Especial para CLARIDAD
“Tenía un tumor canceroso en el cerebro… Después de mi operación, visitaba a mi neurocirujano todos los años. El año pasado, cuando fui a recibir más tratamiento debido a los síntomas recurrentes, simplemente se había ido”, dijo Teresa, una mujer de Aguada paciente de cáncer, sobre el médico que la estaba tratando.
“Ni siquiera recibimos una llamada telefónica de su oficina. Simplemente se había ido”, recalcaba repetidamente, mientras continuaba contando las dificultades que debió enfrentar a raíz de ese evento a un grupo de investigadores universitarios que buscan identificar las razones de la creciente migración médica en Puerto Rico.
El caso de Teresa es uno de los miles de casos de puertorriqueños que necesitan atención médica especializada y que se han visto obligados a posponer su tratamiento o incluso a dejar de recibirlo debido al aumento en la migración de médicos hacia fuera de la isla.
Según Nelson Varas Díaz, catedrático del Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad Internacional de Florida e investigador principal del estudio, Puerto Rico ha perdido más de un tercio de sus médicos durante la última década.
“En 2009, la fuerza laboral médica estaba compuesta por 14,500 médicos. Para 2020, la cifra se había reducido a 9,000. Si este patrón migratorio continúa en los próximos años, la isla no podrá cumplir con la proporción de 1/1000 de médicos per cápita propuesta por la Organización Mundial de la Salud”, expuso el investigador en su artículo.
Los hallazgos preliminares del estudio han sido publicados por Elsevier, una importante editorial científica y empresa de análisis de datos, en el artículo On leaving: Coloniality and doctors immigration in Puerto Rico.
Varas Díaz enfatizó además que “las recientes olas migratorias han sido lideradas por médicos en áreas especializadas de la medicina que se han vuelto peligrosamente escasas en la isla”.
Hace algunos meses la Asociación de la Industria Farmacéutica de Puerto Rico (PIA, por sus siglas en inglés) llegó a una conclusión casi idéntica en un estudio similar que encargó a FARO, una firma de asesoría en el manejo de la atención médica.
El estudio de PIA reveló que la cantidad de especialistas médicos en la isla no será suficiente para atender las necesidades de salud de los puertorriqueños tan temprano como para el año 2030.
“Hemos comprobado que no vamos a alcanzar la cantidad óptima de especialistas que necesitaríamos en la isla en función de los niveles de enfermedad de nuestra población. Anticipamos que vamos a tener menos especialistas que el nivel óptimo necesario para atender las necesidades de salud de nuestra población”, dijo Vanessa Lugo, ejecutiva de FARO.
¿Por qué se van?
Según Varas Díaz, el estudio, que se basó en entrevistas semiestructuradas (SSQIs, por sus siglas en inglés) y que incluyó a 50 médicos puertorriqueños (26 que habían emigrado a los Estados Unidos continentales y 24 que aún residían en Puerto Rico), reveló tres razones principales por las que los médicos deciden abandonar la isla.
“Existe una creencia compartida entre todos los entrevistados de que el sistema [de salud] en Puerto Rico está totalmente colapsado. A pesar de la narrativa del Gobierno de que el sistema no ha colapsado y está en funcionamiento, desde la perspectiva de los médicos sí está colapsado”, dijo Varas Díaz.
Otra razón para irse de la isla, según los médicos entrevistados, es que el sistema está estructurado para impedir su desarrollo profesional debido a la politización, así como al control que tienen las compañías de seguros sobre él.
La tercera razón para abandonar la isla es que el sistema educativo que se supone forma a los nuevos médicos está estructurado, desde el primer año de la escuela de medicina, para obligarlos a irse.
“Digamos que un estudiante es aceptado en la escuela de medicina del Estado. [Este] tendrá que lidiar con cupos limitados en clases también limitadas —en comparación con las universidades privadas— en una institución asediada por administraciones gubernamentales y una Junta de Supervisión Fiscal que han llevado al desmembramiento del sistema de educación pública”, argumentó Varas Díaz.
“Ese vacío lo llenan las universidades privadas o, en nuestro contexto, ‘con fines de lucro’”, agregó.
El investigador argumentó, además, que al completar sus estudios, un grupo de estudiantes masivamente endeudados es arrojado a un sistema que no tiene suficientes puestos de entrenamiento. Aquellos que logran completar su especialidad médica o residencia pasan a un sistema controlado por las compañías de seguros, que tienen el poder suficiente para decidir quién se registra para la práctica médica.
Parte de la entrevista con un ginecólogo-obstetra puertorriqueño que trabaja en el estado de Ohio fue incluida en el artículo On Leaving…, y en esta se detalla cómo el costo de vida impacta los servicios en Puerto Rico.
“Aquí [en Ohio] recibo $50 por un [examen de] Papanicolaou. En Puerto Rico, un médico recibe $25. Tenemos los mismos costos… materiales, tiempo, todo es lo mismo, pero el salario allá es menor. A eso, súmale que el costo de vida allá es mucho más alto. Imagínate esto para un médico que ya tiene una gran deuda estudiantil”, expresó.
Según Varas Díaz, estas preocupaciones por la diferencia de salario entre los médicos en Puerto Rico y los EE. UU., el costo de brindar servicios y el aumento del costo de vida en la isla, impactaron la decisión de los médicos de irse a los EE. UU.
Por otro lado, aunque el estudio de PIA analiza el número de especialistas que se espera que estén activos en 2030, sí menciona algunas de las razones para la disminución del número de especialistas en la isla. El estudio identifica el retiro de especialistas luego de cumplir 75 años de edad y 45 años de ejercer la medicina como la principal razón por la que Puerto Rico está perdiendo médicos. A esta situación se suma el hecho de que la isla no está produciendo suficientes especialistas para cubrir su necesidad debido al número limitado de programas de formación (residencias y becas).
“El número de especialistas que se produce en estos programas es menor del que necesitamos. Es decir, la cantidad de especialistas que ingresan [a la práctica] no compensa la cantidad de los que se retiran”, informó Lugo.
En el estudio de PIA se analizaron diez especialidades médicas, con base en el perfil clínico proyectado de la población de la isla. Entre ellas se encuentran neurólogos, gastroenterólogos, reumatólogos, dermatólogos, cardiólogos, cirujanos generales, endocrinólogos, cirujanos de mama, cirujanos colorrectales y neumólogos pediátricos.
Cabe destacar que en el caso de los endocrinólogos, el estudio proyecta que para el año 2030 se necesitarán 379, mientras que actualmente solo hay 84 activos. Esto significa que se necesitarán más de cuatro veces más endocrinólogos de los que están activos hoy.
El estudio también menciona la migración médica y estima una proporción de cinco médicos por cada 1,000 personas (5/1,000).
Pagando las consecuencias
La migración médica de Puerto Rico, combinada con la tendencia demográfica actual de la isla de perder población, podría causar demoras en el diagnóstico y tratamiento, lo que a su vez impactaría los resultados de salud de los tratamientos que se ofrezcan.
“En la medida en que ocurran complicaciones de enfermedades específicas y/o condiciones relacionadas, anticipamos que esto tendrá un impacto, no solo en la salud de esas personas, sino también en el sistema de salud en sí, y podríamos estar viendo más hospitalizaciones provenientes de las salas de emergencia”, advirtió la ejecutiva de FARO.
En el caso de las personas que padecen diabetes, por ejemplo, Lugo estimó que el número de visitas a las salas de emergencia o el número de hospitalizaciones podría duplicarse. Actualmente, el paciente promedio de diabetes va al hospital 2.6 veces al año.
“Estamos anticipando que las visitas de estos pacientes al hospital podrían aumentar a 6.8 veces [al año]”, advirtió. El cambio en la demografía de Puerto Rico, específicamente una población de mayor edad que padece enfermedades crónicas, “podría tener implicaciones económicas adversas a nivel macro, como lo sería un aumento en el costo per cápita de la atención médica a los pacientes, pérdida de productividad y problemas de disponibilidad en la fuerza laboral”.
Hoy en día, el costo de manejar un paciente diabético en Puerto Rico es de alrededor de $17,000 por año. Pero bajo el escenario de PIA, el costo podría duplicarse para el 2030, totalizando unos $34,000. En términos de costos indirectos, Lugo explicó que un paciente diabético con una condición no controlada tendría que ausentarse del trabajo con mayor frecuencia, lo que costaría más de $160 millones en pérdida de productividad. En el caso de los pacientes que han quedado incapacitados y ya no pueden trabajar, podría representar un costo de $900 millones.
En términos generales, por cada punto porcentual de aumento en el ausentismo laboral de los trabajadores diabéticos, se agregan 6 millones de dólares al erario, mientras que en el caso de las discapacidades, por cada punto porcentual se agregan $40 millones.
Por su parte, Varas Díaz señaló que una de las limitaciones de los estudios que han considerado la migración médica en diferentes partes del mundo ha sido que se concentran en los factores que convocan o expulsan a los médicos de un lugar o entorno.
“No hay un análisis de las condiciones sociopolíticas que generan esos factores. Es muy interesante constatar en nuestro contexto cómo los sujetos entrevistados tienen clara conciencia de que la condición colonial del país impacta a la comunidad médica. Estos médicos tienen claramente identificadas las condiciones sociopolíticas que provocan su exilio”, dijo Varas Díaz.