Los Viejos de Loíza de Daniel Lind Ramos

En Rojo

La semana pasada escribí sobre la falta de Viejos y Locas este año en las Fiestas de Santiago Apóstol de Loíza. No obstante, en otro contexto, los Viejos de Loíza han crecido en número e importancia, y el 30 de junio de 2022 gocé de una asombrosa y aguda exposición de Viejos en la misma ruta 187, Colobó, Medianía Alta, Loíza.

Me refiero a los gestos estéticos del pintor y artista de ensamblaje Daniel Lind Ramos. Por tres décadas, Lind Ramos ha experimentado con máscaras y vestuarios del personaje del Viejo, tanto en las mismas Fiestas de Santiago Apóstol como en su estudio en Colobó; tanto en videos que ha escrito y producido como en exhibiciones locales e internacionales; y particularmente en actos de performance comunitario en su restaurada casa-galería en la Carr. 187, esquina Camino Jiera, y en la playa de Vacía Talega en Piñones.

Desde que lo conocí en los años 1990, Daniel ha expresado y mostrado que la máscara del Viejo ofrece más libertad creativa que las de los otros personajes de las fiestas porque es menos fija y por eso más flexible y abierta a interpretaciones diversas. Típicamente, es una máscara rústica, casera, hecha de cartón común de caja y no pintada, sino con facciones dibujadas, un vestuario de ropa vieja rayada y un tipo de sombrero o gorra. Don Ricardo Alegría describía el Viejo como el personaje más prosaico de las fiestas y, diferente a las máscaras y los elaborados vestuarios del Caballero o Vejigante, no requería inversión metálica alguna –la máscara de los más pobres.

Algunas fotos de los Viejos de Lind Ramos –y de las Fiestas en general—desde 2003 en adelante aparecen en los libros “Caballeros, Vejigantes, Locas y Viejos: Las Fiestas de Santiago Apóstol y los perfomeros afropuertorriqueños” (2007) y “An Archipelago of Caribbean Masks” (2019). Pero en diciembre de 2019, los Viejos de Lind-Ramos comenzaron una nueva etapa con el proyecto De Loíza a la Loíza, una comisión artística del programa “El MAC en el Barrio” del Museo de Arte Contemporáneo. Se estrenó con “La ruta del pregonero” para rememorar la tradición culinaria de Colobó y Las Carreras, sus pregoneros y cocineras, a través de máscaras, tambores, baile, ensamblajes del artista y comida típica loiceña. El 7 de enero de 2020 se añadió el tanto punzante como celebratorio performance/filmación de “Talegas de la memoria” en la playa “Vacía Talega” en Piñones sobre la historia de Loíza desde 1493, que es también la historia puertorriqueña.

Sin repetir todo que escribí entonces, en su totalidad el proyecto revive la historia política y la textura cultural, familiar y culinaria que corre entre los sectores de Loíza y la comunidad de San Mateo de Cangrejos de Santurce. “La ruta del pregonero” comenzó con un desfile de máscaras/personajes de Viejo/as, llamados por golpes de barril, y “Talegas de la memoria” incorporó máscaras de cartón (la mayoría) para los múltiples personajes-Viejos, de tela metálica (“wire screen”) para los españoles que emergen del mar y de cáscaras de coco sin pintar para los obreros africanos forzadamente traídos por los españoles. También hubo una máscara taína especial de colores. En conjunto, los dos eventos crearon un impacto visual, sensorial e intelectual que muestra tanto la altura estética como el alcance cultural del arte comunitaria popular.

El trabajo de Daniel Lind Ramos como pintor, artista de asombrosos ensamblajes de objetos orgánicos y cotidianos y productor de videos ha recibido amplio reconocimiento a través de los últimos treinta años. Más reciente, la recepción crítica estelar que tres de sus ensamblajes loiceños recibió en la Bienal de 2019 del Museo Whitney en Nueva York, transforma su espacio de movilidad artística tanto local como internacionalmente. En este momento goza de la beca MacArthur (el llamado premio “genio”) y tiene trabajo expuesto en la Galería Nacional en Washington, DC.

La reconstrucción de la casa familiar en la Carr. 187, esquina Camino Jiera, da evidencia de su cercanía a su crianza y su vida como adulto en el mismo barrio. Su taller de décadas queda a dos cuadras de la casa-galería que ha restaurado con mano de obra suya y local durante los últimos diez años.

La actividad del 30 de junio repuso de manera mas modesta la actividad “La ruta del pregonero” de hace dos años y medio con el propósito de proveer un contexto para un filme documental de PBS (televisión pública estadounidense) sobre el ambiente formativo-creativo de Lind Ramos y su trabajo artístico. (También entrevistaron a Diógenes Ballester, Lester Nurse y este servidor.)

Esta versión también fue una producción pandémica: no hubo obras de exhibición en las salas, asistió un público invitado reducido y no usaron carpas para dar sombra a los espectadores-participantes y las mesas de comer –todo más casero, más rústico. Pero al momento surge la magia. Este formato reducido subió el nivel e intensidad del performance. Las máscaras de Viejos y Viejas salen de escondites alrededor de la fundación y pórtico restante de la casa que hace más de cincuenta años fue el taller de artesanía de don Castor Ayala y donde Lind Ramos y otros muchachos del barrio –que incluirían, entre otros, el hijo de Castor, Raúl Ayala y el pintor Samuel Lind—aprendieron del maestro artesano.

Un barril de bomba tocado por un viejo… Foto cortesía del autor

Un barril de bomba tocado por un “Viejo” llaman a ellos y ellas y un barril escondido tocado por otro “Viejo” responde y comienza la procesión de máscaras de cartón –la jueyera, el pescador (máscara de metal), el cocotero, la mujer guerrera y los tamboreros—para llegar al patio de la casa de Lind Ramos para tocar, cantar y bailar bomba. Además, hay tres poetas, Jorge Luis Mercado y Melquisedec Carrasquillo del mismo barrio y la poeta puertorriqueña-jamaicana Rachael Smith.

La mezcla resulta ser una maravilla de imágenes, sabores, sonidos y palabras. Los poetas locales líricamente recordaron los personajes, platos y emociones de Colobó. El menú del día de café con leche, arepas de harina de yuca, frituras de carne, pasteles de jueyes, arroz y habichuelas, arepas dulces y dulce de coco complementó sus versos. La poeta Rachel Smith presentó otra historia igualmente importante: la amenaza cultural y política de la desaparición de las playas, manglares, tierras y casas de Puerto Rico –y el Caribe en general—con la aumentada invasión de turista-residentes e inversionistas comprando residencias para espacios de AirB&B, “time-share” y casas vacacionales. Lo que pasó en Tocones –no muy distante de Colobó- a doña Adolfina Villanueva hace casi cuarenta años tiene su secuela ya más invasiva con nuevas olas de “visitantes”.

Pero los héroes aquí son los Viejos/as. Sirven de engranaje terrenal a través de máscaras de la vida cotidiana, las tradiciones domésticas y de trabajo y las condiciones sociales –pasadas y actuales– de los barrios de Loíza. Muestran lo que existía antes y cómo se ha afectado esa vida a través de décadas de supuesto progreso y desarrollo.

Pero los héroes aquí son los Viejos/as.

Como el ambiente mítico de sus luminosos y acechantes lienzos de formato grande; como sus majestuosos ensamblajes hechos de instrumentos y materiales de trabajo re-imaginados; los Viejos y Viejas de cartón también muestran cómo el arte de Lind Ramos responde a la necesidad de defender el ambiente y el matri-patrimonio de las playas, los recursos naturales y la cultura local loiceño-puertorriqueña.

Los Viejo/as de la Fiestas de Santiago Apóstol tiene ese mismo potencial. Dentro del festejo, enlazan la vida cotidiana y las condiciones sociales actuales de la población mayoritaria y trabajadora al Santo y los Vejigantes, Caballero y Locas. Cada personaje tiene su papel, pero el Viejo/a da cuerpo y presencia a la realidad existencial como base para interrogar las autoridades de la iglesia y el estado e indagar su propio papel en poder transformarla. ¡Qué Viva el Viejo!

 

 

 

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