Durante más de dos horas Oscar habló para CALRIDAD. A continuación reproducimos sus palabras, llenas de determinación y humildad.
El 9 de febrero, tras más de 35 años en una pequeña celda, Oscar descubrió el espacio:
“Cuando uno está preso está en un espacio bien limitado. Entonces, de momento uno empieza a ver espacio sin ninguna limitación. Es algo bien liberador, es algo bien diferente. Ellos están hablando, yo los estoy escuchando, pero ahora no hay verjas, no hay murallas, que estén interviniendo. Llegamos al aeropuerto en Indianápolis, que es grandísimo, y de nuevo el espacio, pero ahora viene acompañado de gente, casi nadie hablando. Es algo bastante diferente, no estoy acostumbrado a esto. Comemos, desayunamos y les digo que me den un minutito para yo poder apreciar el espacio, que me dejen ver esto y para mí fue una experiencia extraordinaria. Es algo diferente pues en la prisión tú llegas de un punto a otro y no puedes salir de ahí.”
Y luego, el cielo de su Patria:
“Ya en el avión, ahora quiero ver el mar, la espuma, las olas. Empieza el avión a descender y ya estoy viendo la Patria. Fue algo muy chévere. La azafata me deseó mucha suerte, y que habían leído sobre el caso mío”.
Su primera noche en Santurce:
“Quiero explicarles sobre la primera noche que llegué aquí. Oigo los coquíes y como a las 3:30 de la mañana empiezo a oír el cantío de los gallos. Son experiencias bien lindas. Al día siguiente me levanté bien tempranito, como a las 4:15am y empiezo a mirar el cielo, había bastante aire fresquecito, miré las estrellas, y de nuevo, pues son experiencias bastante lindas, pues oí coquíes, oí gallos, yo hacía 35 años que no oía un gallo.”
El lento proceso de adaptarse:
“Esto es una cuestión de programación. Por ejemplo yo me tenía que reportar cada dos horas. (Lo despertaban de noche). Pues automáticamente yo miraba el reloj. Bueno, 6:00am hora de reportarme, 8:00am hora de reportarme, eso está bien programado. Durante los primeros días, así de momento miraba el reloj, son las 10:00am… Eso duró unos cuantos días y después poco a poco fue desapareciendo. La cuestión de la comida fue otra cosa. El día que llegué me tenían arroz con gandules, aguacate, tostones… Lo disfruté en grande. Yo soy un tomador de café, quizás demasiado, pero café boricua no era café de prisión.”
Descubriendo a su hija:
“Y la otra cuestión es mi hija. Es algo bien diferente empezar a experimentar una relación con una hija. Porque yo claramente nunca he estado con ella, nunca hemos compartido. Cuando ella nació a los 3 meses se vino a Puerto Rico. Yo no estaba listo para perjudicar la vida de nadie, exponer la vida de nadie en peligro. Descubrí un estilo de vida, uno tiene que decidir qué quieres hacer. Ya yo estaba entregado a la lucha cuando ella nació. Y yo lo que quería era la lucha, pero ahora por lo menos tengo acceso a ella y es una experiencia bastante diferente. Ella es la jefa, ella me manda.”
Reencuentro con el sol y los colores:
“Tengo acceso al sol, que es algo que si estás dentro de la prisión, no tienes ese tipo de claridad. El espacio que nos dan es limitado y bastante cerrado, quizás una ventanita. Esta luz hace una diferencia grande (en su pintura) especialmente para la cuestión de colores. Me he dado cuenta de que sí hace una diferencia grande, en la cuestión de los colores. Puedo tener mejor apreciación de colores estando afuera.
Descubre la libertad para crear:
“La otra cuestión es que cuando uno está en la prisión hay mucha presión. Si tú estás trabajando en algo nunca sabes si lo vas a poder terminar o si te van a permitir que lo termines. Un día llegó un alcaide nuevo y vino y se me metió a la celda, yo estoy pintando, y empezó a gritar ‘oye que tú estás haciendo’ me dijo. Bueno yo estoy pintando, y me salí de la celda y a los cuatro días vinieron a registrar. Ese día perdí no la cuestión de arte, sino que me llevaron dos cajas de libros que casi todos tenían dedicatorias. Inclusive en esas dos cajas de libros había dos libros que Antonio Martorell me había enviado de una edición de 50 libros. Yo tenía esos dos. Se fueron como 180 libros, se fueron ajuste porque me los botaron.”
Cuenta cómo aprendió a vencer la prisión:
“Uno tiene que bregar con eso y no dejar que (la prisión) se meta debajo de la piel. Porque si permite uno que la prisión, los atropellos, o los insultos se te metan en la piel, entonces eso te va a afectar. La mejor forma para uno mantener cierto grado de sanidad, cierto grado de ser menos institucionalizado y menos deshumanizado, es uno aprender a navegar. Y en esa navegación uno no puede permitir ni que el odio, ni que el miedo se apoderen de uno, pues uno fácilmente se puede envenenar con el odio del otro, o con el racismo del otro, o con el miedo del otro. Esas son cosas que uno experimenta y cuando tú estás haciendo arte, te quitan algo o te destruyen algo, tú sientes que parte de uno se le fue ahí.”
Una vez, luego del calabozo, descubrió el arte:
“Me metieron en el hueco y cuando yo salí luego de 66 días, cuando regresé del hueco había (en la celda) un estadounidense que pertenecía a una organización fascista. Me preguntó que por qué no nos ponemos a pintar. Y yo me dije, oye la oferta de pintar está buena. Le dije sí y ese día me acuerdo que hicimos la orden por $186 dólares. Como al mes entregaron el material y ese mismo día, ya con el material, voy donde él y empezó a explicarme un poquito, como 15 minutos. Pero como a las 6:00 de la tarde oigo que llaman su nombre y lo mandaron para otro lugar, para otra prisión. Ahora yo tengo pintura, tengo el material, pero no sé qué diantre voy a hacer con la pintura.”
“Era cuestión de empezar a bregar poco a poco. Salían tres o cuatro presos y los demás muchachos se paraban al frente y decían ‘coño que feo está eso’. Así pasaron como cuatro meses, estaba pintando unos girasoles y de momento se veían como girasombra. Entonces vino uno de ellos y me dijo ‘contra eso está bueno’ y se fue y ése era el más que me hostigaba, bien relajón. Como a los 15 minutos vino y me dijo, ¿me puede hacer una florecita para mi mamá? Poco a poco, de estar buscando un remedio para por lo menos minimizar el impacto de la aspiración sensorial, pues comenzó a gustarme, me relajaba más, me salía de ese entorno y poco a poco pues me fue gustando.”
Sobre los cuatro años que compartió con el héroe cubano Fernando González Llort:
“Tremendo ser humano. Esos fueron los mejores años que yo pasé en la cárcel. Había compatibilidad entre él y yo. Podíamos dialogar, compartir libros, a él le gustaba el ejercicio, así que había bastantes áreas de denominadores comunes. Te digo que la experiencia fue buena para los dos porque él dice lo mismo.”
Sobre la lucha que sigue y la necesidad de crear una “carpa amplia” donde quepan todos:
“Yo soy una persona que a todo lo negativo le trato de buscar lo positivo. En cuanto a la descolonización de Puerto Rico estoy mucho más claro que hace 10, 15, 20, 30 años atrás y es algo positivo.
Creo que es un momento de retos, que se puede agarrar, y si lo agarramos y lo echamos para adelante… Por lo menos viendo, por ejemplo, el 1ro de mayo, fue una movilización bastante positiva, hay un entusiasmo todavía con la lucha. Creo que hay un cambio dentro de las organizaciones independentistas. He tenido la oportunidad de dialogar con algunos de los líderes de los independentistas, y hay un pequeño cambio. Creo que es posible que podamos trascender la idea del “quiosquismo”, de que el quiosco mío es más importante que el del otro, del sectarismo y que podamos quizás dejar el protagonismo a Puerto Rico. Creo que el denominador común es la descolonización de Puerto Rico y que la descolonización sí es factible.
Ahora, ¿qué hacemos? Creo que la única manera en que podemos echar esto pa’lante es crear una carpa amplia donde quepamos todos los que amamos la Patria, todos los que queremos un Puerto Rico mejor.”
Sobre los estudiantes y la necesidad de aprender a luchar:
“Estoy bien entusiasmado (con los estudiantes) porque el futuro de toda sociedad está en la juventud. Si esa juventud se moviliza entonces tenemos que sentirnos esperanzados porque ellos y ellas son el futuro de la Patria. Ahora, tienen que saber luchar, porque luchar no puede ser un ejercicio, tienen que ser un ejercicio para ganarlo.
¿Por qué yo digo que hay que aprender a luchar? Creo que cuando uno es joven tiene muchas energías, nosotros pasamos por todo esto, todos hemos pasado por esa experiencia. Los independentistas por ejemplo aquí en Puerto Rico, pues había mucho comefuego. El comefuego comete errores, la juventud comete errores y esos errores, pues, son costosos y creo que se necesita un poco de experiencia y que sea positiva. En Puerto Rico la hay.
Cuando veo la presencia de (Héctor) Pesquera aquí, automáticamente pienso en lo desgraciado que puede ser este tipo y lo que él sabe. Porque sabe cómo bregar, sabe bien lo que hay, pues verdaderamente me preocupa mucho, porque él tiene acceso a dos cosas. Tiene acceso a lo que podemos llamar agentes provocadores y sabe usarlos bien. Pone tres o cuatro agentes provocadores, a comer fuego, y ahí no estamos ganando. Veo la presencia de ese hombre, un individuo que sabemos lo que ha hecho en el pasado, sabemos sus experiencias, sabemos que él puede halar para acá toda una agencia (FBI) con todos los vicios, que no importa si asesinan, o si meten preso.
Eso no es accidental, eso es bien calculado. Ese señor lo trajeron aquí, él no cayó en paracaídas, él viene con un salario bueno, con control sobre todo y él sabe lo que está haciendo, esa astucia que tiene él, esa mentalidad que es una mentalidad torcida, la tiene. Sabe bien lo que tiene que hacer y cómo hacerlo. Viene a dar la guerra y tiene acceso a recursos que ninguno de nosotros tenemos.”
Sobre la situación actual de Estados Unidos:
“Poco a poco todo lo que se había ganado desde la década de los 70 empieza a disminuir. Por ejemplo, podemos ver más y más racismo, cuando el racismo era algo que como que se había aliviado, que ya no había tantos problemas (raciales). Hoy día tenemos un presidente en Estados Unidos que usó el racismo para montarse
¿Por qué se logró su excarcelación? El éxito es del pueblo puertorriqueño:
“Nosotros, este pueblo, ha sido el único que apoyó la campaña de la excarcelación la de los presos políticos en Estados Unidos. Y te voy a llevar atrás, al 1979, cuando yo entré en la lucha. Nosotros comenzamos en Chicago a hacer campaña, a favor de la excarcelación de los cinco nacionalistas y nunca paramos. Siempre, siempre estaba haciendo el trabajo en favor de la excarcelación de los cinco, nosotros no sabíamos, no teníamos la menor idea de si Carter los iba a excarcelar. Eso nadie lo podía predecir, pues el futuro es impredecible y mucho menos cuando viene a la atención de Estados Unidos, pero siempre estuvimos esperanzados de que se lograría y se logró. Esa fue la primera victoria y lo mismo se repite en el 99.
Ahora mismo hay (dirigentes de las) Panteras Negras presos en Estados Unidos todavía, que están presos desde 1968, 1972, 1973. Hay prisioneros políticos norteamericanos que están presos desde 1981, desde el 84, todavía están presos. Nosotros somos los únicos que podemos decir que durante todos estos años hemos logrado la excarcelación, debemos sentir ese orgullo porque lo hemos logrado.
Tomando en comparación con el poder que tiene el pueblo afroamericano dentro de Estados Unidos, en cuanto a representación política, en cuestión de dinero, de sus atletas que son multimillonarios, grandes corporaciones dirigidas por afroamericanos y, sin embargo, lo más seguro que si no los sacan, pues van a morir en la prisión.
Puerto Rico nunca olvidó a sus presos.”
Sobre cómo visualiza su futuro:
Bueno, en este mundo yo sé hacer dos cosas: yo sé trabajar y luchar. Y mi compromiso no para hasta el último suspiro. Aunque Puerto Rico fuera independiente yo seguiría luchando. Ahora, ¿qué puedo hacer yo? No puedo hacer mucho, pero por lo menos tengo un mensaje importante y es un mensaje de amor, de que podemos. Lo más fácil del mundo es decir yo soy independentista, lo más duro es decir estoy dispuesto o dispuesta a trabajar por descolonizar a Puerto Rico. Creo que si amamos la Patria y podemos unirnos alrededor de un solo punto, la descolonización de Puerto Rico, podemos lograrlo solo con los puertorriqueños y las puertorriqueñas que amamos este país. Creo que hay suficiente amor en Puerto Rico, si nos retamos, si podemos ver lo que en el futuro de Puerto Rico se puede hacer. Nos incumbe a todos y a todas luchar para por descolonizar a Puerto Rico. Creo que sí, que podemos crear una carpa amplia donde quepamos todos los que amamos esta Patria.
En los 35 años que yo llevo preso nunca me sentí sacrificado, nunca me sentí con una carga en mi espalda, nunca me sentí cínico, y nunca permití que nada me quitara el amor por la Patria. Bueno, creo que hoy día tengo más amor por la Patria que en 1981cuando me llevaron a una corte y me sentenciaron a 75 años. No hay quien nos pare si queremos hacerlo, de poder podemos, si queremos. Ahora, tenemos que querer.”
A qué atribuye su buena salud y la fortaleza con que ha salido después de más de 35 años en la cárcel:
“Todo ser humano está dotado con fuerzas que pueden ayudar a uno. Cuando yo entré a la prisión antes habían salido Oscar Collazo e Irving Flores. Lo que yo registré es que si ellos salieron, yo voy a salir también. Hice dos promesas: no darle el tiempo a los carceleros, era mi tiempo, yo estoy preso pero este es mi tiempo. Segundo, era la cuestión de la salud, no le doy mi salud a nadie, la salud mía yo la voy a cuidar. Entonces yo voy a hacer todo lo posible por cuidar mi salud, y le puedo decir a ustedes que cuando uno está preso las limitaciones son grandes. Un preso no tiene acceso a una buena dieta, es casi imposible. Entonces ¿qué tiene que hacer el ser humano, que tenía que hacer yo para bregar con esa realidad? Eso me obligaba a mí todos los días a decir: tienes que hacer ejercicios, tienes que cuidarte. A mí me tenían 22 horas, 45 minutos en una celda, ¿qué hace un preso para hacer ejercicios en una celda? Bueno, siempre los presos son bien creativos y un muchacho me dio una idea con los pantalones, los metes ahí por las rejas y me enseñó a hacer seis clases de ejercicios con un par de pantalones.
Yo llegué a súper máxima en Colorado. Soy el preso número 39 en 1994 y por 58 días consecutivos me estuvieron despertando cada media hora. ¿Cómo uno brega cuando te están despertando cada media hora? Ya empiezas a sentir ciertas temperaturas en el cuerpo, pero si estamos preparados para algo o estamos dispuestos a prepararnos se hace menos difícil y yo he sido afortunado.
A los pocos días habíamos cuatro en esa galera y los tres que estaban en la galera conmigo, a los tres o cuatro días tenían que llevarlos al hospital por las palpitaciones. Yo había aprendido a usar la respiración de relajación, se mete bien, bien dentro de ti y te relajas. Entonces cuando empezaban a despertarme pues yo empezaba a practicarla y entre más la practicaba más me relajaba. Había una ducha y a las tres o cuatro de la mañana yo abría la ducha y me relajaba. Así uno busca remedios, soluciones a algo que no iba a cambiar.
(Narra que hubo una campaña desde afuera, iniciada desde Chicago, contra la tortura de despertar a un preso cada media hora.)
Un día vino el alcaide y me dijo ‘oye López, nosotros hemos decidido parar la práctica de estarte despertando cada media hora y hoy mismo vamos a empezar a hacer la cuenta cada dos horas. Cuando ellos pasan tienes que tener parte de tu cuerpo descubierto, ellos venían con un flash light, hay una ventana, la cama, si no te movías venía la extracción de celda y es peligroso. Yo miraba el reloj una hora y me movían antes de que ellos llegaran. Él me dice: López queremos que le digas a la gente afuera que ganaron.