El regreso y el antiregreso

Estampas del fin del mundo. Ilustración Kike Estrada

Querido Rafa:

Saludos diasporeros. Ojalá que «En Rojo» siga enrojeciendo la Patria.

Les envío este poema, que leí el sábado, 22 de marzo en La Onda Expansiva. Me ha estado bullendo en la cabeza y mordiendo mis divagaciones sobre la página. Ha sido criatura de muchas reflexiones y reformas. Si les interesa, publíquenlo. Si no, ya les enviaré otros textos que estoy investigando y trabajando sobre Hostos.

Un abrazo hostosiano y rojizo,

Orlando 

***

EL REGRESO Y EL ANTIREGRESO

 

Buenas noches.

No he venido hoy a rendir pleitesía,

sino a interpelar a una vieja amiga y a consultarle sobre las atrocidades del mundo,

que es cada vez más ajeno y más calenturiento.

Les cuento, amigues, para el récord y muy a pesar mío, que la poesía me persigue.

(Así con letra minúscula…)

Somos dos cuerpos adoloridos que se vislumbran en el horizonte, pero no hay vía unitiva.

Ya me comenzó la electricidad en el hombro izquierdo: un nervio pillado de bajo voltaje…

Fue una revelación reciente.

Antes no sentía sus pulsaciones (no las de la poesía, sino las del nervio).

Y ahora ha vuelto a mostrarse ante mis ojos (no el nervio, sino la poesía).

No sé cómo, pero pudiera ser un ardid de los amigos que organizaron esta lectura.

No cabe duda que también son cómplices quienes vienen aquí a escucharse mutuamente.

En cambio, yo he venido a hacer un ajuste de cuentas.

De esos que se estilan en esta Isla Amada, Armada, y con frecuencia Desalmada,

por discusiones geográficas y cuestiones de puntos.

Esto no hace falta que decirlo en voz alta.

Porque el hegemón conoce de sobra de qué está hecha la hermosura rentable de esta colonia,

donde la gente no se morirá de nada, y sí de muchas cosas.

Vuelve contra mí este maldito ser inefable

como la amante que murió sin ver realizadas las más tiernas caricias del mundo ni del amado,

y sin mirar vio sus fantasías más allá de los sueños.

Les cuento que la Poesía murió

por falta y exceso de amor al mismo tiempo,

y que hoy resucita para bien de todes nosotres.

Y morirá nuevamente a causa de enfermedades,

cuya cura no las pagará el seguro médico,

negociado y legislado por los partidos que se alternan en el esplendor de la ganancia.

No hace falta mencionar nombres en la casa de los locos y los muertos.

El Amor y la Poesía se malentienden.

Se desnudan y demudan por el puro deshonor de verse juntos,

retratados en fotos que ya nadie quiere mirar.

No se llevan bien, el Amor y la Poesía.

En realidad, nadie se lleva bien con la Poesía.

Quizás Lorca o Neruda, a puro poema,

Como los goles de Messi, ejecutados de cualquier forma,

con y contra el resto, como el buen amor del Arcipreste.

He aquí la perspectiva sublimada con que nos mira la Muerte,

que es una impostura malhadada,

Porque ¿cuándo fue la última vez que alguien tuvo amores glamorosos con eso que

llamamos Poesía (ahora sí con mayúscula)?

¿Fue amor verdadero, derroche impetuoso, o entrometimiento de la biología?

¿Amor de 5 minutos?

Juzguen los minutos confabulados y jueguen.

Puede ser que se peguen y que se arrepientan de haberse pegado y de habérselas pegado.

Esas cosas pasan, y pasan con el tiempo, en el tiempo y en el destiempo.

Son los muertos y los años, quienes finalmente nos reclaman.

Francamente, no esperaba verla aquí hoy, después de mis abandonos y sus maldiciones.

A más de eso, son encuentros cercanos de la tercera época.

Es evidente que la poesía y la verdad pueden ser perfectamente complementarias y

antagónicas, uno de los rostros inexpugnables de la dialéctica.

Porque ¿cuántas veces no hemos llegado a la terrible conclusión que debería angustiar al más

desinteresado de les poetas?

Resulta que la Vida y la Poesía también se aborrecen mutuamente.

Más de 50,000 palestinos claman por su regreso de la MUERTE.

Nada de eso estaba escrito en el Gran Libro,

Sin embargo, en el New York Times aparecen las esquelas y las sentencias.

No es solo el regreso del círculo giratorio que determina las horas y los días.

En Guernika se construyó un estupendo Museo, a ver si aprendíamos alguna cosa.

Una flagrante hermosura: fotos de niños y niñas masacrades, viejas, ancianos, perros, perras,

hechos añicos por los luminosos bombardeos y también caballos traspasados por lanzas…

Todo eso terriblemente pintado y documentado, por obra y gracia de la Historia.

Luego 6 millones de almas calcinadas por el delito inverosímil de ser judíos.

Y después Hiroshima y Nagasaki, miles de hombres y mujeres evaporadas,

como decía clarísimamente el poeta Graciany.

Y una niña invadida en sus genes por la radiación, que hacía hermosas figuras de papel

origami: las mil grullas de Sadako Sasaki.

Querido mes de agosto, cuéntame tus infantiles atrocidades, tus penas ancestrales,

el genocidio de quienes solo bailaban la danza de la vida.

Ven, háblame de todo eso.

Y entonces fue Palestina.

La Muerte en el momento exacto en que se disponían a seguir viviendo.

Hospitales, escuelas, campos de fútbol, arboledas, jardines, hortalizas, templos:

Decidme,

Díganme,

Cuéntenme:

¿Adónde se metió la Poesía en aquellos momentos tan cruciales para la Vida y la Muerte?

¿Cómo es posible que sobrevivan tantos muertos?

¿Qué hay de poético en todo ese tinglado?

Una Palestina sin árboles, sin niños, sin niñas, sin flores, sin dátiles.

Yo solo le hablo a la Poesía en nombre de la Tierra.

Pero la Poesía no dice nada.

¿Es que acaso la Nada y la Poesía no se entienden?

Lo mejor es no mirarle a los ojos para desarrugarle las penas.

Conocerla íntima y desaforadamente cada 100 años.

Dejar que se disuelva.

Y dejar prolongar sus efectos hasta que el corazón resucite.

Lo intenté y doy fe de mis innumerables fracasos.

¿Cómo es posible conversar sobre estas cosas mientras la gente se mira con completa

indiferencia?

¿No habrá otra forma de amar que perturbe menos la Dignidad de la poesía?

Yo solo digo lo que sé, aunque no sepa lo que digo, decía una voz sin cuerpo en el paraje de los

murmullos.

Son las voces de nuestros muertos.

¿No sería mejor preguntarle a un vientre sobre los insospechados nacimientos?

Una honda canción que se hunde en la garganta y un colérico estremecimiento.

¿Será posible?

El Fascismo ha vuelto y renace con los nuevos escombros.

Y disfrutamos otra vez a todo color la fiesta de los galones y la miseria.

Mientras tanto, esa música que nos transporta y se hunde en la vigilia de la noche.

Y ya no más añoramos los ensombrecidos encantos.

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