“Segundo Ruiz-Belvis”: escrito desconocido de Hostos

 

Especial para En Rojo

 

 

Nota introductoria

En la edición del 19 de febrero de 1868 del periódico El Progreso de Barcelona apareció publicado un artículo titulado “Segundo Ruiz-Belvis” de la autoría de su director, Eugenio María de Hostos (1839-1903). Se trataba de una nota biográfica, de duelo y homenaje, como sugiere el título, a Segundo Ruiz Belvis. El revolucionario de Hormigueros murió el 3 de noviembre de 1867 a sus 38 años en Valparaíso, Chile, ciudad a la que se dirigió con el fin de allegarle apoyo político, económico y militar a la revolución puertorriqueña, precipitada el 23 de septiembre de 1868 en Lares.

Hostos fue director del diario liberal El Progreso durante su breve existencia, entre febrero y abril de 1868 aproximadamente, cuando, en sus palabras, “murió a golpes de un decreto del Capitán General de Cataluña”.[1] En esa época Hostos apostaba a la autonomía de Puerto Rico y Cuba en el marco de una república federal española, y fue cercano a la plana mayor de la llamada Revolución Gloriosa de 1868 que dio inicio al “Sexenio Democrático” en la metrópoli. Esas ilusiones se desvanecieron en la medida en que se hizo evidente que las libertades proclamadas en España no iban a cruzar el Atlántico.

Eran las vísperas de lo que Marcos Reyes Dávila llamó la “Segunda Revolución” del prócer mayagüezano, esto es, la “revolución armada y cultural que abarcará todas la américas, por la independencia absoluta y la confederación de las Antillas”.[2] Ya en 1870, Hostos se hallaba en Nueva York integrado a las actividades del exilio antillano nucleado en torno a la Junta Revolucionaria de Cuba y Puerto Rico, compuesto tanto por separatistas anexionistas, que buscaban la separación de España para integrarse a Estados Unidos, como por separatistas confederacionistas, como Hostos, que aspiraban a la confederación antillana.[3]

Hostos hizo una referencia al artículo “Segundo Ruiz-Belvis” en su ensayo publicado en 1872 sobre el poeta y patriota cubano Gabriel de la Concepción Valdés, de seudónimo Plácido, fusilado en 1844. Dijo entonces que él también se había visto “obligado a emplear el recurso de Plácido y [José Julián] Acosta y de cuantos, hablando delante de España a las Antillas, han tenido que velar la verdad para decirla”.[4] El ejemplo que citó fue el artículo sobre Ruiz Belvis publicado en El Progreso. Su explicación merece ser citada en extenso:

«Había muerto en Valparaíso uno de los precursores de la independencia de Puerto Rico. Segundo Ruiz Belvis, alucinado por el Contra-manifiesto, vino a Chile en busca de recursos para intentar la revolución en Puerto Rico. Llegó y murió. Era necesario que la Isla conociera y llorara el sacrificio del mejor de sus hijos, por que era el primero que se sacrificaba. Yo dirigía El Progreso, diario expresamente fundado por los liberales en Barcelona para conmover a la entonces pasiva Cataluña. En su programa, que fue una de las causas de la supresión ab-irato[5] del periódico y el menor de los motivos en que se fundó la persecución de su director, había yo incluído la libertad autonómica de las Antillas como condición necesaria de la revolución de España, y quería y debía utilizar todos los medios que se me presentaran para explicar cómo entendíamos las Antillas y los antillanos nuestra libertad. Escribí una biografía de Ruiz Belvis. Lo presenté como había sido, y para hacer comprender la significación del hombre, resumí su retrato en estas palabras simbólicas: “Fué un obrero que murió en la obra y por la obra.” España no entendió: pero Puerto Rico consagró la fórmula. Desde entonces, la independencia de la patria es nuestra obra, y todos somos obreros de la patria.

La palabra de doble sentido, la reticencia, la segunda intención que se escapa de los labios del esclavo, es la amenaza más eficaz para su amo y es la prueba más terminante de que el espíritu del esclavo se emancipa.» [6]El hallazgo de este artículo se debió a la coincidencia de haberme familiarizado con la plataforma cibernética de la Biblioteca Nacional de España (BNE) y de leer Los días de su madrugada. Hostos: La Biografía (2023) de Reyes Dávila recientemente, para propósitos de una investigación que realizaba sobre Ramón Emeterio Betances. En dicha biografía, Reyes Dávila dice lo siguiente: “[…] Ruiz Belvis partió en su misión a Chile, encarrilado ya al rumbo del que no hay regreso, y donde falleció apenas desembarcó en Valparaíso. Hostos redactó una nota de duelo en El Progreso de Barcelona que no conocemos”.[7] Por fortuna, la nota en cuestión apareció entre los 60 ejemplares del diario alojados en la página de la BNE. Esperemos que la disponibilidad de esas fuentes aporte nuevas pistas y ángulos de investigación para los estudios hostosianos.

 

 

***

 Segundo Ruiz-Belvis.[8]

[Eugenio María de Hostos]

La isla de Puerto-Rico, sobre cuyo hermoso suelo ha caido en estos tiempos un diluvio de infortunios, ha sido desgraciada hasta en sus hijos.

Segundo Ruiz-Belvis, aquel amantísimo patriota, ha caido en la tumba. Cayó como los árboles tempranos; antes de dar fruto, al florecer.

II.

Segundo Ruiz-Belvis nació al occidente de la Isla; en Mayagüez.

De todas las comarcas de la tierra emigra el hombre para buscar el alimento corporal que la comarca nativa le niega: de Puerto Rico el niño emigra para buscar el alimento intelectual que allí no encuentra. Niño aun Ruiz, emigró en Venezuela. Educóse en la capital de esta república; regresó á su país, y volvió á emigrar á España. Su vida fué una expatriacion. Dedicóse á Madrid al estudio del derecho; trabajó, conquistó el título de abogado y volvió á su isla. En ella, lastimado por el espectáculo de la esclavitud, se asoció á otros jóvenes y formó la sociedad de redencion de niños esclavos. Las asechanzas que sus ideas abolucionistas le atrajeron, su patriotismo, la firmeza de sus ideas lo hicieron popular en la comarca, –y cuando el decreto de noviembre de 1867 llamó á la capital de España á los comisionados de Cuba y Puerto Rico, Ruiz fué elegido comisionado por el ayuntamiento de Mayagüez.[9]

Tenia una idea fija, y contribuyó enérgicamente a manifestarla. De los cuatro comisionados de Puerto-Rico, tres propusieron á la junta de información la abolicion inmediata de la esclavitud. Ruiz que veia todas las cuestiones bajo el punto de vista de lo que desasosegaba su intranquilo espiritu, no queria, no pedia otra cosa que la emancipacion de los esclavos negros.

Hecha á la Junta la moción, regresó á su patria.

Pocos días despúes de la llegada se vio obligado á espatriarse: salió para no volver.

Los pájaros marinos que de islote en islote y de escollo en escollo, recorren la inmensidad del mar, arrojados de un punto por el hambre, repelidos al otro punto por la tempestad, –son la alegoría perpetua de aquel hombre, ayer arrojado de su islote por falta de alimento intelecutal; por esceso de vehemencia intelectual, lanzado sobre una plaga lejana, –y hecho polvo.

II.

Si una biografía no fuera mas que el relato de una vida, –y de esta vida en su espresión externa, ya estaria terminada la de Ruiz; pero es además ó debe ser exposición del carácter; de la influencia de este en la vida; de la accion ejercida sobre uno y otra por el medio social en que vida y carácter se desarrollaban. –Así, en vez de la historia de un éxito, –fin miserable de la biografia vulgar, –se escribirá siempre la historia de un espíritu, se escribirá muchas veces la historia de una catástrofe.

Estudiado en estas relaciones superiores, Ruiz-Belvis es una vida interesante.

El fondo de su naturaleza moral, era la aspereza de la voluntad: decir esto, es decir que era una actividad cohibida; por cohibida, enferma: ¿quién la subyugaba? el medio social: odio al medio; pero como quella voluntad estaba dirigida por una inteligencia que veia claramente el origen lejano y la causa permanente del mal que odiaba, el odio se convirtió en justicia; dejó de ensañarse en el efecto irresponsable para hacerse vehemente contra la causa ocasional.

Esta monstruosa generación del sentimiento de justicia, que yo estoy absolutamente seguro de haber observado y comprobado, es mucho mas general y mas humana de lo que puede creer la irreflexión, y está esplicada previamente por el mismo sentimiento de justicia, que es dignidad en actividad, y por una verdad observable de sociología. Cuanto mas tenaz es la presión de un medio social, más activa es la dignidad que la resiste.

En toda lucha desigual, el menos fuerte reconcentra su fuerza: esta reconcentracion, en el individuo, determina un estado patológico del alma, cuyos caracteres sensibles se manifiestan en la impetuosidad de la fantasía, en la vehemencia de la pasion y en la rudeza imperativa de la voluntad.

Para contemplar en Ruiz estos fenómenos, bastaba observarlo las pocas veces que, estudiándolo, comprendiéndolo y compadeciéndolo, non ignara malis, miserus suscurrere disco,[10] lo observé yo.

Tal vez por no observarlo, los mismos que admiraban en él aquella fuerza, atribuyéndola á móviles pequeños, lo calumniaban: tal vez por igual ignorancia del estado morboso de aquella fuerza moral que, en otro medio ó en circunstancias favorables, hubiera determinado grandes actos, fué aquel buen hijo de la madre-isla arrojado de ella, para morir léjos de ella.

El patriota ferviente, el amigo del esclavo, convertido en polvo, descansa de su vida en tierra estraña.

Ante su tumba, silencio.

De lo que fué la vida, de lo que fué la muerte, ai posteri l’ardua sentenza.[11]

Yo, que llené un deber tratando de vislumbrar tras de apariencias repulsivas el fondo de aquel alma combatida, repetiré las palabras con que respondió cándida y profundamente á mi aflicción, el padre de un obrero que murió en su trabajo ante mi vista:

–Era un obrero que murió en la obra y por la obra.

Notas

[1] Eugenio María de Hostos, entrada del 12 de marzo de 1872 en Obras Completas, Vol. II: Diario, Tomo II, La Habana, Obispo y Bernaza, 1939, p. 26.
[2] Marcos Reyes Dávila, “Los días de su madrugada”. Hostos: La Biografía, San Juan, Editorial Patria, 2023, p. 158.
[3] Mario Cancel Sepúlveda, “Pensar el separatismo: el planteamiento de un problema” (2020) disponible electrónicamente en: https://puertoricoentresiglos.wordpress.com/2020/07/24/pensar-el-separatismo-el-planteamiento-de-un-problema/
[4] Hostos, “Placido” [1872] en Obras Completas, Vol. IX: Temas cubanos, La Habana, Obispo y Bernaza, 1939, p. 59.
[5] Quiere decir de manera airada o arrebatada.
[6] Hostos, Ibid., pp. 59-60. Los énfasis están en el original.
[7] Reyes Dávila, op. cit., p. 118.
[8] “Segundo Ruiz-Belvis”, El Progreso (Barcelona), año 1, núm. 5, 19 de febrero de 1868, p. 2. Se ha respetado la grafía original del artículo. La edición completa puede consultarse en la página de la BNE: https://hemerotecadigital.bne.es (Nota del transcriptor. En adelante, NT).
[9] Hostos se refiere a la Junta de Información convocada por la reina Isabel II para discutir las “míticas ‘leyes especiales’” con que habrían de gobernarse las Antillas españolas. Una de las peticiones de los comisionados puertorriqueños fue la abolición de la esclavitud y del régimen de la libreta. Ver Lizette Cabrera y Francisco Moscoso, Historia de Puerto Rico: Desde la antigüedad al mundo actual, San Juan, Ediciones Santillana, p. 226. También véase Mario Cancel, Segundo Ruiz Belvis: El prócer y el ser humano (Una aproximación crítica a su vida), Bayamón, Editorial Universidad de América, 1994, pp. 40-48. (NT)
[10] “Non ignara mali, miseris succurrere disco” es un verso del libro primero de la Eneida de Virgilio, y se traduce aproximadamente como “al no conocer yo la desgracia, he aprendido a socorrer a los desdichados”. (NT)
[11] Es un verso de “Il cinque maggio” (1821) del poeta italiano Alessandro Manzoni, escrito en homenaje a Napoleón Bonaparte. Se traduce aproximadamente como “el juicio arduo, para la posteridad”. (NT)

 

El autor  es estudiante doctoral de historia en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras y cocoordinador del Proyecto Coabey.

 

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