situación colonial de nuestro país. Para la Asamblea General del principal foro internacional del mundo, será una gran oportunidad para cumplir con la responsabilidad a la que renunció en 1952, cuando determinó, por presión de Estados Unidos, sacar a Puerto Rico de la lista de territorios coloniales y eximir al gobierno de Washington de rendirles cuentas sobre las gestiones hacia el logro del derecho a la autodeterminación de nuestro pueblo. Las más recientes decisiones del gobierno de Estados Unidos sobre el estatus político y otros asuntos de Puerto Rico deben servir de reiteración de que la ONU fue engañada en 1952 sobre nuestro supuesto gobierno propio, y que Puerto Rico sigue  siendo hoy, la misma colonia de Estados Unidos que ha sido desde 1898.
Pero el mundo está en nuevos tiempos.La marea política empieza a demostrar un nuevo oleaje y soplan vientos que vaticinan el comienzo de un orden mundial renovado con varios polos de gran influencia. Quizá, en este nuevo contexto, a Puerto Rico le llegue también la hora de que la Asamblea General de la ONU haga un acto afirmativo, como el que hizo hacia Palestina, un acto  que comience a demostrar la voluntad de corregir la gran injusticia de nuestra ocupación y coloniaje.
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