PROMESA: Una Ley Irreformable

 

Por Paul Figueroa

Hay un refrán que dice, “palo que nace dobla’o jamás su tronco endereza”. La Ley PROMESA es un palo dobla’o, cuya única solución es sacarla de raíz. Hay un nuevo impulso en el Congreso para “reformar” la Ley PROMESA. Nos toca reconocer que no hay reforma posible a esta ley irreformable. Como pueblo nuestra postura colectiva debe ser contundente a favor de su derogación.

La Comisionada Residente, Jenniffer González, junto con los representantes Nydia Velázquez y Ritchie Torres, ambos demócratas de Nueva York, presentaron ayer ante el Congreso el proyecto HR 7409 que pretende adelantar la salida de la Junta de Control Fiscal, pero no deroga totalmente la Ley PROMESA. En el pasado ha habido otros proyectos para “reformar” a PROMESA y todos se han estancado en el congreso. Algunas de las enmiendas presentadas anteriormente han sido: la creación de un informe anual de ética, medidas para prevenir conflictos de interés y más transparencia en cuanto a las contrataciones de la Junta. Otras posibles enmiendas que se han discutido son: reducir el poder de los fondos buitres, investigar fraude, prohibir el uso de fondos federales asignados a nuestra recuperación después del huracán María para pagos de la deuda y eliminar a la Junta. Estas propuestas por más sensatas y atractivas que parezcan no cambiarán el propósito ni los fundamentos de PROMESA y, por ende, no son una solución real para acabar con nuestra crisis de austeridad.

Hay otro refrán que dice, “el que tiene nariz no manda a oler”. Usemos nuestras narices. Tengan cuidado con la palabra reforma. ¿Acaso alguna reforma impuesta al país recientemente ha aportado algo positivo?  ¿La laboral?  ¿La educativa?  ¿La electoral? ¿La energética? No nos dejemos engañar. ¿Cuál de las enmiendas presentadas le quita a PROMESA su carácter colonial y antidemocrático? Ninguna. Un propietario puede gastar millones de dólares para renovar su casa, bautizarla con una nueva pintura, y  equiparla con enseres y accesorios modernos, pero si los cimientos de la casa no son sólidos, eventualmente la casa se va a derrumbar. Lo mismo pasa con PROMESA. No importa cuán atractiva pueda parecer la “reforma”, tarde o temprano va a derrumbar lo que nos queda de país.

La única postura sensata respecto a PROMESA es exigir su derogación. Declarar la deuda impagable y cesar cualquier pago proyectado hasta que Estados Unidos, los acreedores y los fondos buitres accedan, junto con el pueblo, a una reestructuración justa y faciliten un proceso serio de indemnización, desarrollo económico sostenible y descolonización. Cualquier otra postura es validar una deuda ilegal y prolongar nuestra crisis.

No nos dejemos engañar por voces que manifiestan que “reformar” PROMESA es la única alternativa y que todo lo demás es una pérdida de tiempo. Las personas que verdaderamente aman a Puerto Rico saben que el Pueblo hace sacrificios todos los días para subsistir. Hoy más que nunca, exigimos con mucho fervor: a la Junta y a PROMESA ni un vaso de agua.

El autor es educador, académico y pasado candidato a la Asamblea Municipal de San Juan por el Partido Independentista Puertorriqueño.

 

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