La desigualdad juega en la cancha

Es mucho lo que se habla en estos días del deporte femenino puertorriqueño y sus logros. Las hazañas recientes han sido muchas, desde las pioneras clasificaciones mundialistas de las selecciones de baloncesto y béisbol, hasta los éxitos de nuestra delegación femenina en los recién concluidos Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla, Colombia. Y la semana pasada el oro logrado por el seleccionado nacional en el Centrobasket femenino celebrado en Manatí. Para mi alegría, los logros en la cancha se han celebrado y éstos se han acompañado de reclamos para una mayor equidad en la financiación del deporte femenino, más visibilidad en la prensa y mayor apoyo gubernamental y de la empresa privada. Estos reclamos son reflejos de que, aún si deportivamente hablando han habido muchísimos avances, no necesariamente va a la par el desarrollo institucional del deporte femenino. Estas últimas semanas vimos algunos ejemplos, en Francia, Estados Unidos y en Puerto Rico, que demuestran cómo la desigualdad sigue jugando en la cancha.

El vestido de Serena

El tenis es sin duda de los deportes con más reglas que no necesariamente se limitan al aspecto deportivo. Su carácter y tradición aristócrata contribuyen a cuán estricto son los códigos de vestimenta. Por ejemplo, en Wimbeldon es requerido vestirse exclusivamente de blanco, esto incluye además de la ropa, los accesorios, zapatos, etc. Esta regla se remonta a la época victoriana en los 1870’s donde se veía que el sudor era algo negativo y se pensaba que el blanco no solo era un color más fresco y que por ende provocaba menos sudor, sino que también la ropa blanca enseñaba menos el sudor. Así, más de cien años después, todavía hay jugadores y jugadoras que son regañados en Wimbeldon si, por ejemplo, llevan la suela del zapato no blanca, como le sucedió a Roger Federer cuando usó unos tenis blancos con suela naranja, o ambas hermanas Williams por usar ropa de colores llamativos debajo de la ropa de jugar blanca. Incluso, Andre Agassi, quien siempre resaltó por lo llamativo de su vestimenta, boicoteó el torneo del 1988 al 1990 por la regla de la vestimenta, aunque luego decidió jugarlo y en el 1992 lo ganó.

Así, este año, Serena Williams regresó a las canchas luego de dar a luz a su primera hija. En el torneo francés Roland Garros se puso un conjunto completo que le cubría todo el cuerpo e incluía pantalones. Luego de concluido el torneo, el Presidente de la Federación Francesa de Tenis, Bernard Giudicelli dijo que ese modelo (“catsuit”) no se permitiría nuevamente en el Roland Garros. Y añadió que aunque no pretenden ser tan estrictos como Wimbeldon, que el torneo francés institucionará un código de vestimenta, “porque a veces van demasiado lejos”, y específicamente refiriéndose al unitardo de Serena dijo “ya no se aceptará más, hay que respetar el juego y el lugar”. Serena explicó que luego de un parto muy complicado, ella usa esa vestimenta para ayudarla con los coágulos que fueron parte de la complicación al dar a luz.

Las críticas no se han hecho esperar, desde otros jugadores y jugadoras, como Andy Roddick, hasta el público en general. La mítica jugadora estadounidense y defensora de los derechos de las mujeres y de la igualdad de la mujer, Billy Jean King salió en su defensa argumentando que “la vigilancia de los cuerpos de las mujeres debe terminar, el ‘respeto’ que se necesita es para el talento excepcional que Serena Williams trae al juego; criticar lo que se pone para trabajar es donde radica la verdadera falta de respeto”.

Alizé Cornet y el cambio de camisa

Alizé Cornet, jugadora francesa de tenis, se tomó un receso de diez minutos como parte del reglamento del US Open de tenis, donde si está más de ciertos grados, o sea, súper caliente, las jugadoras se pueden tomar un receso e incluso cambiarse de ropa. Cuando la jugadora regresó tenía la nueva camisa puesta al revés, al darse cuenta se retiró al fondo de la cancha y se la cambió. Acto seguido el árbitro la amonestó (le dio un “warning”). Esto creó un gran escándalo, pues salieron a relucir numerosas imágenes, incluso de este mismo torneo este año, de jugadores masculinos sin camisa, tomando recesos entre sets y sin recibir ni amonestaciones por partes de los oficiales, ni reacciones de los medios ni las redes sociales, ya que era visto como “algo normal”.

Posteriormente, y ante numerosas críticas, la USTA (Federación de Tenis de Estados Unidos) se disculpó con la jugadora y aclaró que en el futuro esto no se amonestaría. Pero ya la doble vara era evidente y este incidente, justo una semana después del de Serena, demuestra no solo cómo los códigos son diferentes para las mujeres y para los hombres, sino que en un sinnúmero de ocasiones, en el deporte femenino se acaban discutiendo asuntos que no tienen que ver con el rendimiento de las atletas, sino su vestimenta, su comportamiento fuera de la cancha, etc.

Protesta de las futbolistas puertorriqueñas

La semana pasada el fútbol femenino puertorriqueño tuvo gran presencia en las redes sociales, incluso fuera de la Isla, y fue noticia en los medios de los cuales usualmente está ausente. Y es que la selección femenina tuvo dos amistosos en la Isla contra la selección argentina y las jugadoras utilizaron ambos como plataforma para presentar una protesta contra la Federación Puertorriqueña de Fútbol exigiendo mayores fogueos y más recursos para poder subir su nivel internacional.  La selección femenina está en la posición 99 en el ránking mundial de la FIFA y tiene mayores posibilidades del combinado masculino de llegar a un Mundial debido a su posición en la región. Pero para esto, necesitan mayores recursos, fogueos con buenas selecciones, entrenamientos, y esto es lo que le exigen a la Federación. Antes de comenzar el primer partido ante Argentina que se celebró en Mayagüez antes unas 3,000 personas-de las mayores asistencias a un juego de fútbol femenino en la Isla-cuando las jugadoras argentinas sacaron la bola, las boricuas se pusieron en el centro del campo y se taparon los oídos, como una petición a ser escuchadas. Esta es la imagen que se regó como pólvora y que ha tenido mucha repercusión internacional y mucho apoyo, tanto en la Isla como afuera. En el segundo partido salieron al campo con una pancarta que leía “FPF queremos acción y continuidad”.

En un periodo en que tantas atletas están representándonos dignamente, sería positivo que la noticia del fútbol femenino sea de cómo jugaron, enfrentando a una selección argentina que está entre las primeras 35 del mundo, etc, pero desafortunadamente dada las condiciones, el enfoque ha sido en otros aspectos. Esperamos que el saldo sea positivo y que logren sus reclamos. Curiosamente el seleccionado argentino está envuelto en su propia pelea con la AFA exigiendo equidad salarial, un tema que cada vez es más recurrente en las selecciones de fútbol en el mundo, dada las gran brecha entres los salarios de las selecciones masculinas y femeninas.

Sin duda el deporte femenino ha tenido grandes avances pero falta muchísimo, ya no en términos estrictamente deportivos, sino en todo lo estructural, lo que refleja las desigualdades latentes en la sociedad.

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