Por Jenice M. Vázquez Pagán
Especial para CLARIDAD
Para el año 2023, en Estados Unidos el nivel de nacimientos fue de 54.5 por cada 1,000 mujeres entre 15 y 44 años. Esto representa una reducción en la tasa de natalidad. En Puerto Rico, según el Instituto de Estadísticas, para el 2024 se registraron aproximadamente 18, 000 nacimientos vivos, lo que refleja el número más bajo desde 1888. Profesionales de la demografía han llamado la atención sobre la crisis de natalidad y la necesidad de que se tomen medidas para revertir la misma. La reducción en los nacimientos tiene efectos en la planificación de programas y servicios como: el sistema educativo, el sistema de salud, en el presupuesto y en la sostenibilidad económica de cualquier país.
Recientemente, el presidente Donald Trump señaló que está analizando la posibilidad de adoptar una medida dirigida a pagar cinco mil dólares por hijo o hija que nazca, como una forma de revertir el descenso poblacional. La medida sugerida ha levantado diversas reacciones y no es para menos. Se trata de una alternativa simplista, que no toma en consideración los múltiples factores que inciden en el descenso de la tasa de natalidad ni las implicaciones de la crianza en una sociedad patriarcal. La crianza y el cuidado de hijas e hijos no se trata solo de dólares y centavos.
En el caso de Puerto Rico, las políticas neoliberales reducen las oportunidades educativas, los derechos laborales como las licencias y los beneficios marginales e impactan los sistemas de retiro. Además, el encarecimiento de los alimentos, los altos costos de la vivienda, la privatización y reducción de los servicios de apoyo a las familias, son algunos de los factores que pueden afectar la tasa de natalidad, el aumento de la pobreza y generan una mayor tasa de desigualdad.
Por otro lado, la división sexual del trabajo y la forma en que se articulan los cuidados son aspectos que deben ser tomados en consideración. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los cuidados comprenden todas las actividades que aseguran la reproducción humana y el sostenimiento de la vida. En nuestra sociedad los cuidados, tanto de la niñez como de las personas adultas mayores, recaen en las mujeres. La CEPAL establece que las mujeres y niñas asumimos una carga desproporcionada de los trabajos de cuidados, sean estos remunerados o no remunerados. Las mujeres dedicamos casi el triple del tiempo que los hombres a los trabajos no remunerados. Esta articulación implica un menor acceso al ya precarizado mercado laboral, lo que nos coloca en una posición de mayor vulnerabilidad ante la pobreza.
La propuesta de ofrecer cinco mil dólares para incentivar la natalidad resulta poco menos que descabellada, si tomamos en consideración los altos costos de los servicios de salud, la crianza y el mantenimiento de una vida digna. Mucho más si consideramos las implicaciones personales y sociales. La búsqueda de alternativas reales para atender la baja en la tasa de natalidad debe respetar los derechos humanos de las mujeres, su autonomía y autodeterminación. Se debe evaluar la forma en que se articulan los cuidados en nuestra sociedad, la cual resulta insostenible para más de la mitad la población. Se requiere de una redistribución de las tareas del hogar y el reconocimiento de la corresponsabilidad social, es decir considerar los cuidados más allá de las familias y establecer responsabilidades a las instituciones públicas, privadas y comunitarias. De igual forma, supone el reconocimiento de los cuidados como un derecho humano. Los cambios demográficos como la baja tasa de natalidad y el envejecimiento de nuestra sociedad requieren de acercamientos políticos, económicos y sociales que permitan sostenimiento de la vida.
La autora es Catedrática Auxiliar de la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lasalle de la UPR en Rio Piedras