Entre la música y el deporte

“Botaron la pelota tu Papá y tu Mamá, con lo linda que te han hecho para mi”

Willie Rosario (canta Gilberto Santa Rosa)

– Botaron la Pelota

El 13 de mayo del 2016 y a los 47 años de edad, el músico puertorriqueño Bernabe Williams Figueroa Jr. se graduó de la Manhattan School of Music, una de las instituciones musicales más prestigiosas del mundo, con un Bachillerato en Guitarra y Composición de Jazz. Sus compañeros y profesores (a muchos de los cuales conozco personalmente) lo describen como un estudiante serio y enfocado, con una disciplina tan envidiable como contagiosa. Cuentan de cómo su nivel de compromiso era tal que, cuando por alguna razón u otra tenía que faltar a clases, enviaba a alguien para que tomara notas y lo mantuviese al tanto de lo que se había perdido. El trabajo y la dedicación necesaria para convertirse en músico eran facultades que ya había desarrollado, esenciales para triunfar en su carrera anterior: como jardinero central de los Yankees de Nueva York, portando el número 51 y bajo el nombre de Bernie Williams.

La relación entre la música y el deporte es larga y ampliamente documentada. Basta nada más con echarle una mirada al género de la Salsa para que encontremos múltiples referencias al deporte en general: El Caballo Pelotero de Bobby Capó y popularizada por El Gran Combo, el comienzo de la segunda del noveno de Rubén Blades y su Decisiones y el homenaje a los legendarios jockeys jinetes Cordero y Belmonte(V.Mercado) en la voz de Ismael Rivera, entre otras. También son muchos los deportistas que a lo largo de la historia se han adentrado en el mundo de la música. Algunos lo han hecho de manera más seria, como es caso del ya mencionado Bernie Williams. A este grupo también se pueden añadir el exbaloncelista de la NBA Wayman Tisdale (destacado bajista eléctrico que grabó varios discos de Jazz como líder) e incluso el “Rey” Pelé, quien durante su carrera como futbolista grabó varias de sus composiciones con reconocidos artistas (incluyendo a la legendaria cantante Ellis Regina, con quien grabó Perdao, Nao Tem en 1969), y que editó un disco como cantante en el 2006 titulado Ginga. Otros atletas han incursionado en el mundo de la música de manera más amateur. En esta categoría habría que incluir al legendario toletero puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda, quien es un gran amante del Jazz así como también un aficionado a la percusión latina. De hecho, les recomiendo que la próxima vez que tengan acceso al internet (y unos minutos para matar) busquen un vídeo de Peruchín “audicionando” como conguero con la orquesta del gran Tito Rodríguez; es un intercambio muy divertido. En esta categoría aficionada podríamos también incluir a otra leyenda del deporte, el tenista John McEnroe, quien en sus ratos libres toca la guitara y que incluso es miembro de una agrupación de Rock llamada The Johnny Smith Band. La tercera categoría es, desafortunadamente para todos nosotros, la más común. Por motivo de este artículo (y por aquello de ser prácticos) le llamaremos a éstos los Músicos con fama de atletas (¿o quizás los Fa-músicos?). En esta categoría están todos esos atletas que deciden ser músicos simplemente porque pueden. Son ricos, famosos y se dan el lujo de incursionar en el mundo de la música sin temor a las consecuencias. Aquí incluimos a un gran número de excelentes baloncelistas – entre ellos Shaquille O’neal, Kobe Bryant y Allen Iverson – que se han adentrado en el mundo del Hip-Hop y la Música Urbana. También hay que incluir aquí a una considerable cantidad de boxeadores – como en el caso de Oscar De La Hoya y Manny Pacquiao – que se han inclinado más por el género de la Balada-Pop. Ambos pugilistas han editado discos en el mercado, e incluso han hecho vídeos musicales. La pregunta es: ¿Si no fuera por su fama como atletas, podríamos (con la conciencia limpia) escuchar una canción de Pacquiao o De La Hoya sin que nos provocara risa, o incluso pena? ¿Es la fama de estos atletas -Fa-músicos lo suficientemente grande como para que ignoremos su mediocridad como artistas?

La respuesta es, por supuesto, complicada y podría variar muchísimo dependiendo de la perspectiva. Pero si hay algo en lo que sí podemos estar todos de acuerdo es que entre la música y el deporte hay muchos espacios compartidos.

Una de las citas más memorables de Albert Einsten es aquella en la que el científico proclamó que, eso que muchos llamaban su Genio, era “1% talento y 99% trabajo duro” Y es precisamente esto, el trabajo duro y la dedicación, lo que lleva a los músicos y atletas por excelencia a encontrar un lugar en común. En ninguna de las dos ramas basta con ser talentoso; si se quiere ser bueno de verdad hay que trabajar, trabajar y después trabajar un poco más. Tomen por ejemplo al boxeador Floyd Mayweather. Y sí, acepto que el campeón invicto puede ser abrasivo, pomposo y a veces hasta caricaturesco. Pero incluso aquellos que encuentran su personalidad insoportable no pueden negar su ética de trabajo. Su régimen de entrenamiento antes de sus peleas es famosamente riguroso, combinando ejercicios cardiovasculares, pesas y guanteo a un nivel tal que sólo leer la descripción le provoca cansancio a este servidor. Así mismo Stephan Curry, el dos veces campeón y dos veces jugador más valioso de la NBA, incluye dentro de su rutina de calentamiento antes de cada partido nada más y nada menos que la friolera de entre 150 y 200 tiros al canasto. Igual de legendarios fueron también los regímenes de práctica de los saxofonistas Charlie Parker y John Coltrane. Se dice que en algún momento ambos practicaban tanto sus instrumentos (entre 11 y 15 horas al día, según algunas fuentes) que básicamente no tenían tiempo para más nada que no fuera comer y dormir. De hecho, una de las anécdotas más conocidas de Coltrane es que una vez su esposa lo encontró dormido sentado, con la boquilla en sus labios y el saxofón todavía en sus manos.

El trabajo duro tampoco es ajeno para Bernie Williams; fue esto lo que lo llevó a convertirse en uno de los mejores peloteros de su época, ganando 4 series mundiales en el proceso y estableciendo records a diestra y siniestra. Y fue esto (y no su fama como pelotero, créanme que Bernie toca muy bien) lo que lo ayudó a triunfar en lo que es ahora el segundo acto de su vida. Hoy lidera sus propios grupos musicales, graba discos e incluso ha sido nominado a los Grammys Latinos. Él simboliza la combinación ideal entre un atleta y un músico, con un pie en cada mundo y la misma ética de trabajo para ambos. Si alguna vez tienen la oportunidad de verlo tocar les recomiendo que no la dejen pasar. Aunque no les guste el Jazz, o aunque sean seguidores de los Medias Rojas de Boston (como yo). Ver a la música y al deporte juntos en una misma tarima definitivamente vale la pena.

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