En Reserva-Flores para KD

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Imagen de hombre nahua con flor[i]

Especial para en Rojo

Encontré su ensayo una semana después de que llegara la noticia. El mensaje de la semana anterior había sido formal y distante, dolorosamente protocolar. Uno de los estudiantes más brillantes que tenía había fallecido “inesperadamente” durante el fin de semana y tocaba recibir al decano y a la capellana en el salón de clases a la mañana siguiente para que compartieran la noticia con el resto del grupo. No hubo explicaciones ni detalles, solo la implícita y absurda exigencia de enterarse y proseguir. Estaba y ya no está. Lo dejamos aquí y retomamos el miércoles. Siempre continuar.

En la mañana del día que murió había escrito el ensayo que tenía en mis manos. Encontré su ensayo, el único de cincuenta y cuatro que me había quedado. Ahora me enfoco en su escritura, en su habla, porque lo conocimos poco tiempo.

Escribió “Una lección de dolor”, un recuento del accidente que sufrió en Central Park a los ocho años. Un ciclista lo había atropellado y se había ido a la fuga. Doce años después, el narrador recordaba el dolor más intenso que jamás sintió en su vida. Aun así, hacía espacio para la solidaridad con el victimario: reconocía que probablemente sintió mucho miedo y se dio a la fuga porque no podría pagar la hospitalización del niño. Y así la memoria lo soltaba. No se aferraba a la injusticia. Volaba liviana y se arrimaba a otro afecto. Se acordaba de los brazos de su padre, que lo cargaron al costado de la vía. Recordaba bien su presencia en el hospital, en la sala de espera. En su último día en la tierra, evocaba la seguridad del abrazo paternal.

¿Cómo asimilar que, entre el cansancio y el montón de tareas por corregir atrasadas, me aparezcan tus papeles y archivos? Encuentro tu semblanza en vídeo, un ejercicio sobre la identidad. Ante la cámara, mencionas tus planes de ser abogado o maestro de inglés de secundaria. Al final del vídeo dices: español y biología son sus clases favoritas. ¿Cómo procesar este dolor? ¿Por qué tengo yo esto y no tus padres? ¿Qué hacer con la violencia del tiempo, que nos lanza en direcciones opuestas?

No me queda otro recurso que las palabras. Las tuyas y las mías.

Le gustaba extender las frases con cláusulas relativas. Se le entreveía cierto júbilo en el hablar, despreocupado de la precisión gramática. Empezaba a disfrutarse la palabra. Me hubiera encantado que llegara al fin de semestre, para que pudiera escribir así, en el imperfecto del subjuntivo. Que deseara e imaginara pretéritos y futuros alternos. Me hubiera dado mucho gusto verlo seguir su trayecto, lucirse en clases de español avanzado. Que leyera nuestra literatura, llena de maravillas, de una diversidad tan extensa como los minerales de la tierra, o de un dolor tan profundo como el de las civilizaciones que anticipan su extinción.

Prefiero imaginarlo gozando del aspecto más redentor que puede ofrecer la educación. Imagino perfectamente encontrármelo en algún pasillo, luego de que leyera a los nahuas, cuyos monarcas también fueron poetas. Aprende con júbilo que preservaron su palabra sin escritura alfabética porque el pueblo cantaba y bailaba su literatura en las calles. Ahora sabe que tenían como tropo metaforizar la palabra poética como flor y que su delicadeza era el único consuelo ante la fragilidad de la vida:

Solo las flores son nuestro atuendo,
solo los cantos;
[…]
solo un momento aquí,
todos nosotros iremos ya a su casa.[ii]

Tenía una voz profunda, como de locutor de radio. Se le entreveía cierto júbilo al hablar, como quien recién se encuentra entre una cosecha interminable, labrada por toda la humanidad.

Que sus padres sepan que su presencia ha trascendido la barrera lingüística. El amor que le brindaron es, como el más grande de los milagros, un mensaje misterioso expresado en lenguas. Es más que un juego. Es la memoria, un desafío al tiempo. En el origen estaba la palabra y retoñará para otras manos.

[i] Disponible en Códice Florentino Digital/Digital Florentine Codex, editado por Kim N. Richter y Alicia Maria Houtrouw, «Libro 2: Las Ceremonias», fol. 143v, Getty Research Institute, 2023. https://florentinecodex.getty.edu/es/book/2/folio/143v?spTexts=&nhTexts= Consultado el 25 octubre 2025.
[ii] “Mexica otoncuicatl” Cantares mexicanos. II-tomo 1. Del f 1r al 42r. p.34
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