Especial para En Rojo
La deriva represiva y de corte fascista es inevitable en un proyecto como el de Milei en Argentina: La brutal represión con la que el (des)gobierno de Milei respondió a la movilización de jubilados en Argentina es consecuencia lógica del tipo de proyecto que ese personaje representa.
Lo «libertario», como hemos dicho otras veces, no es más que neoliberalismo concentrado. Lo cual, fundamentalmente, implica tres cosas que debemos tener muy en cuenta: economización del Estado, disciplinamiento de la sociedad (darwinismo social) y lógica fascista. Veamos.
El neoliberalismo no reduce ni elimina el Estado como tal, sino que lo reconfigura para que opere en función de determinada lógica económica. Los neoliberales, históricamente, parten de que el Estado democrático producto de las revoluciones liberales del siglo XIX, y atravesado por el consenso keynesino de corte socialdemócrata del siglo XX, no es suficiente para garantizar los derechos de propiedad de los ricos (en su concepción la gente humana y moralmente superior). Por ello, proponen reconfigurar el aparato estatal para que de centrarse en la gestión de lo común y crear bienes públicos, pase a garantizar la acumulación de las élites propietarias y a crear espacios para los negocios de éstas. Y para llevar a cabo esa operación lo que hacen es economizar la política, a fin de que el debate en términos economicistas sustituya la deliberación democrática de sustrato eminentemente político. De ese modo, logran que los privilegios de esas élites se conviertan en «técnica económica». Y, por lo tanto, toda crítica que se les haga sera vista como «populismo», «desconocimiento del funcionamiento de la economía», etc. De ahí el énfasis de autores neoliberales como Milton Friedman (hoy santificados pese a que el resultado histórico de la aplicación de sus ideas ha sido catastrófico) en analizar la sociedad como un hecho fundamentalmente económico.
Por otro lado, para hacer operativa esa economización del Estado se requiere un proceso de disciplinamiento social. El objetivo es que las mayorías asuman el lugar pauperizado que les toca en la configuración neoliberal. Para esto los neoliberales parten del darwinismo social en el que habría personas -pobres, trabajadores no calificados, gente no blanca, migrantes, mujeres, envejecientes, etc.- que serían prescindibles. Por tanto, los derechos históricamente conquistados por estos grupos deben ser eliminados mediante su presentación como gasto o «excesos del populismo». De ese modo se lograría que buena parte de los damnificados de esa lógica acepten la ideología neoliberal y la dominación de los arriba como lo normal.
Detrás de esos recortes (motosierra) de Milei lo que hay, pues, es una lógica de disciplinamiento social a gran escala. Por último, tenemos la demonización del adversario convertido en enemigo existencial de la patria y la «gente de bien». No hay proyecto neoliberal sin una sistemática deshumanización del otro. Desde Pinochet hasta Milei ha sido un sello fundamental de este proyecto. Y esto, pues, los inscribe en la lógica fascista de la que históricamente son herederos. Mussolini y Hitler, nada más llegar al poder, lo primero que hicieron fue «limpiar» sus sociedades de izquierdistas y sindicatos. Eran esos dos grupos las principales resistencias sociales al programa de aseguramiento de los derechos de propiedad privados que el fascismo siempre encarna. El fascismo no es más que una opción de última instancia del capitalismo en crisis. En la movilización de jubilados en Buenos Aires se vieron camiones militares desde donde se les gritaba a los manifestantes «zurdos» y otros insultos ideológicos. Pura lógica fascista.
Sin represión no hay neoliberalismo, esto es, programa “libertario”. Pues es un proyecto que debe asegurar altos márgenes de acumulación y privilegios a ciertos grupos minoritarios; lo cual sin reprimir a las mayorías afectadas no se logra. Por eso los «libertarios» aplican la motosierra a la parte social y de garantías de derechos del Estado. Pero nunca recortan el presupuesto militar ni el de la policía. Más claro ni el agua.