Templos, iglesias y protestas

 

Especial para En Rojo

En Brasil, el comienzo de este mes de febrero fue marcado por el brutal asesinato de dos jóvenes negros en Río de Janeiro. Moise Kabagambe, migrante congoleño, golpeado hasta la muerte y Durval Teófilo Filho, asesinado a tiros por un policía vecino que lo confundió con un ladrón. Durante el fin de semana, 05 y 06, en todo Brasil, movimientos populares hicieran manifestaciones para protestar contra el racismo. En Curitiba, Paraná, un grupo se reunió frente a una iglesia en el centro de la ciudad y, al final de la manifestación, entró en la iglesia para concluir su protesta. La prensa, ávida de noticias sensacionalistas que legitimen denuncias contra movimientos populares y partidos de izquierdas, se deleitó con las imágenes de lo que llamaron invasión de un templo. Autoridades eclesiásticas y civiles protestaron por la falta de respeto al lugar sagrado y políticos dicen que los comunistas persiguen a cristianos. Organizaciones populares y partidos progresistas han adoptado posiciones críticas respecto a lo ocurrido.

Desde el punto de vista institucional, la mayoría de los eclesiásticos coinciden en que las iglesias puedan ser utilizadas para misas de investidura de gobernantes o alcaldes de derechas. Sin embargo, considera falta de respeto al lugar sagrado cualquier manifestación de  categorías populares que pueda considerarse de izquierdas.

En Roma, el Papa Francisco dialoga con movimientos populares y defiende la vida de migrantes, pero esta no es todavía la sensibilidad de muchos ministros y fieles católicos. Para muchos cristianos, católicos y evangélicos, este asunto no hace parte del anuncio de la fe y de la misión.

En la época de la dictadura militar brasileña, en Recife, estudiantes que protestaban contra la represión ocuparon una iglesia en el centro de la ciudad. En cuanto se enteró, el propio arzobispo Helder Camara se dirigió a la iglesia y permaneció junto a los estudiantes, hasta que pudieron abandonar el templo con seguridad. Lo mismo ocurrió en Salvador, BA, donde la iglesia ocupada por los jóvenes era la basílica del Monasterio de São Benito. El abad Timóteo Anastácio abrió las puertas de la Iglesia y declaró el Monasterio como espacio de acogida y protección de la juventud. Del mismo modo, en Sao Bernardo do Campo, SP, en 1980, la Iglesia Matriz fue refugio para asambleas de obreros metalúrgicos en huelga.

Hoy, aunque en otro contexto político, la sociedad tiene derecho a exigir a los dirigentes de Iglesia una coherencia profética con el evangelio. Originalmente, el cristianismo no tenía templos sino iglesias. Iglesias significan espacios de reunión. El apóstol Pablo llamó iglesias a las primeras comunidades cristianas, porque eran asambleas de personas no reconocidas como ciudadanas, que allí, podían reunirse, como hijos e hijas de Dios. Hoy, cuando manifestantes ocupan una iglesia, están cuestionando a los señores del templo: ¿Cuál es el sentido y la misión de la Iglesia?

Soñamos con tiempos en los que sacerdotes y obispos no sólo no se opongan, sino se alegren cuando sus Iglesias sean ocupadas pacíficamente por grupos populares que defienden la justicia y la vida para todas las personas humanas y en comunión con todos los seres vivos.

 

El autor es monje benedictino y escritor

 

 

 

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