Las profundidades del calabozo del Cuco: Reseña de The Black Phone

En The Black Phone (dir. Scott Derrickson, EEUU, 2022), el monstruo crea su propio mundo donde lleva a cabo sus fantasías. Este mundo es una copia oscura o quizás bastante certera del nuestro. Allí lleva a sus víctimas para torturarlas y, finalmente, engullirlas. El Grabber (Ethan Hawke), que traduzco como el Cuco, no se come sus víctimas adolescentes literalmente. Pero ciertamente las mastica con terribles castigos físicos destrozándoles su espíritu hasta el momento en que decide matarlas. Su mundo oscuro es uno teatral. No tiene la teatralidad expansiva del Nueva York de Synecdoche, New York (dir. Charlie Kaufman, EEUU, 2008), donde se reconstruye la ciudad entera sobre un escenario interminable por donde el director deambula en busca de sentido. El mundo del Cuco es teatral en lo limitado de sus dimensiones. Es un sótano de paredes sucias, un catre encadenado al piso, un inodoro sucio, una ventana alta con barras gruesas por donde se cuela algo de luz y un teléfono negro en la pared. Sin embargo, ese mundo/calabozo carece de límites y se extiende a través del teléfono desconectado. Las víctimas pasadas llaman a Finney (Mason Thames), el adolescente inseguro que el Cuco acaba de secuestrar. Las voces de los muertos le ofrecen algo de apoyo, le advierten sobre lo que está por venir y le dan ideas para sobrevivir a los juegos crueles del Cuco. Ese teléfono negro del título transmite los ecos del espacio que permanece escondido para nosotros. La maravilla bizarra de The Black Phone radica en este espacio, en el poder horrendo del Cuco de Ethan Hawke y en el sentido de supervivencia de Finney.

Los intercambios más poderosos en The Black Phone ocurren mientras Finney está atrapado en el sótano del Cuco. La película pierde impulso cuando Derrickson, el director, se concentra en la investigación de la cadena de secuestros en el área y en Gwen (Madeleine McGraw), la hermana menor de Finney que lo busca sin descanso. Estas porciones de la película se sienten accidentadas e innecesarias. El contraste de la aparente normalidad del mundo exterior y la oscuridad de los mundos interiores del monstruo, tan magistralmente logrado en la oposición entre Clarice Starling y Hannibal Lecter en The Silence of the Lambs (dir. Jonathan Demme, EEUU, 1991), no funciona en The Black Phone. Sin embargo, todo cambia cuando adentramos en el calabozo del Cuco.

Ethan Hawke borda el personaje del Cuco. Su actuación fluctúa entre momentos emocionalmente sutiles y explosiones de violencia haciendo del asesino un monstruo impredecible. Además, la construcción visual del personaje lo transforma en una pesadilla que recoge los miedos de todos aquellos que todavía creemos en monstruos. El Cuco está usualmente vestido de negro con un sombrero de copa. Su máscara alargada de sonrisa malévola, cuernos y quijada puntiaguda fue diseñada por el veterano Tom Savini, reconocido por su trabajo de maquillaje y efectos especiales en clásicos como Dawn of the Dead (dir. George Romero, EEUU/Italia, 1979) y Creepshow (dir. George Romero, EEUU, 1982), entre otras. La lucha de Finney por salir vivo de ese mundo subterráneo controlado por el Cuco refleja bríos de los sacrificios que hace Chihiro para escapar de Yubaba y su sauna de los dioses en Spirited Away (dir. Hayao Miyazaki, Japón, 2003). Desafortunadamente, este aspecto de la película no fue explorado al máximo ya que Derrickson constantemente intercala los aterradores momentos en el sótano del Cuco con el aburrido y malogrado mundo exterior.

Las escenas en exteriores nos recuerdan constantemente que la película es basada en un cuento de Joe Hill, el hijo de Stephen King, cuyo sólido trabajo como escritor incluye la serie de comics de horror Locke and Key, ilustrada por Gabriel Rodríguez y publicada por IDW Publishing entre el 2008 y el 2013. The Black Phone refleja la influencia del trabajo de King por las referencias temáticas a su novela The Shining y alusiones visuales a It (dir. Andy Muschietti, EEUU, 2017). Pero esto no hace menos pesada la realidad melodramática fuera del calabozo del Cuco. The Black Phone no es una película mala, pero pierde fuerza en los momentos en que aleja al espectador del horror de su monstruo y del empoderamiento gradual del adolescente que lucha por su vida.

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