En mis recientes conferencias sobre temas históricos he citado una frase del portugués Premio Nobel de Literatura José Saramago. Hoy es una cuña importante en esta actividad en este recinto universitario:
“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque empieza por el olvido y termina por la indiferencia”.
Gracias… por llevar a cabo esta actividad. Porque hoy cumplimos con el señalamiento de Saramago:
- Ni la Masacre de Ponce
- Ni Dominga de la Cruz Becerril
- Ni Rafael Pérez Marchand…
- Ni todas las víctimas de la represión colonial en Puerto Rico serán para nosotros indiferentes, quedarán en nuestras memorias].
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Hablar de un tema tan crudo como el de la Masacre de Ponce no es común en Puerto Rico. Se nos ha tratado de ocultar parte de nuestra historia. Se nos presenta de manera muy simple, con poco o ningún análisis. Como si Puerto Rico no tuviese historia trágica, como tampoco épica. Poco o nada se nos dice de los más de 80 muertos a consecuencia del Grito de Lares. Muertos en batalla y su mayoría en las prisiones. Poco o nada se nos cuenta de los miles de encarcelamientos a quienes luchaban y se vinculaban con el ideal de la independencia de Puerto Rico bajo el colonialismo de Estados Unidos en el país. Tampoco se nos habla de los 17 asesinatos a independentistas en la década de 1970, a solo 50 años de hoy.
Por lo tanto, debemos concluir, que tampoco se nos ha hablado de manera profunda y con muchas de las interioridades del tema que nos congrega hoy aquí, la Masacre de Ponce. Sobre esta tragedia puertorriqueña no es cuantioso lo que se ha publicado. Dada una rápida revisión bibliográfica apenas encontré unos cinco libros, incluyendo folletos y la publicación de la magistral conferencia dictada por el abogado entonces Rafael Vicente Pérez Marchand en el Ateneo Puertorriqueño, 30 años luego del suceso. Tampoco se nos habla de quién fue él y por qué tomó la decisión de renunciar a su cargo de fiscal de distrito a los pocos días de la Masacre de Ponce.
De este personaje, muy poco conocido en la historia de Puerto Rico, es que deseo centrar mi exposición de hoy, no sin antes entrar en un breve recorrido histórico de la década de 1930, cuando ocurre la Masacre de Ponce, y se agrade sin misericordia alguna a miembros del Partido Nacionalista de Puerto Rico, presidido por el patriota Pedro Albizu Campos. Como expresara en una entrevista que le realizara el intelectual y académico George Fromm al licenciado Lorenzo Piñeiro en 1969 para el periódico La Escalera, fue “la más brutal agresión contra el Partido Nacionalista de Puerto Rico”.[1] Piñeiro era en 1937, cuando la Masacre, el secretario general de dicho partido, además era de Ponce. Le resume Piñeiro a Fromm que fue una persecución organizada y sistemática contra ellos comenzada a inicios de la década del 30. Le recuerda al entrevistador la masacre de Río Piedras cuando pierden la vida cuatro jóvenes nacionalistas a poca distancia de la Universidad de Puerto Rico, los asesinatos en el mismo cuartel de la policía en el Viejo San Juan a Elías Beauchamp e Hiram Rosado, los asesinatos a nacionalistas en Utuado, los impedimentos a que nacionalistas efectuaran actividades, entre otras desgracias. De mi parte, tengo que agregar, basado en datos ya publicados en algunos de mis libros, especialmente en la nueva edición de Sentencia impuesta-122 años de encarcelamientos por la independencia de Puerto Rico,[2] que en esa década de 1930 por lo menos hubo 25 asesinatos a independentistas y, de los podido contabilizar que fueron a prisión el total es de 64, sin incluir casi una centena de encarcelados por romper casillas del correo de Estados Unidos.
No fue una década fácil para el independentismo, como tampoco para los que luchaban por la justicia laboral, quienes llevaron a cabo una infinidad de huelgas en esa época. La represión fue tan abrumadora que se llegó a prohibir la conmemoración del Grito de Lares y otras actividades independentistas. Fue la década en que el gobierno colonial de Puerto Rico se militarizó con militares estadounidenses de experiencia como el gobernador Blanton Winship, el jefe de la policía Elisha Fracis Riggs, el fiscal Cecil Snyder y el juez Robert A. Cooper.[3]
Cuando Pérez Marchand es nombrado fiscal del distrito de Ponce en 1932 ya cargaba con un gran reconocimiento por el prestigio ganado como abogado, por su desempeño como líder cultural y político, entre otros campos que expondré más adelante. Comenzó a ejercer como abogado en 1915. Fue socio de los conocidos abogados José Tous Soto y Francisco Parra Capó. Era graduado de derecho en la Universidad de Pensilvania en 1914.
En el campo político presidió la Asamblea Municipal de Ponce desde 1925 a 1928. Pertenecía entonces al partido Alianza de Puerto Rico y era de la línea anexionista, “pro americano”.[4] En 1929 fue Juez Interino y luego Juez Sustituto de la Corte de Distrito de Ponce, cargos designados por el gobernador de Puerto Rico. Antes de la Masacre de Ponce en 1937 fue agregado consular de Cuba en Ponce (1927), miembro de la Junta Administrativa del Muelle de Ponce (1927-1930), incorporador del hipódromo de Ponce (1924), desde 1920 socio de número del Ateneo Puertorriqueño, miembro del grupo para la erección del monumento en honor a Román Baldorioty de Castro (1927, también lo fue Albizu Campos), miembro de la Junta Examinadora para candidatos a ejercer en el tribunal federal (1923), presidente del Ateneo Ponceño (1930), miembro de la junta del puerto de Ponce, nombrado por el gobernador Teodoro Roosevelt, hijo (1930), presenta a la poeta chilena Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral en el Teatro Broadway en Ponce (1931), fundador de la Liga Cívica Reformista, para la reforma electoral (1935) y miembro de la directiva Pro Arte de Ponce (1936), dejando de mencionar muchos otros renglones en que este abogado estuvo directamente involucrado antes de que tomara la decisión de renunciar al cargo de fiscal por los sucesos del 21 de marzo de 1937 en Ponce.[5] Su curriculum vitae hasta su fallecimiento en 1972 es sumamente impresionante.
No puede existir duda alguna del prestigio que se había granjeado Pérez Marchand cuando ejercía como fiscal al ocurrir la masacre en 1937. Sin haber incluido yo su defensa por el derecho al sufragio de la mujer, por el derecho de los puertorriqueños a elegir al gobernador, su apoyo al cooperativismo, especialmente en el campo tabacalero, su desempeño como agricultor, su defensa del valle de Lajas y Guánica para la defensa de las aguas de la zona, y mucho más en las décadas de 1920 y 1930. Por cierto, cuando ocurre la masacre se encontraba en su finca en Juana Díaz y llega horas más tarde, ya de noche al lugar de los hechos.
Como expresé, Pérez Marchand no era independentista entonces, todo lo contrario, pro estadounidense al punto hasta de celebrar el Día del Patriotismo de Estados Unidos en 1924.
Pérez Marchand resistió las presiones del gobernador Blanton Winship y del Procurador General Benigno Fernández García, el jefe de los fiscales, para que acusara a las víctimas o supervivientes de asesinato. Sin embargo, se exoneró a los cuatro policías que él acusó de asesinato. En su renuncia al cargo de fiscal en el telegrama que le envía al gobernador Winship, le expone las razones que ya le había enviado al Procurador General Fernández García, entre otras las siguientes, expresadas por él mismo: el no estar de acuerdo en “cuanto al modus operandi siguiéndome sobre normas de conductas del fiscal de este distrito en relación con dichos acontecimiento”; “por entender yo que la Ley Especial núm. 21 de junio de 1936 pone toda la responsabilidad de la investigación en tales casos en la del fiscal de distrito correspondiente…”; además, que era un caso de delicada confianza; y que su renuncia era irrevocable.[6]
Para Lorenzo Piñeiro, Pérez Marchand “…prefirió renunciar a su cargo, antes que convertirse en parte de la conjura”.[7] Otro prestigioso abogado que ha escrito sobre la Masacre de Ponce, el reconocido intelectual Carmelo Delgado Cintrón, expone que el gobernador Winship le ordenó a Pérez Marchand a acusar a los nacionalistas y exonerar a los policías acusados por violar derechos civiles y asesinato, a lo que el fiscal se niega, y nombra su acción “como un acto de valentía moral”, agregando que el fiscal cumplió con su función.
Pérez Marchand estuvo 30 años sin públicamente hablar de la Masacre. No es hasta el 20 de abril de 1967 cuando da una charla de 45 minutos en el Ateneo Puertorriqueño en la que detalla lo sucedido y expresa su sentir. Esa charla la tituló “Reminiscencia histórica de la Masacre de Ponce”. A los pocos años, en 1972, fue publicada con el mismo título por el Partido Nacionalista de Puerto Rico. Se puede conseguir por Internet, pero es preferible escucharla.[8] Gracias al historiador Guillermo Morejón, quien me la envió de manera digital, no tuve que ir al Archivo General de Puerto Rico a conseguirla en audio. Expongo que es mejor escucharla, porque Pérez Marchand era un gran orador y esa noche en el Ateneo Puertorriqueño ofreció una conferencia verdaderamente magistral. Quien lo presenta – no se logra identificar – dice sobre Pérez Marchand que adoptó una decisión digna. El exfiscal no quiso mencionar nombres, ya que la mayoría había muerto, incluyendo los responsables.
Pasa a explicar cómo llevó a cabo su investigación de manera objetiva, y concluye que “fue una macabra matanza”, y que se profanó el Domingo de Ramos. Va narrando paso por paso cronológicamente, concluyendo que el derecho a la vida y a la libertad de expresión fueron violados. Narra que como fiscal solo podía localizar cadáveres y sobrevivientes. De manera bien tétrica relata su experiencia con el policía que fue a notificarle que tenía que reportarse. Ese agente le expresó: “Dios mío, ayúdame, que me voy a volver loco”. Al poco tiempo el policía muere. La viuda ante el dolor tan grande no permitió que el jefe de la policía entrara a su casa durante el velorio.
La charla en el Ateneo fue muy emotiva, con expresiones pausadas, de una gran oratoria con mucha pasión. Habló de los asesinatos perpetrados por la policía, de las torturas cometidas en los cuarteles policiacos contra los detenidos, incluso el caso de un miembro de la Guardia Nacional que residía cerca del comité Nacionalista y que fue acribillado y rematado en el suelo por la policía. También narró otros casos igual de terribles.
La investigación la efectuó en cuatro días. Le envió su informe al Procurador General y al gobernador Winship. El mismo día de la Masacre el gobernador le telegrafió al presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt indicándole que la policía había sido atacada por los nacionalistas, lo que contradecía el informe del fiscal Pérez Marchand.
Pérez Marchand en la década de 1940 pasa a defender el ideal de la independencia de Puerto Rico. Fue miembro del Partido Independentista Puertorriqueño – PIP. Su evolución ideológica trascendió de ser miembro del Partido Republicano de Puerto Rico, luego de la Alianza de Puerto Rico, y del Partido Liberal, al PIP. Llegó a participar en la década de 1960 en actividades del Movimiento Pro Independencia – MPI. Llevó casos del PIP junto con Gilberto Concepción de Gracia, Rafael Arjona Siaca y Francisco Susoni, hijo. Se opuso a la imposición de la Ley 600, y con Arjona Siaca le envían carta al presidente de Estados Unidos Harry S Truman explicando sus motivos.
Defendió a Juan Antonio Corretjer cuando presidía en 1950 la Unión del Pueblo Pro Constituyente al ser acusado junto a otros compañeros en los días de la insurrección nacionalista. Defendió en esa álgida década de 1950 a miembros del Partido Comunista de Puerto Rico.
En el campo legal estableció varios precedentes. En 1951 recurre en apelación al Tribunal de Boston en defensa de un acusado con insolvencia económica en Puerto Rico. Lo lleva en conjunto con Santos P. Amadeo. Fue el primero caso en Puerto Rico en que se le permitía al apelante litigar en forma paupérrima. Era un caso de asesinato.
Pérez Marchand fue uno de los abogados que impugnó la Ley 53 de 1948, la conocida como la “Ley de la Mordaza”. Ley que llevó a la cárcel a más de 200 independentistas en la década de 1950.[9] En 1953 llevó también un caso sobre el derecho a la confrontación de los testigos, en conjunto con Santos P. Amadeo. Se les unió el abogado Miguel Velázquez. En 1971 fue parte del cuerpo de abogados que impugnaron la constitucionalidad del reglamento del Tribunal Supremo limitando a cinco las veces de tomar el examen de reválida. Junto a Santos P. Amadeo y Pelayo Román Benítez representaron a estudiantes que habían tomado el examen de la reválida en varias ocasiones.[10]
Antes de finalizar deseo contarles una anécdota que me refiere en buen amigo y gran abogado criminalista Enrique Ayoroa Santaliz. Recién él graduado de derecho de la Universidad Católica en Ponce, apadrinó a unos estudiantes de esa universidad. El grupo invitó a Pérez Marchand para que les conferenciara sobre la Masacre de Ponce. El exfiscal les narra una anécdota: iba en un vuelo a Estados Unidos en el que tuvieron que hacer un aterrizaje de emergencia por desperfectos del avión. Aterrizan en un pueblo en el estado de Georgia. A Pérez Marchand le pareció conocido el nombre del pueblo. Era el pueblo de donde era oriundo el gobernador Winship. Tomó un taxi y fue Pérez Marchand directamente al cementerio. Buscó y buscó con gran determinación la tumba del responsable de la Masacre de Ponce. Finalmente la encontró, y ante donde está sepultado Winship, le expresó al estudiantado de la Universidad Católica: “Me puse delante de ella y la escupí”. Según el recuerdo de Ayoroa Santaliz: “Aquel desenlace dramático inesperado, sacudió a toda la audiencia de pies a cabeza. Él tenía un modo de hablar pausado y ceremonioso”. Añade el amigo Ayoroa Santaliz que el estudiante que invitó a Pérez Marchand lo hizo a través de unos parientes suyos. Ese estudiante fue Pedro Goyco Amador, luego Fiscal General de Puerto Rico. Casualidades de la vida.[11]
Deseo añadir una anécdota personal. Siendo periodista, cubriendo un caso judicial, me sorprendió muchísimo las expresiones del fiscal Roberto Farinacci García al juez, algo que nunca he olvidado. En resumen, el fiscal Farinacci García expresó que él como fiscal no estaba para acusar de manera obligatoria a quien entendía que era inocente, y retiró los cargos.[12] Conociendo hoy la historia de Pérez Marchand, comprendo que no fue en vano su acto de valentía moral.
Desde que Pérez Marchand comenzó su caminar político en Ponce especialmente desde la década de 1920 fue muy citado por la prensa de Puerto Rico hasta su fallecimiento en 1972. Fue un extraordinario criminalista. Llevó muchos casos junto a Santos P. Amadeo, otro de los grandes criminalistas de Puerto Rico. Defendió en múltiples ocasiones a miembros del Partido Nacionalista de Puerto Rico, incluso, desde el mismo 1937, el año de la Masacre. De igual manera en la década de 1950 a miembros del Partido Comunista de Puerto Rico.
Espero que hoy se haya conocido algo más de la historia que no nos cuentan. De la historia de gente que con gran dignidad moral llevan a cabo sus menesteres profesionales. Asimismo, de personas que evalúan su caminar político y evolucionan. Muchas gracias.
Notas
[1] George Fromm. “Entrevista con el Lic. Lorenzo Piñeiro”. La Escalera, marzo 1969, pp. 1-25.
[2] Ché Paralitici. Sentencia impuesta- 122 años de encarcelamientos por la independencia de Puerto Rico. Gaviota. Río Piedras, 2022. El capítulo 2, “Radicalización del nacionalismo y sus consecuencias”, pp. 77-127.
[3] Ibid.
[4] Como dato interesante añado que en 1927 el abogado Ernesto Ramos Antonini, también ponceño, fue el vicepresidente de ese cuerpo legislativo municipal.
[5] Parte de estos datos en: El Mundo, 24 de abril de 1967, p. 3; 18 de mayo de 1965, p. 4; Álbum histórico de Ponce (1692-1963) de Luis Fortuño Janeiro. Ponce, 1964.
[6] El Mundo. 5 de abril de 1936, p. 1. Por A. Castro, Jr.
[7] Fromm, Op. Cit.
[8] Rafael Pérez Marchand. Reminiscencia histórica de la Masacre de Ponce. Partido Nacionalista de Puerto Rico – Movimiento Libertador. 1972. Grabación en el Archivo General de Puerto Rico.
[9] Ver Sentencia impuesta, Op. Cit. Segunda Parte, capítulo 1.
[10] La información anterior tomada de varias ediciones del periódico El Mundo.
[11] Correspondencia digital con Ayoroa Santaliz 21 y 22 de junio de 2024. Winship murió en 1947 a los 77 años. Está sepultado en el Rosehill Cementery en Macon, Bibb County, Georgia, donde nació. Fue abogado militar, Judge Advocate General del Ejército de Estados Unidos. Se graduó de derecho en Mercer University Law School. Fue nombrado por el presidente Roosevelt gobernador de Puerto Rico en 1934, cargo que ocupó hasta 1939. Estuvo activo en la Segunda Guerra Mundial y se retira del Ejército en 1944, a sus 75 años, siendo el oficial activo de mayor edad. https://es.findagrave.com/memorial/2463271/Blanton_c-winship.
[12] “En su encierro pide perdón por asesinato”, Primera Hora, 4 de diciembre de 2012. Farinacci García fue asesinado el 4 de marzo de 1996.
Texto leído en ocasión de presentar la bandera de la Masacre de Ponce en la Universidad Interamericana.