En la lucha por la salud

Aunque cada año la ONU consagre el 7 de abril, como “día mundial de la salud”, la Iglesia Católica conmemora el “Día mundial del enfermo” cada 11 de febrero. Realmente, no está demás que tengamos dos fechas para recordar que la salud no es lujo ni artículo de comercio. Es derecho humano y necesidad de primera categoría. En el mundo, más de mil millones de personas viven en situación considerada por debajo de la pobreza. En esa realidad, el hambre se convierte en epidemia y para la mayoría de las personas, la salud se vuelve un ideal casi inalcanzable.

La Organización Mundial de Salud, organismo de ONU, define la salud como “estado de total bienestar físico, psíquico, mental y social”. Según esa comprensión, la salud consiste no sólo en no estar enfermo, sino en alcanzar un equilibrio de vida sana. Si es así, casi nadie puede considerarse con salud plena. La salud sigue siendo un ideal a buscarse cada día de nuevo.

Las actuales constituciones de nuestros países, de un modo o de otro, establecen que “salud es derecho de todos y deber del Estado”. Sin embargo, gobiernos neoliberales han construido un sistema mixto en el cual el Estado invierte y gasta, pero son las empresas privadas que, al hacer de la salud mercancía de lujo, se benefician. Organizaciones privadas reciben hospitales y equipos públicos con todos sus bienes e instrumentos. El sector privado las administra y explota para sacar de eso provechos y beneficios. Las empresas privadas solo quieren su ganancia. Por eso, organizaciones de la sociedad civil y de pastorales deben luchar para llamar la atención de las personas y del Estado para el cuidado con las personas enfermas.

Para celebrar la importancia del cuidado de todos con la salud de la población en este 11 de febrero de 2019, el papa Francisco propuso el tema evangélico “Recibiste de gracia, da de gracia” (Mt 10, 8). El escribió una carta para la celebración internacional que, en ese año, será en Calcuta (India). En esa carta, (accesible en internet), el Papa insiste en denunciar “la cultura del descarte y de la indiferencia” y pide que se coloque “la generosidad gratuita como paradigma capaz de desafiar el individualismo y la fragmentación social de nuestros días y para promover nuevos vínculos y formas de cooperación humana”.

Actualmente, en diversos países del continente y del mundo, infelizmente, parece que muchos prefieren escoger el odio como camino social y político. Esto ciertamente solo provoca enfermedades. El Papa tiene razón al recordar: Sólo el amor cura y da salud.

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