El camino martirial de los pueblos originarios

Especial para En Rojo

El Vaticano ha abierto ahora el proceso de canonización de Sepé Tiaraju. De hecho, desde el siglo XVIII, los pueblos del sur de Brasil han dado el título de santo a ese cacique del pueblo Guarani que, en 1755, dio la vida por su pueblo y para que la tierra pudiera ser común a todos.

Según la historia, hasta 1576, toda región sur de Brasil pertenecía a España. Allí, los padres jesuitas acogían los Guarani para impedir que fueran cazados y esclavizados por blancos. Los indígenas eran bautizados para ser considerados ciudadanos del imperio y así protegidos de la esclavitud. En los Pueblos de la Misión vivían más de un millón de personas. Es claro que las misiones jesuitas se insertaban en el contexto del modelo colonialista de Cristiandad medieval. Así mismo , en las aldeas, las comunidades Guarani podían hablar su idioma nativo y desarrollar artes como arquitectura y música, en la cual habían grandes artistas.

Como la experiencia comunitaria de los Siete Pueblos de la Misión era una amenaza a los imperios europeos, los reyes de Portugal y España se pusieran de acuerdo y firmaran el Tratado de Madrid (1750). A través de ese acuerdo, Portugal dio de regalo a España la Colonia del Sacramento, actual Uruguay y recibió de España el territorio de los Siete pueblos. El tratado decía que los jesuitas debían ser expulsados y las misiones destruidas. Las comunidades Guarani si negaran a abandonar sus casas, sus tierras, campos y ganado. El cacique Sepé Tiarajú comandó la resistencia contra los dos ejércitos imperiales. Él decía: “Recibimos esa tierra de Dios y no podemos dejarla”.

Aquella tragedia de la destrucción de las misiones de los Siete Pueblos en Brasil, Argentina y Paraguay fue mostrada al mundo en la película La Misión de Roland Joffé (1986). Aún hoy, la mayoría de los pueblos originarios de toda la América Latina no tienen garantizada la demarcación de sus tierras y el respeto a la autonomía de sus culturas. El agronegocio, la explotación minera y grandes proyectos de hidroeléctricas y autopistas destruyen la naturaleza, invaden territorios indígenas y expulsan comunidades tradicionales de sus tierras. Retomar la memoria de Sepé Tiarajú es una forma de solidarizarse con los pueblos originarios de hoy en su lucha pacífica por su tierra y su forma propia de vida. En este momento de la historia en la cual la Madre Tierra grita su pasión a través de la crisis ecológica que provoca tragedias en todo el mundo, la espiritualidad de los pueblos originarios puede ser inspiradora para una nueva relación de diálogo y de amor entre la humanidad y la Tierra, el Agua y la naturaleza. El obispo Pedro Casaldáliga traducía el evangelio de Juan diciendo: “En nuestra América, La Palabra Divina se hizo indio y habita entre nosotros”.

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