Especial para En Rojo
El teatro es intimidad colectiva. Es sentir lo propio a través del otro. Existimos a partir de una representación “temporal” que nos interpela. Aunque esa representación temporal propia de la dramaturgia, sin duda, permanece en el espectador a la vez que lo trasciende. Esas imágenes o ideas incluso penetran en otros espacios. La permanencia y trascendencia son características propias del arte. Y si lo son de las artes, pues, también de la humanidad. En escritos previos he reflexionado al respecto y ahora tiene su continuidad en el ámbito de la dramaturgia puertorriqueña.
La trascendencia del teatro puertorriqueño permanece; es perenne. Pienso en el teatro decimonónico y su capacidad de problematizar su entorno. La pertinencia del teatro en Puerto Rico es precisamente su capacidad de interpelar. Ha sido así desde figuras como Alejandro Tapia y Rivera y Eleuterio Derkes Martinó. Una interpelación tan personal como colectiva. Hay obras que desde su inicio nos cautiva y en el transcurso de su puesta en escena nos transforma. ihuman de Roberto Ramos-Perea transforma desde el cuestionamiento. Se cuestiona a la humanidad a partir de su natural “capacidad dialéctica”. Nuestras más grandes contradicciones humanas se exponen por medio de ocho personajes –magistralmente interpretados– y un escenario suntuosamente simple de tres planos que recrea a una sociedad del futuro.
En ihuman, el derkiano Ramos-Perea crea un espacio distópico de apertura en el que nuestras decisiones y acciones del pasado trascienden la “tangibilidad” del recuerdo –a la vez que su ambigüedad– y se proponen otras realidades que podrían transformar el presente e incluso el futuro. La historicidad del ser humano –a través de la memoria– se muestra de manera excepcional. El talento dramático demostrado por este grupo de actores y actrices del Instituto Alejandro Tapia y Rivera y su Compañía Nacional de Teatro enmarcados en un escenario dinámico donde se alternan los espacios del escenario casi simultáneamente –recuerden los tres planos mencionados y ello a modo de una composición pictórica o fotográfica– muy bien retratan esa excepcionalidad. Los actores Willie Denton y Ugoh se complementan magistralmente precisamente para recrear las contradicciones humanas a las que nos remite Ramos-Perea. Este binomio actoral Willie–Ugoh encarnan a Mario Casanova y a Bruno respectivamente y es preciso ver cómo humano y androide se desplazan por todo el escenario con total seguridad y contundencia para plasmar en la conciencia del público la necesidad de pensar y repensar el propósito de nuestra existencia y cómo nuestras decisiones y acciones influyen en las experiencias y expectativas de otros. Conviene destacar que el androide interpretado por Ugoh nos convence de su naturaleza mecánica. Una actuación refrescante y persuasiva.
Un filósofo Roberto Ramos-Perea expone en su trabajo una infinidad de temas que son parte de la historicidad humana aludida. La dramaturgia es su método infalible. ¿Qué es la belleza? ¿Existe tal belleza? ¿Es justo lo correcto o correcto lo justo? ¿Cómo ser lógicos? ¿Nos rige alguna ética? ¿Cómo permanecemos a pesar de la muerte? En ihuman se honra a nuestros ancestros africanos esclavizados a la vez que se denuncia el genocidio del que hemos sido testigos todos desde este presente. Se medita en torno a la paternidad y la maternidad al igual que se argumenta con relación a la existencia o no existencia de Dios. Las ideas políticas se cuestionan mientras se dilucida el sentido de la cultura. Todo a la vez acontece en ihuman. Mientras se escucha un fragmento de la Sinfonía Novena de Beethoven, Ramos-Perea apela a la «sensibilidad suprema». A todo ello y más nos remite esta puesta en escena. Cada espectador se sentirá aludido. La introspección ocupará su lugar como es debido. Es una obra que debe contemplarse y vivirse una y otra vez.
En palabras del dramaturgo artífice de esta pieza maestra:
«Nuestra historia ha demostrado que carecemos de lógica y de ética en muchos de nuestros actos, y que hemos descargado sobre nuestra humanidad errores que debieron haberse evitado con algo de inteligencia. Se hace urgente un llamado al equilibrio, un ajuste de cuentas entre nuestra inteligencia y nuestra madurez emocional. Ya es tiempo de terminar con la sobrevaloración de nuestra inteligencia incultivada, y aplacar la amplificación viciosa de nuestro individualismo fogoso».
Gracias, Maestro Roberto Ramos Perea, por la belleza del teatro que nos recuerda la «sensibilidad suprema» y la «inevitable humanidad» a la que todos hemos sido convidados desde nuestra propia historicidad. La significación de la cultura en la sociedad puertorriqueña está más que documentada y validada.
ihuman estrenó el pasado fin de semana en el Teatro Victoria Espinosa de Santurce. Sus funciones se extienden hasta el próximo fin de semana: viernes 17 y sábado 18 a las 8:00 p.m. y domingo 19 a las 4:00 p.m. Para ser partícipe de esta puesta en escena no se requiere pagar boleto. Es importante llegar temprano para asegurar su “intimidad colectiva”.



