El romance que sobrevive al caos: Licorice Pizza

Especial para En Rojo

 

“Something that two people who are in love create together against impossible odds can hold them together forever.”  Julius, A Little Romance

En A Little Romance (George Roy Hill, Francia/EEUU, 1979), un par de jóvenes de trece años con el ingenio y la creatividad de los adolescentes de las películas de Wes Anderson (Rushmore 1998 y Moonrise Kingdom 2012) se enamoran en París. Lauren (Diane Lane) es amante de los libros y proviene de una familia de mucho dinero. Daniel (Thelonious Bernard) es un cinéfilo e hijo de un taxista. Inspirados por una leyenda que les cuenta Julius, un carismático ladrón actuado deliciosamente por Laurence Olivier, los jóvenes amantes deciden escapar a Venecia. Según Julius, si Lauren y Daniel logran besarse bajo el puente de los Suspiros justo cuando se pone el sol, su amor será eterno. Perseguidos por sus padres y la ley, Lauren y Daniel emprenden una de las aventuras más románticas del cine forjando así un amor que, como Julius expresa en el epígrafe, será eterno (o memorable, que no es lo mismo, pero es igual) por los obstáculos que enfrentaron. Este amor se hace más bello por el mundo que los rodea, un París que brilla por su devoción al cine y una Venecia de campanarios que anuncian el principio de un pequeño romance que puede contra todo. La inocencia que refleja el amor tan puro entre Lauren y Daniel se repite en la relación entre Alana (Alana Haim) y Gary (Cooper Hoffman) en Licorice Pizza (Paul Thomas Anderson, 2021).

La nueva película de Anderson se enfoca en Gary, un carismático joven de quince años con un talento impresionante para los negocios. Mientras hace fila en la escuela para tomarse una foto, Gary conoce a Alana, una joven de veinticinco años de la cual se enamora. Aunque ella lo ve como un niño, Alana comienza a conocer a Gary por las diferentes oportunidades de trabajo que este le ofrece. A través de una serie de viñetas que develan el mundo surreal de California durante el principio de 1970, Alana y Gary se encuentran constantemente corriendo el uno hacia el otro. Su viaje es marcado por innumerables obstáculos que incluyen la diferencia de edad; la escasez de petróleo durante los 70; y los diversos intereses que nacen a través del camino que amenazan con separar a Gary de Alana. Su diferencia de edad es un elemento interesante que evoca otra gran película, Harold and Maude (Hal Ashby, 1971), donde Maude (Ruth Gordon), una mujer de setenta y nueve años hambrienta de experiencia, tiene una relación con Harold (Bud Cort), un joven de diecinueve años obsesionado con la muerte. Ambas películas exploran romances entre personas de diferentes edades evadiendo la fascinación sexual con menores. Estas películas funcionan de maneras muy diferentes a Manhattan (Woody Allen, 1979), donde el personaje de Tracy (Mariel Hemingway) de diecisiete años seduce al personaje de Isaac (Woody Allen), que tiene cuarenta y dos. A pesar de que Tracy tiene cierta agencia en la película, su rol existe en función del personaje de Allen. Ella es solo una etapa en la que Isaac descubre algo de sí mismo, marginando a Tracy a una aventura sexual en la tergiversada visión del director. Sin embargo, al igual que Licorice Pizza, Harold and Maude presenta dos personajes con sus propias peculiaridades que se encuentran para que Maude se despida del mundo y para que Harold recupere su pasión por la vida. En Licorice Pizza, Gary es un joven con actitudes de adolescente cuyo carisma y devoción por Alana lo enaltecen como personaje. Al mismo tiempo, Alana demuestra actitudes inocentes que la acercan más a la mentalidad de Gary, como cuando ella le saca la lengua para molestarlo. Como director y libretista, Anderson logra construir una relación entre dos personajes complejos cuya madurez se devela en el amor que cada uno tiene por el otro. El deseo sexual es inevitable, pero no reemplaza la manera en que ambos se van descubriendo en las particularidades del otro.

Algo que Anderson logra en su película es hacer de California a principios de 1970 un espacio lleno de aventura y romance. Licorice Pizza no localiza la acción en lugares tradicionalmente románticos como lo son el París y la Venecia de A Little Romance o hasta la campiña italiana con bellísimas esculturas grecorromanas que emanan del mar en Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017). Anderson retrata un lugar de calles empinadas, salas de juegos de pinball y tiendas de camas de agua. Estos lugares coexisten con la mansión de Barbra Streisand y Jon Peters (que Bradley Cooper actúa maravillosamente con energía de periquero) y restaurantes oscuros donde comparten las estrellas de Hollywood. Cada viñeta en la película es una pieza visual que revela otro aspecto de California en un momento en particular, así como Anderson también lo logra en su película Boogie Nights (1997). Diferente a Boogie Nights, donde Anderson expresa la nostalgia por la pérdida de la industria del cine porno y de la libertad sexual de los 70; Licorice Pizza retrata un lugar en un momento en el tiempo donde dos jóvenes se tocan las manos mientras gozan del vaivén de una cama de agua escondidos del caos de California.

En A Little Romance, el director idealiza el romance de dos adolescentes convirtiéndolo en un poema que refleja una realidad alterna. Pero en Licorice Pizza, Anderson nos brinda un romance donde un adolescente con espinillas en la cara y barriga protuberante se enamora de una chica con dientes imperfectos que muchas veces juega con los sentimientos del joven. En las manos de Anderson, estas supuestas imperfecciones son elementos únicos que hacen de la relación entre Alana y Gary tan memorable como ese beso bajo el puente de los Suspiros justo al ponerse el sol. Aunque no he visto todo lo que ha salido en el 2021 y en lo que va del 2022, Licorice Pizza es una de mis experiencias favoritas en el cine este año.

Artículo anteriorAgua: de la explotación a la autogestión comunitaria
Artículo siguienteSerá Otra Cosa: Anubis