CLARIDAD
Casi todos los análisis que se han hecho de las elecciones celebradas en alguna ciudades y estados de Estados Unidos el pasado 4 de noviembre coincide en ver el resultado como un “golpe a Trump”, pero algunos van un poco más allá y concluyen con la derrota de candidatos apoyados por el mandatario se ha revertido el viraje hacia la ultraderecha de la sociedad estadounidense. Sobre esto último mi opinión es que, aunque los resultados de esas elecciones son importantes, no constituyen una muestra lo suficientemente grande para llegar a esa conclusión.
Elecciones como las del pasado 4 de noviembre de ordinario no generan interés más allá de los estados o ciudades donde se vota, pero con el “trumpismo” entronizado en Washington y, además, habiéndose implicado personalmente Trump en varias de las contiendas, los principales medios noticiosos del mundo las cubrieron como un acontecimiento importante. La alcaldía de Nueva York fue la carrera más observada, seguida por las contiendas por la gobernación en New Jersey y Virginia. En California hubo otra consulta para una redistribución de los distritos representativos al Congreso que, por lo que puede implicar para las elecciones del año próximo, también generó mucho interés.
La contienda por la alcaldía de NY capturó el imaginario porque un joven que se proclama socialdemócrata, Zohran Mamdani, comandaba las encuestas desafiando la creencia de que sólo desde el centro político o desde la centroderecha se puede detener a los ultras. La intromisión directa de Trump tratando de reunir apoyos para Mario Cuomo, otro “demócrata” con largo historial en la ciudad, disparó el interés mediático en la votación.
La victoria de Mamdani -por su juventud, por no rehuirle al calificativo socialista y por el apoyo que obtuvo (50.4%) enfrentándose a una amplia coalición de opositores- es, sin duda, una gran noticia. Se enfrentó, además, a la maquinaria tradicional demócrata que, desde los tiempos del Tammany Hall en el lejano siglo XIX, controla la política de la ciudad. Pero muy poco de lo que ocurre en Nueva York puede proyectarse al resto de Estados Unidos. El exdirector de CLARIDAD Ramón Arbona, quien vivió, trabajó y luchó muchos años allí decía que la ciudad era “otro país”. Su composición poblacional, su tamaño y su historia como centro políticamente diverso y, en ocasiones progresista, la diferencian no sólo de Estados Unidos, sino hasta del resto del estado.
La advertencia de Arbona sigue siendo cierta, pero el triunfo de Mamdani levantó una ola de ilusión muy necesaria dentro y fuera de Estados Unidos. El movimiento hacia la izquierda dentro del Partido Demócrata que comenzó Bernie Sanders y que ha continuado desarrollando Alexandra Ocasio Cortés, se adjudicó una victoria muy importante con Mamdani. Por eso no resulta raro ver que, además de los trumpistas y republicanos, los sectores tradicionales demócratas también empiezan a preocuparse, aun cuando el mismo 4 de noviembre ese mismo sector obtuvo victorias importantes en New Jersey y Virginia.
Esas otras dos victorias demócratas, particularmente la de Virginia, deben tener muy preocupados a los analistas ultras porque en ambas tanto Trump como el movimiento MAGA se implicaron directamente, apoyando a los candidatos republicanos. Estos, distinto a Cuomo, también se identificaron con las políticas del mandatario, adoptando su retórica. La derrota contundente que ambos sufrieron inevitablemente se extiende a Trump.
En el caso de New Jersey el candidato republicano, Jack Ciattarelli, había estado muy cerca de un triunfo en 2021 cuando quedó a apenas 3 puntos porcentuales de Phil Murphy, el incumbente reelecto. En esta ocasión, distinto a 2021, asumió abiertamente las posiciones trumpistas, pero ni siquiera repitió los números de la elección anterior, sino que quedó a 15 puntos porcentuales de la ganadora.
En Virginia, estado sureño con gobernador republicano y donde la vicegobernadora se postulaba para sucederle, se produjo un resultado similar al de New Jersey. A pesar del apoyo explícito de Trump a la republicana, la demócrata Abigail Spanberger se impuso con soltura.
Estas fueron las primeras elecciones celebradas luego de que el trumpismo y el movimiento MAGA se encumbraran en 2024 y el resultado les resultó negativo. El avance de la ultraderecha perdió fuerza, pero habrá que esperar por las cruciales elecciones de 2026, las llamadas “de medio término”, cuando el control de las dos cámaras del Congreso vuelve a estar sobre el tapete. Allí los estadounidenses tienen la última oportunidad de, al menos, frenar la demolición del establishment tradicional que se desarrolla en Washington.
Volviendo a Nueva York, con la elección de Mamdani se abre un nuevo capítulo de crispación, hasta ahora inédito, entre la ciudad y el gobierno federal. MAGA y el trumpismo, controlando los amplios recursos del gobierno central, harán todo lo posible por ahogar la nueva administración municipal dirigida por alguien que es y representa todo lo que ellos combaten: inmigrante, musulmán y progresista. Las confrontaciones institucionales y las batallas legales serán intensas.



