Esencia: proyecto que no es claro ni transparente

Foto por Louis Irizarry

 

 

Por Francisco Arroyo Vélez

Estimado Sr. Green Morales y demás evaluadores;

Soy el Sr. Francisco Arroyo Vélez, nacido y criado en la playa de Joyuda, Cabo Rojo, el 27 de junio del 1960. Vengo de un padre que se ganó la vida en la agricultura, pescando y pelando cocos para completar el sustento de la semana. Si volviera a nacer, le pediría a Dios que me diera el mismo padre pues siempre nos dejó saber de lo importante que era ser un hombre honesto, responsable y trabajador. Mi madre fue ama de casa y se buscaba la vida haciendo y vendiendo dulces. La perdí a la temprana edad de 11 años.

Mi preparación académica culminó con el cuarto año de escuela superior en la Luis Muñoz Marín de Cabo Rojo. No leo, ni escribo en inglés y lo entiendo muy poco, pero no por haber solo completado la escuela superior, sino porque en mi juventud lo veía como una imposición del país que nos había invadido. En la década de 1970, el inglés aún se percibía como un intento de borrar nuestra identidad cultural, una lengua impuesta en las escuelas como parte de la influencia colonial de Estados Unidos en Puerto Rico.

Hoy día reconozco que fue un error no aprender inglés, y quizás lo hice tarde. Un hermano de infancia, que luego se convirtió en militar, me dijo una vez: «Si quieres derrotar a un oponente, conócelo». Tenía razón. Aprovecho esta ocasión para denunciar que este documento de impacto ambiental, escrito únicamente en inglés, excluye y viola los derechos de quienes no dominamos ese idioma. En Puerto Rico, no existe ninguna ley que impida a sus habitantes el acceso a información crucial en su lengua materna. Sin embargo, al presentar un documento de esta magnitud en un idioma que muchos ciudadanos no comprenden, se nos niega la oportunidad de entender y participar plenamente en decisiones que afectarán nuestras vidas.

Emplazo a los desarrolladores, si este documento es tan legítimo como afirman y no tienen nada que ocultar, exijo que sea traducido al español para garantizar mayor transparencia. Además, se nos debe otorgar el tiempo suficiente para leerlo y evaluarlo antes de tomar cualquier decisión.

En una nación donde el español es la lengua materna predominante, el idioma no puede ser un obstáculo para la toma de decisiones informadas y responsables, especialmente cuando dichas decisiones impactarán no solo a nuestra generación, sino también a las futuras. Esto incluye el impacto ambiental, social y económico que podría traer consigo este proyecto, cuyas consecuencias podrían transformar irreversiblemente nuestra comunidad.

Desde niño fui testigo de cómo se fueron cerrando los accesos a la playa de Joyuda, haciendo cada vez más difícil su disfrute. Esto ha sido consecuencia de la mala planificación de quienes nos han gobernado, quienes no han sabido desarrollar estrategias sostenibles, conscientes y respetuosas para el aprovechamiento de nuestros recursos naturales. Esta falta de visión también ha impactado negativamente la Laguna Joyuda y, a pesar de lo evidente que esto resulta, hoy se discute en este salón el Mega Proyecto Esencia.

Para mí, que con el tiempo he desarrollado una mayor conciencia sobre el impacto de estas decisiones, tengo razones más que suficientes para oponerme a este proyecto.

Hago un llamado de advertencia a todos, a quienes presentan el proyecto, a quienes lo apoyan y a quienes creen que este llamado «desarrollo» traerá progreso a nuestra región y, en particular, a nuestro amado pueblo de Cabo Rojo.

Es importante entender que desarrollo y progreso no son exactamente lo mismo, aunque puedan estar relacionados. El progreso implica avance y mejora, mientras que el desarrollo es un cambio más profundo y complejo que no siempre garantiza el bienestar de una comunidad. Por eso debemos preguntarnos: ¿este proyecto representa un verdadero progreso o simplemente un desarrollo que beneficiará a unos pocos a costa del bienestar de muchos?

Me pregunto, y dejo esta pregunta a los desarrolladores, al alcalde de este municipio y a sus asesores: ¿cómo es posible que un proyecto que NO es claro ni transparente, y que ha sido cuestionado por expertos en la materia -entre ellos economistas, planificadores, geólogos, antropólogos, historiadores, agricultores y ambientalistas­ pueda realmente mejorar la calidad de vida de los Caborrojeños y de quienes viven aquí o nos visitan a diario?

Este es un proyecto exclusivo para un grupo de personas con gran poder adquisitivo, y no tengo problema con ello, siempre y cuando su dinero haya sido obtenido de manera justa. Sin embargo, mi preocupación va más allá de eso. Como han demostrado la mayoría de los profesionales que han testificado, con argumentos incuestionables, el Mega Proyecto Esencia no representa un beneficio económico real para el municipio debido a sus amplias exenciones contributivas. Además, conlleva la destrucción de reservas naturales de gran valor ecológico, agravará el problema de acceso al agua y a la energía eléctrica, aumentará la cantidad de desperdicios sólidos y tendrá un impacto negativo en la vida marina, la flora y la fauna.

Me pregunto: ¿por qué ir en contra de la corriente y no proteger esta área como se debe? ¿Por qué no aprovecharla de manera sostenible, consciente y respetuosa con la naturaleza? El gobierno debe actuar con responsabilidad, expropiar estos terrenos y desarrollar un proyecto sostenible que, a largo plazo, genere mayores ingresos para las arcas municipales, preserve estos valiosos recursos naturales y permita que vivamos en armonía con nuestro entorno.

Desde mi niñez, me he ido desarrollando y progresando poco a poco, siempre con la firme convicción de creer en mí mismo. Esto me ha permitido forjar un profundo sentido de orgullo y respeto propio, y ha cultivado en mí valores fundamentales como la solidaridad y la disposición a ayudar al prójimo siempre que me ha sido posible.

Este camino de crecimiento me ha llevado a convertirme en el presidente de Empresas Boriqué, lnc., una fábrica dedicada a la fabricación de todo tipo de muebles residenciales, comerciales e industriales, además de la remodelación de interiores, por los últimos 37 años. Actualmente, operamos en Mayagüez, en un local de 23,500 pies cuadrados, con un equipo de 37 compañeros de trabajo.

Lamentablemente, aunque mi empresa contribuye con patentes, IVU y otros impuestos, estos van a un municipio distinto al que me vio nacer y crecer: Cabo Rojo. Esto es algo que, como hijo de esta tierra, me duele profundamente.

A lo largo de estos 37 años, he tenido el privilegio de trabajar con ingenieros, diseñadores de interiores, decoradores y arquitectos, entre ellos Cristina Villalón y Ricardo Álvarez, quienes saben bien que no todo lo que se diseña en papel resulta tal cual en la práctica. Cada proyecto puede tener tanto efectos positivos como negativos, dependiendo de su contexto, tiempo y lugar de ejecución.

Un proyecto tan ambicioso como el Mega Proyecto Esencia, con su impacto potencial en tres reservas naturales, no puede tratarse simplemente como un conjunto de planos impresos. Este es un tema que afecta a todos nosotros como comunidad y, por eso es crucial que se escuchen las voces de los expertos que ya han presentado sus argumentos con datos y evidencia sólida. Si quienes defienden este proyecto creen que esos expertos están engañando al pueblo, deben refutar sus argumentos con la misma o más contundente evidencia.

Algunos podrían preguntarse por qué me opongo a un proyecto que, en teoría, podría generar más trabajo para mi empresa, dado que nos especializamos en construcciones de gran envergadura. Sin embargo, mi compromiso no es solo con el beneficio económico, si no con el bienestar de nuestra comunidad. Cabo Rojo y su gente merecen ser escuchados. Más allá de cualquier beneficio a corto plazo, mi prioridad es la protección de nuestros recursos naturales y la calidad de vida de todos los que habitamos este país y de todos aquellos que nos visitan, hoy y para las futuras generaciones.

Nuestro futuro como pueblo y como nación no debe medirse solo por los beneficios económicos inmediatos, sino también por nuestra capacidad de mantener una convivencia armónica con nuestro entorno, respetando lo que realmente nos pertenece: nuestra tierra, nuestras playas, nuestras reservas naturales.

Luego de las experiencias vividas en Dorado, Bahía Beach, Paseo Caribe, Palmas Del Mar, entre otros, surgen varias interrogantes:

  1. Los extranjeros que llegan, no vienen a adaptarse a nosotros, sino a imponer sus costumbres y su Esto también ha sucedido con puertorriqueños que adquirieron propiedades en estos lugares desde el principio y se han visto obligados a irse.
  2. ¿Por cuánto tiempo son válidos los decretos contributivos?

¿Estos pueden ser extendidos a las personas que compren viviendas en este lugar? De esto ser así, seguirá aumentando el ingreso que dejará de recibir el municipio y el Estado.

  1. Me pregunto o les pregunto, si también económicamente esta este municipio y el estado, para dejar de recibir esta millonada de ingresos, porque no hacer lo mismo con esta juventud que se ha levantado y por los altos costos, no pueden tener casas propias. Queremos que se queden, pero indirectamente los echan del país, que los vio nacer.
  2. Cuando se abra la puerta para este Mega Proyecto Esencia, ¿cuántos otros proyectos similares llegarán?
  3. ¿Tendremos una costa, desde La Parguera en Lajas hasta la antigua correccional en Cabo Rojo, llena de complejos similares o de mayor magnitud?
  4. ¿En serio se crearán los empleos que se prometen y se les dará paso a los suplidores locales? Tengo conocimiento de que ya traen muebles y equipos de fuera, y no pongo en duda que también traerán empleados extranjeros, pues es de público conocimiento que muchos comercios en Puerto Rico tienen dificultades para conseguir empleados.
  5. ¿Quién nos garantiza que, si este proyecto es aprobado y comienzan los trabajos de remoción de terrenos, el mismo será terminado? Un ejemplo, aunque diminuto comparado con la magnitud de este proyecto, lo podemos ver en la entrada de nuestro pueblo, donde nos encontramos con un desastre que demuestra la incapacidad de los gobiernos de adjudicar responsabilidades a quienes prometen grandes proyectos y luego no cumplen, dejándonos con estos estorbos públicos.
  6. Aquellos que dicen que un proyecto de esta magnitud tarda unos 15 años en realizarse, le mienten al Este proyecto puede tardar al menos de 35 a 40 años en completarse, debido a su complejidad y a la ubicación en un área susceptible a terremotos y fuertes huracanes.
  7. Este proyecto cerrará otro acceso a las playas, no solo para los Caborrojeños, sino también para los turistas locales que vienen de otros pueblos, y para los turistas extranjeros que llegan a Cabo Rojo atraídos por sus playas y que consumen en nuestros comercios y restaurantes.

¿Desarrollo y progreso para quién?

Un desarrollo como este está diseñado para personas con gran poder adquisitivo y trae consigo repercusiones que afectarán a los habitantes del área a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo, ya vemos las inquietudes de muchos ciudadanos que no tienen claro cuáles serán las consecuencias de este proyecto. Los desarrolladores prometen cosas, pero ellos serán los únicos beneficiados, independientemente de que el proyecto se dé o no. Mientras tanto, los ciudadanos, preocupados y ocupados por lo que se promete, deben invertir su dinero y tiempo para demostrar que lo que dicen los desarrolladores no concuerda con lo que debería ser una zona protegida.

A mediano plazo, aquellos que amamos y protegemos nuestro ambiente seremos testigos de la destrucción de un hábitat que estaba y debió permanecer protegido, lo que traerá efectos psicológicos en muchos, pues verán cómo van perdiendo su sentido de identidad.

A largo plazo, sin tener que hacer mucho esfuerzo, este proyecto causará el desplazamiento de los que habitamos en el área y sus alrededores, y para mí, esto incluye todo el pueblo de Cabo Rojo. Si esto se lleva a cabo, abrirá las puertas a otros proyectos similares. El alto costo de vivir en esta área será tan grande que, sin querer, nos veremos obligados a irnos. Porque estas personas no vienen a adaptarse a nuestras costumbres ni a nuestra cultura, vienen a imponer la suya.

Caborrojeños, ciudadanos del área oeste, de todo Puerto Rico, y aquellos que, aunque no lo sean, sienten el compromiso moral de defender nuestra tierra, NO permitamos que nos arrinconen. Defendamos nuestro patrimonio. Y sí, creo en el progreso, pero en un progreso sano, balanceado y para todos. ¡Se puede! Claro que se puede, aunque los incompetentes que son manipulados por el sistema quieran hacernos creer lo contrario.

Hoy, como esposo, padre, abuelo, empresario y, sobre todo, orgulloso de ser ciudadano Caborrojeño, me opongo a este Mega Proyecto Esencia, que más allá de traer progreso, será un desarrollo negativo para los ciudadanos que nacimos y vivimos aquí, ahora y siempre, al igual que para las nuevas generaciones que estoy seguro atesorarán este paraíso, sintiéndose orgullosos de aquellos que lo defendimos y no los traicionamos.

¡Gracias, Siempre!

El autor es presidente de las Empresas Boriqué

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