La vocación de amistad

Por Marcelo Barros/Especial para En rojo

Para enfrentar la criminalización de los movimientos sociales y la intolerancia, las comunidades y grupos de resistencia tienen como consigna: “Nadie suelta la mano de nadie “. La decisión de estar juntos puede ser como compañeros de camino en la misma pelea, pero también puede ser más profunda. Se hace alianza de amistad. La amistad es gratuita y tiene razón de ser en sí misma. Sin embargo, en esta sociedad marcada por la desconexión, la amistad también se convierte en un proyecto sociopolítico que apunta a otra forma de vida en la sociedad.

En muchos países, el 14 de febrero es el día de los enamorados. Una antigua leyenda habla de un cristiano llamado Valentín, que se ofreció a los guardias del emperador para ser detenido y muerto en lugar de un amigo, que había sido denunciado como cristiano. Tal vez, por eso, la ONU considera 14 de febrero como el “día de la amistad.”

Todo el mundo habla de amor. Sin embargo, en muchas canciones, telenovelas y películas, el amor se confunde con pasiones egoístas o es tan idealizado que parece irreal y lejos de nuestra realidad. 

En los años 70, la juventud decía: “Haz el amor, no la guerra”. En tiempos de duras luchas sociales y políticas, la izquierda proponía relaciones colectivas y la solidaridad en la lucha por la justicia y la liberación. Actualmente, buscamos unir los extremos. El presidente Chávez enseñaba que solo se puede hacer revolución con amor. En el próximo marzo, el papa quiere reunir en Asís, jóvenes economistas de todo el mundo para pensar juntos una economía del amor solidario y no de la competencia y de la muerte. 

El amor es solo uno, aunque tome diferentes formas y expresiones. El amor de madre, el amor de enamorados, o de amigos tienen el mismo ADN y vienen de la misma fuente. Brotan de una inteligencia de amor, presente en el universo y activa en las personas. Las tradiciones espirituales la llaman de Dios. La tradición judía enseña que todos los seres vivos han recibido chispas del amor divino. Cada ser humano está llamado a cultivar esa llama y desarrollarla en sí mismo y en los otros. El amor es nuestra vocación. Todas las formas de amor son asumidas por el Espíritu Divino. Sin embargo, el nos llama a vivir una expresión de amor más generoso y que crea amor donde no lo hay. Ese amor de entrega total y sin límites asume en si la dimensión erótica y convive bien con las expresiones de la amistad. El griego bíblico lo llama  agapé. Es lo que dice la carta de Juan: “Dios es amor. Quién vive el amor, permanece en Dios y Dios está en esa persona”(1 Jn 4: 16).

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