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Aún no ganamos

se puede verificar que este libro que nació de una tesis de doctorado permite a quien lo lea observar cómo la relación del autor del libro con el objeto estudiado se establece de dos formas: César Pérez estudia el evento que fue la huelga de 2010 como académico, en el proceso de escritura de una tesis de doctorado, y por fin se identifica con el sujeto colectivo que es el actor protagonista en las distintas huelgas.

Ruy Costa

Las palabras finales de César –‘Aún no ganamos y la huelga no ha terminado’– me parecen las palabras justas para comenzar mi comentario y presentación de Rebelión – No-Derecho y Poder Estudiantil, la huelga de 2010 en la Universidad de Puerto Rico.

Justas porque este sujeto colectivo del ‘no ganamos’ incluye al autor de este libro, César Pérez Lizasuain, que se identifica con el sujeto colectivo que es el estudiantado que hizo la huelga de 2010, la del 2011 y la del 2017. De esta forma, y para quien no conozca al autor, se puede verificar que este libro que nació de una tesis de doctorado permite a quien lo lea observar cómo la relación del autor del libro con el objeto estudiado se establece de dos formas: César Pérez estudia el evento que fue la huelga de 2010 como académico, en el proceso de escritura de una tesis de doctorado, y por fin se identifica con el sujeto colectivo que es el actor protagonista en las distintas huelgas. 

Para este proceso de identificación que se da entre César y el sujeto colectivo protagonista de la huelga de 2010 será importante señalar que César fue docente sin plaza en la Universidad de Puerto Rico durante varios años, que en 2017, como lo dice en el prefacio ‘en contraste con la huelga de 2010, me tocó ver y participar del evento como profesor universitario’, y que además de esto, César es ciudadano, asalariado, miembro de la clase trabajadora de un país en que la precariedad es junto con el desempleo el futuro expectable para la gran mayoría de los que ahora estudian y trabajan en este país. 

El proceso de construcción del estudiantado en movimiento estudiantil, del estudiantado como agregado de individuos atomizados que ocupan un lugar en la estructura que es la universidad, y que como dice en una entrevista un ex-miembro de la Junta de Síndicos – ‘aquí los maestros vienen a enseñar, los estudiantes a aprender y los administradores a administrar y si hacen cualquier cosa distinta a eso is not okay’ (125), y que se convirtió en un sujeto colectivo conocido como el movimiento estudiantil, y el modo de organización de esta comunidad creada a través de un proceso largo y complejo en el cual la huelga refleja parte de este proceso de subjetivación, digo, este proceso de construcción de una identidad colectiva es lo que faltó hasta ahora en gran medida en los empleados (docentes y no docentes) de la Universidad de Puerto Rico y lo que está faltando hace mucho tiempo en el país, de acuerdo con lo que César dice a propósito del 15 de octubre de 2009:

‘El 0-15 marcaba así un declive, al menos, en la lucha de los gremios sindicales, e instauraba un nuevo ciclo (2009-2011) en el que la resistencia no solamente en el contexto universitario, sino a nivel nacional, no se enfocó en los dos grupos tradicionales que servían de vanguardia a la protesta social en Puerto Rico: por un lado, las y los trabajadores organizados en sindicatos y, por otro, el independentismo.’ (66). 

Como añade un de los entrevistados, miembro de la UJS en el RUM: ‘La verdad, en el momento en que le tocaba al movimiento obrero, ese sector se quedó callado’. 

Ya empecé la presentación del libro pero me permito interrumpirla para ahora hacer una introducción a la presentación: conocí a mi amigo César, y en este contexto pudiera llamarlo también compañero o camarada de lucha, durante la última huelga universitaria en 2017. Esta huelga que ambos vivimos como docentes sin plaza en la UPR, creó las condiciones para que un grupo de docentes se constituyera en comités de acción autoconvocados en distintos recintos de la UPR, y esto es uno de los aspectos novedosos de esta última huelga, en comparación con la huelga de 2010, y fue a través de uno de estos grupos, PARES, que conocí a César. 

El paro que empezó en los últimos días de marzo de 2017 y del cual surgirá la huelga aprobada el 5 de abril en la asamblea de estudiantes, comienza por la noche del día 27 de marzo, luego de una reunión de claustro convocada de emergencia y que sirvió por lo menos para demostrar, a quienes tenían todavía alguna duda, la inutilidad de realizar reuniones de claustro cuando estas son burocráticas, verticales, anti-democráticas (al excluir todos los docentes sin plaza y sin carga académica completa de cualquier posibilidad de la participar en las decisiones del claustro). Los comités de acción autoconvocados están para la reuniones de claustro como los comités de acción estudiantil están para la representación institucional de los estudiantes, docentes y empleados en la estructura de la Universidad. Lo que falta es que estos comités de acción autoconvocados no surjan cuando hay una huelga de estudiantes y se disuelvan o desaparezcan cuando la huelga termina. Lo que falta es todo el trabajo político de construcción de una identidad colectiva descrito en el libro de César y que articula la experiencia de la huelga de 2005, de CUCA, a las huelgas de 2010 y de 2011 y de 2017. Porque estas huelgas no surgieron de la nada y tampoco se desvanecieron en el aire. Lo que falta es que los trabajadores de la UPR pasen por un proceso idéntico de construcción de una identidad colectiva de forma análoga a la que resultó en el surgimiento del movimiento estudiantil y por ahora falta crear los mecanismos para que estos grupos autoconvocados puedan conducir a una lucha por la hegemonía. Como veremos a continuación, los comités de acción y, durante la huelga, las bases por portón y el Pleno son estructuras creadas con el propósito de que una comunidad estudiantil en la huelga pueda organizar, deliberar, vivir, bajo principios de la democracia participativa y de una forma horizontal una vez que se verifican los límites de los espacios institucionales definidos por la ley universitaria. Si las reuniones de departamento, de facultad, de claustro, si el senado no son estructuras en que la democracia participativa se pueda ejercer, entonces habrá que crear otras estructuras que lo posibiliten.

La huelga de 2017 tiene características singulares que la distinguen de la huelga de 2010, descrita en este libro: además de los comités autoconvocados, cambió en gran medida el perfil de los rostros más visibles: de los porta voces al mismo consejo de estudiantes, fueron mujeres muchas de las personas más destacadas del movimiento estudiantil; también, y como me dijo una amiga y antigua participante de la huelga de 2010, Teresa Córdova Rodríguez, ahora el antagonista no era solamente la Junta de Síndicos y el gobierno de Ricardo Rosselló, era también la Junta de Control Fiscal que de forma similar a las Troikas que llegaron a Grecia y a Portugal, llegaban para imponer un programa de políticas neoliberales en un contexto de una crisis financiera del Estado. Por eso, en las demandas de la huelga, además de cero recortes y de cero aumento de matrícula, se exigía una auditoría sobre la deuda de Puerto Rico. 

Hay sin embargo una continuidad entre los procesos de huelga que van desde 2005 hasta 2017, y eso lo reconoce César al inicio de su libro, que es el desarrollo de la doctrina neoliberal en las políticas públicas de Puerto Rico y a partir de la cual se pretende cambiar por completo la Universidad de Puerto Rico. Por esa razón, César utiliza inicia su reflexión utilizando el término subsunción real que proviene del sexto capítulo inédito del Libro 1 del Capital de Karl Marx, y que en las palabras de Antonio Negri que el mismo César cita se lee:

‘… Negri (en La Fábrica de Porcelana) sugiere que la subsunción real ‘significa que todos los aspectos que la sociedad presenta de modo más o menos distinto se resumen en un solo proceso de producción. Todas las formas son subordinadas a la construcción de la ganancia, no existen más fases o espacios intermedios de la sociedad en los cuales las formas de producción independientes puedan subsistir autónomamente.’ 

Si, como dice Boaventura Sousa Santos, ‘el desarrollo de la educación universitaria en los países centrales, durante los 30 o 40 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se apoyó por un lado en las conquistas de la lucha social por el derecho a la educación, manifiestas en la democratización del acceso a la universidad, y, por otro lado, en los imperativos de la economía que exigía una mayor calificación de la mano de obra en los sectores clave de la industria. La situación se alteró significativamente a partir de mediados de la década de 70 con la crisis económica que se instaló. A partir de entonces se generó una contradicción entre la reducción de la inversión pública en la educación superior y la intensificación de la competencia entre empresas, presente en la búsqueda de innovación tecnológica, y, por lo tanto, en el conocimiento técnico-científico que la hacía posible, y en la necesidad de formación de una mano de obra altamente calificada’. 

Como lo sintetiza César, a través de esta lógica neoliberal aplicada a la universidad pública:

“… desde el estado neoliberal se fomenta que la universidad estatal vaya asumiendo lógicas propias de lo privado. La descapitalización, el aumento en el costo de matrícula, la privatización de servicios dentro de la propia universidad (comunicaciones, seguridad, tecnología, patentes, entre otros), la imposición de que se busquen fuentes de financiación en los mercados (préstamos, participación en los mercados de bonos, etc.) y la precarización del trabajo docente tienen el efecto de una privatización de facto del aparato universitario, mientras que jurídicamente conserva su estructura pública. (30-31)

Ante este ataque conducido por los poderes económicos que determinan la lógica neoliberal de las políticas públicas, y siendo el Estado un instrumento de poder de esta clase (se lo puede decir? Burguesa), César encuentra en autores como Alain Badiou y Enrique Dussel la teoría del evento del primer y el concepto de estado-de-rebelión de segundo como teorías que le permiten pensar las revueltas organizadas por el movimiento estudiantil como forma de revuelta en contra esta lógica neoliberal. 

En el análisis que César hace de la Ley 7 de 2009 del gobierno de Luis Fortuño que declaró un ‘’estado de emergencia fiscal’’ y de la reacción del movimiento estudiantil que conduzco a la huelga de 2010 se adecua a la distinción que Enrique Dussel presenta entre estado de rebelión y estado de excepción:

“…el ‘estado de rebelión … es algo más que un ‘estado de excepción. El segundo es correlativo al orden jurídico establecido (potestas), y lo decreta una función del poder constituido (al menos un poder legitimado carismáticamente); el primero, en cambio, es la acción misma originaria de la voluntad consensual de la comunidad política (potentia).” (38)

 Así, si el estado de emergencia fiscal en 2009 (a lo que se sumará en 2016/17) la crisis financiera y la Junta de Control Fiscal, pretendió ser la forma de conseguir el contexto de legitimación del programa neoliberal en toda su extensión, el estado de rebelión es la respuesta por parte de la revuelta estudiantil. Como dice César, esta respuesta no es solamente negativa, o en sus palabras ‘’el evento rebelde transciende la negatividad propia de la protesta y se desenvuelve en un terreno positivo en el que se produce subjetividad.’’ (39). Como se puede ver el terreno positivo? 

En la página 42 dice César: a través, del “…uso de los medios sociales de comunicación en red, expresiones artísticas o cultural jamming, asambleas para la toma de decisiones, nuevas formas organizativas para la participación, nuevos esquemas de mando-obediencia, la renuncia y puesta en marcha de un nuevo entendido sobre la representación, el acto de desobediencia civil, enfrentamientos pacíficos y no pacíficos con las autoridades estatales, entre otros) que producen significados, tanto de ruptura respecto a la hegemonía neoliberal como de creación de un nuevo campo subjetivo mediante la afirmación de una nueva verdad política más allá del Estado-parlamentario y del Estado de Derecho. 

A través de todos estos mecanismos, se puede constatar que es posible inventar normas, formas de organización y de participación y de deliberación, que no están reguladas por la forma jurídica moderna. A estas formas de ordenación social no jurídica, César, de acuerdo con Carbonnier designa como el no-derecho y va a ser a través de este concepto como César analiza la contradicción entre la forma de actuar del Estado, de la Junta de Síndicos, del Tribunal Supremo, hasta del Colegio de Abogados en dado momento de la huelga, y la forma de actuar del movimiento estudiantil.

Los cambios en la composición del Tribunal Supremo en 2010 son, para César, la expresión de la validación jurídica del estado de excepción económico en Puerto Rico. La aprobación en el 24 de febrero de 2010, en la Junta de Síndicos de la UPR de la Certificación 98 que limitaba el acceso de las exenciones y ayudas económicas a estudiantes universitarios fue la causa inmediata de la huelga que comenzó en abril y que se extendió hasta junio de 2010 ocupando diez de los once recintos universitarios.

Sobre el proceso de negociación entre la Junta de Síndicos y el Comité Negociador Nacional, dice uno de los entrevistados por César lo siguiente:

“… la Junta de Síndicos estaba en un cuarto y los estudiantes estaban en otro y el árbitro (un ex juez) iba de cuarto a cuarto y se llegó a un acuerdo así…” (74)

Finalmente, los acuerdos recogidos en el documento titulado Entendidos entre la administración universitaria y el Comité Negociador Nacional fueron certificados por la Junta de Síndicos con fecha del 16 de junio de 2010 y por una asamblea nacional de estudiantes el día 21 de junio de 2010.

Como dice otro de los entrevistados quien fuera parte del Comité Negociador Nacional “… una de las razones de la huelga fue que los que estábamos en el Consejo fracasamos en nuestra labor de poder parar esas acciones de la administración: fracasamos por completo. Fracasamos porque no teníamos el poder para hacerlo…’’ (80)

El poder estudiantil es analizado de la siguiente forma: (1) de carácter cíclico y diverso, (2) en la huelga de 2010 (y en la huelga de 2017 de otra forma – por ejemplo, en abril de 2017, durante el proceso de la huelga docentes entraron en un de los comités de base y de esa forma pudimos participar en los plenos llevados a cabo durante la huelga) se abrió la puerta para una participación amplia y diversa de actores no tradicionales en las luchas estudiantiles, (3) hubo una promoción de la participación amplia, diversa y directa de todas y todos estudiantes interesados en hacerlo, (4) la identidad flexible, no fija, del movimiento estudiantil que obligó a adoptar posturas y formas organizativas no tradicionales. (5) Finalmente, y vuelvo a citar el texto “el movimiento estudiantil se concibe como la propia Universidad (…). No se produjo pues, dentro de este discurso una línea que deslindara al estudiantado, como sujeto participante de unos derechos y obligaciones, de la Universidad como institucionalidad separada que se encuentra obligada a cumplir determinadas obligaciones contractuales. El protagonista se concibió como centro vivo de la propia universidad, contrario a lo que pensaba la administración universitaria.” (83)

En oposición a esta última idea, se puede oponer lo que en la página 129 es la ideología plasmada por el juez asociado Rafael Martínez Torres en el caso Universidad de Puerto Rico v. Gabriel Laborde:

“Cada estudiante firma un acuerdo con la UPR en la que la segunda se compromete a enseñar y el primero a cumplir con sus deberes académicos.”

Es en una lógica de contrato de prestación de servicios, y en una lógica individualista y liberal, en donde no existe el estudiantado como entidad colectiva sino cada estudiante singularmente, que se articula este texto, por oposición a una lógica colectiva en el cual el estudiantado, a pesar de diverso, de plural en sus características no pierde aquello que los une como un sujeto colectivo. 

En la lógica de construcción de este proceso de resistencia se analizan las estrategias para contactar con las audiencias, sea los otros estudiantes sea el resto de la ciudadanía. Entre estas estrategias se encuentra por ejemplo la Carta al País hecha pública el 21 de abril de 2010, la Declaración desde la Universidad tomada publicada el 1 de mayo de 2010 y la Radio Huelga, una estación de radio por internet creada en medio de la Huelga de 2010 para comunicar sobre lo que acontecía diariamente en la revuelta estudiantil. 

En cuanto a la estructura organizativa que conduzco a los Comités de Acción Estudiantil se dice que estos fueron creados por lo menos dos años antes del inicio de la Huelga de 2010 y que se remite a la huelga de 2005 y a las manifestaciones de solidaridad con la huelga en 2008 por la Federación de Maestros de Puerto Rico.

Los CAE se solidificaron como espacios informales por oposición a la estructura formal del Consejo General de Estudiantes y al déficit democrático de la UPR. Ya en el contexto de la Huelga el Pleno era el foro de participación amplia en donde se llevaban cuestiones centrales y en donde se tomaban decisiones. A propósito de la relación entre los Comités de Portones y el Pleno se dice que “… La superioridad del Pleno se daba en la medida en que la participación en la toma de decisiones era plenaria, amplia, participativa y deliberativa. Pero no tenía jurisdicción directa sobre las decisiones locales en los CAE, que se transformaron en los Comités de Portones a partir de la ocupación de los campos universitarios”. El Comité de Seguridad y el Comité en Contra de la Homofobia y Discrimen son otros de los comités descritos. En la huelga de 2017, existía también el Centro de Comunicación Estudiantil y el Comité Central de Comidas y que junto con el desarrollo del huerto dan cada vez más la apariencia de una ciudad, de una ciudad-Estado, de una Comuna. 

En el capítulo 3, se analiza como tanto el CAFI en 2006 que recomienda “un aumento de matrícula y la consiguiente reforma universitaria acomodada a las variantes impuestas por el mercado” (105) durante el gobierno de Aníbal Acevedo Vilá como el CAGFES creado en 2010 por Luis Fortuño siguen un modelo similar de lo que debe de ser la universidad. Eso se puede ver también en la composición del CAGFES que era compuesto por ‘’altos miembros de la industria farmacéutica; por representantes de la empresa privada como fue el Sistema Universitario Ana G. Méndez; por la presidenta en aquel momento de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera y por afiliados al PNP’’ (110)

Además de la utilización del Tribunal Supremo como instrumento para implementar la agenda neoliberal, también la represión de la protesta se está dando a través de una progresiva militarización de la policía, por tácticas de detención y encierro en vehículos en movimiento, o más recientemente por otras leyes.

Concluidas las huelgas estudiantiles de 2010 y 2011, nos dice César, “inició un nuevo intervalo de despolitización de la protesta social’’ que terminó con la huelga con la huelga estudiantil de 2017 y con las manifestaciones del 1 de mayo de 2017 y de 2018. 

Para empezar a cerrar esta presentación quisiera distinguir distintos niveles del análisis: por un lado, como el movimiento estudiantil evoluciona en relación con la audiencia, con la percepción por la ciudadanía en general en una lucha por la hegemonía –y la formación por ejemplo del Comité de Seguridad o la definición de una regla como de no fumar frente a los portones y de definir áreas específicas para hacerlo son medidas tomadas en ese sentido así como las Cartas abiertas o la Radio Huelga– cuando del otro lado tiene no solamente todo el aparato del Estado y de los principales medios de comunicación privados que transmiten un discurso generalmente contrario al movimiento de estudiantes. Por otro, el movimiento estudiantil evoluciona dentro del mismo recinto –por ejemplo la creación de un Comité de Acción de Mujeres y del Pleno de Mujeres son parte de ese trabajo interno del movimiento estudiantil de autorreflexión. Existe también otra evolución que se relaciona con las formas de represión y con la ocupación de la universidad por la policía obligó igualmente a inventar nuevas formas de lucha. 

Finalmente, en el capítulo 3.5.1. titulado Zapatistas en la UPR: el mandar-obedeciendo del poder estudiantil, César analiza la Declaración de la Universidad Tomada, redactada por el Comité de Acción Estudiantil de la Facultad de Humanidades de la UPRRP y su similitud y inspiración en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. Cito, por última vez a César que comparando ambos documentos dice: 

“A partir de este comunicado (…) y con el característico estilo poético y la carga filosófica de los comunicados zapatistas, se intenta traducir lo siguiente: (1) el rechazo a la situación imperante en la UPR, análogo al ¡Basta! de la Primera Declaración de la Selva Lacandona; (2) la consolidación de la auto-identificación como el protagonista del conflicto en contraposición al poder antagónico contra el que luchan: ‘hemos cambiado la historia, la hemos hecho nuestra’; (3) los objetivos y metas del movimiento estudiantil: ‘Diálogo, negociación, conocimiento, educación, libertad, transparencia, democracia y participación. Éstas fueron nuestras banderas en la madrugada del 21 de abril de 2010; éstas son hoy nuestras exigencias”; (4) la identificación de uno de los agentes antagonistas, la ‘mala administración’, haciendo uso de la referencia zapatista al ‘mal gobierno’; y (5) el criterio de validación mediante la producción de una esfera ética.” (150)

Quisiera terminar agradeciendo mucho a César la invitación a presentar este su libro, que agradezco a todos aquellos y aquellas que luchan por un mundo más justo y que en los años que aquí he vivido los días en que la universidad fue ocupada por el movimiento estudiantil fueron los días en que sentí el olor de la democracia y de la libertad. 

Cuando un AMIGO se va: Humberto Torres Coromina (1937-2025)

 

En CLARIDAD lamentamos profundamente el fallecimiento de don Humberto Torres, quien en vida fuera un exitoso profesional del seguro de vida, dedicado hombre de familia, y generoso y consecuente patriota.
Humberto fue de los pioneros del programa Amigos de CLARIDAD, al cual contribuyó fielmente durante décadas. Fue un anunciante siempre presente en nuestras ediciones especiales y los programas de los festivales de CLARIDAD. Asiduo al Festival, colaborador de la Claritienda y muy  solidario con la Misión de Puerto Rico en Cuba, Humberto siempre estuvo disponible para dejar su huella en toda causa justa y liberadora de nuestro pueblo.
Al darle hoy un sentido adiós, nos unimos a su querida esposa Carmen Aida, a sus hijas e hijos, Carmen Ana, Humberto, Ramón, Angel y Frances, y a toda su familia en la  celebración de su vida y su legado.
¡Muchas gracias y descanse en paz, don Humberto!
Junta Directiva y Colectivo de Trabajo de CLARIDAD, Periódico de la Nación Puertorriqueña 

Emplazan a la gobernadora a divulgar planes para el proceso de remilitarización del País

Roosevelt Roads. Foto por Christian Rosado Medina

CLARIDAD

El Centro de Pensamiento Para la Acción Plan B: Independencia emplazó a la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, y al capitán de la Marina de Estados Unidos, Elmer Román, a que divulguen sus planes de  impulsar un proceso de remilitarización de la isla encubierto mediante proyectos de infraestructura e inversión.

A preguntas de CLARIDAD, el portavoz de Plan B: Independencia, licenciado Rolando Emmanuelli Jiménez reveló que las relaciones desarrolladas en Washington  les han permitido  intercambiar información y han sabido sobre los planes de la gobernadora y Román de levantar estructura adicional en las bases militares que ya hay en Puerto Rico,  por lo que exigen a ambos transparencia y que hagan público lo que están haciendo.

El capitán Román se desempeña como Assistant Secretary of the Navy for Energy, Installations and Environment, ASN (EI &E), por lo que ostenta amplios poderes para planificar, adquirir, construir y administrar las instalaciones navales y energéticas de la Marina, así como para coordinar proyectos ambientales y de infraestructura. Su oficina controla presupuestos multimillonarios destinados a la expansión y modernización de instalaciones estratégicas en los territorios estadounidenses, incluido  Puerto Rico.

Para el licenciado Emmanuelli Jiménez, el proceder de González Colón y Román es uno oportunista  ante la amenaza de agresión de Estados Unidos  a Venezuela, en la que encuentran la coyuntura propicia para afianzar los vínculos militares entre EE. UU. y Puerto Rico, y no  necesariamente está vinculado a la agresión a Venezuela, sino a un plan más amplio de restablecer la militarización, aprovechando la coyuntura de mirar una posible invasión militar contra el vecino país. Observó además que es una estrategia para contrarrestar la agresión que el presidente Trump ha desplegado en contra de la estadidad para Puerto Rico.

“Detrás del discurso de ‘inversión y seguridad’ se oculta el verdadero propósito político: mantener a Puerto Rico atado a los Estados Unidos ante el rechazo abierto del Partido Republicano, del movimiento MAGA y del propio Donald J. Trump a la estadidad. Es decir, ante la negativa del presidente Trump y de los republicanos a apoyar la estadidad, ¿están la gobernadora y el Sr. Román implementando un subterfugio estadista (ignorando la política pública de Trump) bajo el lema de la ‘remilitarización’? ¿El presidente Trump sabrá que ellos están empujando un plan estadista (no autorizado por Trump) disfrazado de ‘apoyo militar’ con los fondos federales del propio Pentágono? Se preguntarán los oficiales estadounidenses ¿por qué dejamos a un activista PNP a cargo de nuestros fondos federales y ahora está usando tales fondos para adelantar su propia causa política pro anexión y en contra de la política del presidente Trump?”, cuestionó Plan B: Independencia.

El portavoz de Plan B destacó que la remilitarización tiene también una serie de consecuencias en términos políticos de pérdida de  soberanía, de volver al pasado, la ubicación de bases en comunidades empobrecidas y convertirnos en un blanco militar.  “Mientras más instalaciones militares en Puerto Rico,  más riesgo de ser un blanco, de un ataque. Ya estamos en un mundo multipolar y hay dos países apoyando a Venezuela. Si esto se convierte en una guerra regional, Puerto Rico  probablemente sea blanco de un ataque militar”.

Por su parte, el estratega independentista y coautor del Plan Nacional de Desarrollo Económico para un Puerto Rico Soberano, profesor Javier A. Hernández, subrayó que “la historia de Puerto Rico demuestra que cada expansión militar se ha hecho sin rendición de cuentas, ni respeto por la protección ambiental ni por la jurisdicción del país. Lo que hoy presentan como progreso es, en realidad, una nueva forma de ocupación disfrazada de modernización e infraestructura”.

Para concluir, Emmanuelli Jimenez subrayó: “La gobernadora y Elmer Román deben contestar esas preguntas; que diga lo qué se va hacer y dónde. Las bases militares no pagan nada al territorio y hay que darles agua y luz, lo que agota los recursos que tiene el país”.

 

 

Entregan documentos a ACLU

Al centro Annette Martínez Orabona Foto suministrada.

 

El Tribunal de Primera Instancia en San Juan (TPI), ordenó el 6 de noviembre, al Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP), entregar a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, en inglés) de Puerto Rico, el alegado subpoena que le emitió una agencia federal y otros datos relacionados al traspaso de información de miles de personas inmigrantes en Puerto Rico.

A principios del mes de octubre, la ACLU presentó una petición de mandamus ante el TPI contra el secretario del Departamento de Transportación, Edwin González Montalvo, y el Estado Libre Asociado de Puerto Rico para que el Gobierno entregara de manera inmediata documentos relacionados con el traspaso de información confidencial de cerca de 6,000 personas migrantes que obtuvieron licencias de conducir bajo la Ley Núm. 97 de 2013.

La acción de ACLU se dio tras la revelación pública de que entre febrero y marzo de 2025, el DTOP,  entregó a agencias federales información de conductores que obtuvieron este tipo de licencia diseñada para personas inmigrantes. Posteriormente, el propio Gobierno federal confirmó que estos datos son utilizados para identificar inmigrantes, localizarlos, arrestarlos y deportarlos. La mayoría de estas detenciones ocurren sin orden judicial y en violación de derechos constitucionales y humanos que cobijan a todas las personas, incluidos los inmigrantes.

«Con esta victoria, la ACLU de Puerto Rico reafirma su compromiso con la protección y la defensa de los derechos humanos y civiles de todas las personas que vivimos en nuestro archipiélago. El acceso a la información es primordial y fundamental para una democracia sana y el principio de máxima divulgación debe permear todo el quehacer gubernamental», afirmó la licenciada Annette Martínez Orabona, su directora ejecutiva, tras la determinación del TPI.

Mientras, el director legal de ACLU, el licenciado Fermín Arraiza Navas, subrayó: “El pueblo tiene el derecho fundamental de saber bajo qué circunstancias y supuestos se entregó la información que puso a miles de vidas en riesgo y cómo ocurrió el traspaso de estos datos, incumpliendo con la intención legislativa en la Ley 97 de 2013, que exige confidencialidad sobre esos datos».

La ACLU informó que el  DTOP, representado por el Departamento de Justicia, intentó defender en sala un «interés apremiante» en proteger como confidencial el alegado subpoena que recibió la agencia sobre la información de los inmigrantes, planteando que dicha solicitud era parte de una presunta investigación que podría beneficiar al Estado en materia de seguridad pública.

Desde enero de este año hasta el mes de octubre, ICE había arrestado en Puerto Rico al menos 1,236 personas inmigrantes.

 

 

 

Nombran juez a quien legalizó casetas en La Parguera

 

En una votación evidentemente partidista, la mayoría senatorial del Partido Nuevo Progresista (PNP) confirmó como juez superior al licenciado Samuel Acosta Camacho, la persona que  firmó la orden administrativa del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) que legalizó la caseta en  La Parguera de los suegros de la gobernadora, Jenniffer González.

El nominado por la gobernadora recibió votos en contra de toda la delegación del Partido Popular Democrático (PPD), de los senadores independientes Joanne Rodríguez Veve y Eliezer Molina y de la delegación del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).

En su turno, la senadora portavoz de la delegación del PIP, licenciada María de Lourdes Santiago Negrón, se refirió a Acosta Camacho como “el tristemente célebre”, debido a su vergonzosa participación en todo ese turbio trámite sobre la Orden Ejecutiva de La Parguera, que en su versión original no solamente perseguía convertir en legal la ocupación ilegal del espacio que le pertenece al pueblo de Puerto Rico, sino que también por fíat administrativo proponía que se archivara toda reclamación por haber violentado diversas disposiciones, tal y como se le imputaba de manera muy específica a los padres del cónyuge de la gobernadora”.

La senadora recordó que en el cuatrienio pasado interrogó a Acosta Camacho sobre los temas del recurso agua, la erosión costera y la construcción en las costas y no hubo forma de obtener de él una respuesta lúcida. Incluso en el tema del depósito de cenizas en los terrenos de la carbonera AES, el hoy designado juez, llegó a decir “que no sabía nada”.

Sobre el  asunto de La Parguera, Santiago Negrón observó que todavía no ha sido adjudicado de manera final y que todavía el proyecto de administración no ha sido aprobado.

“Nadie puede pensar, nadie puede ser tan ingenuo o tan ingenua para pensar que ahora, cuando juramente como juez, como San Pablo en el camino de Damasco, va a ser iluminado y entonces va a actuar con justicia, entonces va a actuar conforme a derecho, entonces va a ser una persona íntegra. No lo podrá hacer porque no está en su naturaleza, no está en su fibra moral”, sentenció la senadora del PIP.

Será otra cosa-¿De quién son estas lágrimas?

 

[Sobre Con llanto de cocodrilo (2025) de Mélanie Pérez Ortiz]

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Con llanto de cocodrilo (Elefanta del Sur, 2025) es, según Melanie Pérez, «un falso policial, una novela un poco fantástica y, por supuesto, feminista». Ciertamente tiene un aire policial, cumple con varios elementos del género, y es cierto que hay un momento en particular –que no contaré aquí– que podría parecer una historia fantástica. No es rara esta hibridez genérica en los relatos neopoliciales. Lo criminal conduce a reflexiones mucho más complejas que el desafío detectivesco y, por lo tanto, cede a la tentación de incorporar modos, motivos y rasgos de otras formas de discurso narrativo. Como sucede con el horror, lo policial continúa mutando y la novela de Mélanie Pérez Ortiz participa de esas evoluciones del género.

Se nos cuenta, pues, de una científica, especialista en cocodrilos, que regresa después de varios años de ausencia, a Puerto Rico, contratada por el Gobierno de turno para enfrentar una invasión de cocodrilos cubanos que ha asolado a la isla. La iniciativa gubernamental responde al macabro hallazgo del cadáver de un niño en el vientre de uno de esos especímenes. La mujer está ávida de participar en la empresa, pues su celo protector y sus conocimientos de herpetología, la tienen convencida de que el cocodrilo es inocente. Pronto sospecha que están utilizando a las criaturas como chivos expiatorios de movidas mucho más siniestras y bestiales, de ésas de las que son capaces los hombres. Y digo hombres, pues son hombres, y de paso cisgénero y aparentemente heterosexuales, los otros participantes en la trama. Por supuesto, nuestra heroína se las ingeniará para ponerlos en su sitio a casi todos ellos, al menos a los que tiene en su mira. Habrá algunos de estos señores, criaturas de otros hábitats, seres más temibles que los cocodrilos que ella admira y adora, que quedarán fuera de su alcance.

La novela está narrada mayormente por una voz omnisciente tan apegada a la consciencia de la protagonista, que nos parece estar escuchándola a ella misma. De hecho, en por lo menos tres ocasiones, la protagonista asume la voz de la narración para dar cuenta de ciertos episodios, aparentes rememoraciones del personaje, ajenos a la trama principal –o por lo menos no de forma tan evidente.

La anónima científica es, por naturaleza, una cuidadora, una defensora de esta especie, una científica muy sentimental. La mujer también regresa a la isla cansada de la itinerancia, aprovechando la ocasión para distanciarse de un aparente desastre personal.  Ha decidido cambiar de vida, olvidarse del «afán depredador», que para entonces la ha metido en problemas como aquél “al que le estaba finalmente, poniendo mar de por medio.»  En la mejor tradición del policial, la desastrada protagonista –observadora, fumadora, bebedora de wiski, cazadora de hombres feos– va develando fragmentos de su pasado que nos intrigan y, por lo tanto, nos acercan a ella.

Ha estado fuera del país por varios años y, por lo tanto, asume la perspectiva extranjera de quien no ha vivido las transformaciones, que nosotres, los habitantes del 2025, sabemos que han sido muchas y veloces. Ha echado de menos a su tribu –así mismo la llama–, y regresa a la familia de la que se ha distanciado cuando su padre, cuya avanzada enfermedad le impide la palabra, está moribundo.

Ha llegado tarde ¿o a tiempo? Veterano pro-americano, el padre es déspota con su mujer sumisa y leal, a quien desprecia, y con su hija, a quien ama (piensa ella) «a pesar de todos sus defectos». El suyo es un hábitat en el que nos reconocemos; dice al respecto: «Así, la casa en la que se crio era un ecosistema con un balance extraño pues era zona de combate y hostilidades, de ciertas complicidades extrañas, economía informal y desobediencias que le daban su encanto a todo.» (30) Esta innominada familia es la de todos nosotros, la que no tiene noche alguna para volver a ser gente, a causa de los desmanes de quienes, por lo visto, ostentan el poder: «Ella sólo oía ruido que tenía que ver con violencia, política, ambición, una historia cínica ideada por gente que ya no es gente. Son otra cosa. Otra especie.» (201)

El motivo del padre domina largas secuencias de la novela, al punto de, por momentos, interesarnos más que el entramado de traqueteos y conspiraciones en torno a la invasión de cocodrilos, como si en la historia de esa tribu hubiera mejores claves para descifrar nuestra realidad. La orfandad casi culposa de la protagonista aparece y reaparece a lo largo de todo el texto, como elemento crucial de las peripecias. Es evidente que la historia de su rebeldía contra el padre, que muere justo cuando ella regresa a la Isla, tiene más relieve en su carácter que los juegos del Poder entre las bestias humanas con las que debe lidiar. Es también, a mi juicio, la parte más entrañable de la novela.

Ahora en el país, transformada en «persona pública» a pesar de no ser, a su propio juicio, fotogénica –pues, según ella, «se había convertido, más bien, en un animal salvaje»–, dice: «le tocaba aprender a hablar y sonreír de determinada manera para hacerse agradable y, por consiguiente, su discurso apetecible al país.» (32) Inicialmente, está decidida a lograrlo; es eficiente, profesional, diligente, justa. No apetece ningún premio; sólo quiere jugar, cazar a un hombre feo de vez en cuando, hasta que los acontecimientos la obligan a recorrer la ciudad bajo los aguaceros sin saber bien en dónde está ni de dónde provienen las amenazas, víctima de su propia perplejidad. Su mayor miedo es participar de la violencia, ser culpable de los excesos, la falta de control, de la bestial cacería sinsentido. Por momentos se reconoce absolutamente desorientada: » Nunca en su vida se había sentido tan perdida, tan extranjera, tan más allá de todo. Era como si se hubiera vuelto cocodrilo; cerrada la boca, atrapada una presa que no buscó, no puede hacer otra cosa que dar vueltas y vueltas sobre su propio eje.» (187-188)

Resignada a una posible muerte sin causa, sin sentido, en blanco ¿o en negro? va descubriendo su propia respuesta: «Sólo sabía que algo la llamaba; una cosa indefinida que nunca la soltó en todos los años que estuvo afuera y que apretaba cada vez con más fuerza.» (32) Esa cosa, descubrimos, muerde también como un cocodrilo: aprieta y no suelta, y, a pesar suyo, sigue dándole vueltas a la víctima, sin sentido y para su desgracia.

Hablemos de cocodrilos

En esta novela aprendemos de cocodrilos –si acaso la información es certera y no imaginaria (la autora asegura que ha investigado)–; se nos habla de sus facultades, de costumbres, mitos y fábulas sobre el animal. Feo, misterioso, cauteloso, el temor a esta antigua y, a los ojos de muchos, siniestra criatura ha hecho volar la imaginación humana que ha inventado «los peores relatos» sobre los cocodrilos. La voz narrativa, tan parecida a la herpetóloga, va dando cuenta de ello, y es evidente que pensar en el cocodrilo es fundamental para entender la significación de esta aventura.

Para Jean Chevalier y Alan Gheerbrant, el cocodrilo en occidente es símbolo de duplicidad e hipocresía, posiblemente por sus maneras de depredador sigiloso, pero en varias mitologías se les asocia con el agua y la lluvia, que son elementos positivos. Aparece tanto en ritos funerarios como en mitos originarios. Se considera un símbolo negativo, en el entorno occidental, «que expresa una actitud oscura y agresiva de lo inconsciente colectivo.» Así lo explica José Eduardo Cirlot: en el significado del cocodrilo «se confunden dos aspectos principales y diferentes, que expresan la interacción de dos impresiones elementales sobre el mismo: por su agresividad y poder destructor, el cocodrilo significó, en el sistema jeroglífico egipcio, furia y maldad; por su pertenencia al reino intermedio de la tierra y el agua, al limo y la vegetación, es emblemático de la fecundidad y la fuerza.  … [continúa diciendo Cirlot que] Según Mertens-Stienon, [el símbolo del cocodrilo] tiene un tercer aspecto, derivado de su conexión con el dragón y la serpiente, [que remite a] la sabiduría. (Cirlot, 134)

Así tenemos, en resumidas cuentas, una criatura en la que se aúnan las fuerzas vitales: agresividad, poder destructor, fecundidad, fuerza, sabiduría. Una buena criatura para reflexionar en el mezzo del camino.

en el medio del camino

Uno de los epígrafes que anteceden el relato, junto al coro de «Llanto de cocodrilo» de Ray Barretto con el que se titula la novela; es una cita de la Divina Comedia de Dante Alighieri:  «¡Cuán dura cosa es decir cuál era esta salvaje selva, áspera y fuerte que me vuelve el temor al pensamiento!» Los versos se refieren a esa selva en la que se pierde el personaje «a mitad del camino» de su vida, como nos lo recuerda otra cita célebre del mismo texto: «A mitad del camino de la vida, / me encontré en una selva oscura, / porque la recta vía había perdido.»

La protagonista está, en efecto, en el medio del camino de su vida, y, al parecer, andaba por una selva oscura, con el rumbo perdido. Joven aún, inteligente, atractiva y vigorosa, la innominada protagonista de Con llanto de cocodrilo, regresa también para encontrarse a sí misma, después de haber estado dando bandazos por el mundo: Australia, Cuba, Florida. Y lo que encuentra a su regreso es un país que no reconoce, este país en el que estamos hoy.

La doctorcita trata de no pensar. Esa es su respuesta al agobio: tener la cabeza en blanco –o en negro–, no tener nada en ella. Con ese deseo inicia su periplo por la isla infestada de cangrimanes pendientes de las oportunidades de enriquecerse a costa del desastre de estos años, y con ese deseo lo cerrará, pero no les cuento el final de la historia.

Así vamos descubriendo que el crimen es otro y la víctima es ella, el cuerpo que pretende fortalecerse en la cacería nocturna es lo que le queda, recuperada, de una voluntad vital. Se habla, pues, de este momento en Puerto Rico. Así se representa nuestra frustración, el ansia de la tribu, la carencia, el aislamiento, la dispersión. Un dolor que a mí personalmente me conmueve y me inquieta, aún en mi declarado optimismo. ¿Por qué nos duele? ¿Qué reconocemos al reconocer esa pérdida?

Hablemos del país al que regresa

Hay secciones en la novela parecidas a la crónica libre, en las que se analiza y se opina sobre el estado de las cosas en nuestro país, sobre la idiosincrasia de sus habitantes, sobre la cultura caribeña.

Llueve constantemente en este avatar de Borinquen. Se fríen bacalaítos y empanadillas. Se juega billar y se bebe. Se espía al vecino y a la jefa. Se esperan horas en una sala frente a un escritorio. Se sufren asaltos a plena luz del día. La chapucería y la mediocridad dominan todos los ámbitos hasta desembocar en alguna forma de violencia. Luego se cuentan los muertos. Empieza el show. Se lloran lágrimas de cocodrilo.

Algo ha pasado. Ella reflexiona. ¿Quién es esta gente? –se pregunta– ¿Cómo llegamos hasta aquí? Repasa la historia familiar, su propia historia, e intercala estas reflexiones en el momento justo, como indicándonos el camino para salir con ella de esa «selva oscura»; así dice en un momento: «Esto sigue siendo el paraíso de los aguzaos.»(74) Reproduce la perplejidad, particularmente de quienes hemos vivido las transformaciones de los últimos diez años, el descenso a los infiernos. Ese infierno que a veces, mirando el atardecer en la playa, alcanza el cielo.

Ella mira con voluntad de entendimiento, no sé si entendimiento científico, pero con buena voluntad. Quiere entender. La misma voluntad con la que pensamos en un ser querido enloquecido o atolondrado. A mí me parece que mira más como poeta. Las referencias literarias, de hecho, son muchas. La científica, aunque exhibe un conocimiento enciclopédico de las variantes y particularidades de los reptiles, piensa más como profesora de literatura, y ya sabemos por qué. Lee a Kafka en la sala de espera. Declama en un bar, a dúo con el periodista, un poema de José Gautier Benítez, «el poeta de Caguas». Recuerda la Divina Comedia cuando se encamina con su «Virgilio» a entrevistarse con la familia de la primera víctima, piensa en leyendas africanas y fábulas sobre los maravillosos cocodrilos. [Acaso nos está diciendo que la literatura es la mejor manera de ordenar el caos.

Contra el patriarcado

Releo los fragmentos de los wiskis y el billar, el deseo por el hombre cocodrilo, y recuerdo –no sé porqué– los gemelos del Sol de medianoche de Edgardo Rodríguez Juliá, todo aquel ambiente macharrán de esa otra novela policial puertorriqueña, la feancia que se señala en el paisaje metropolitano, salvado por los atardeceres playeros, y la figura femenina que el protagonista se siente incapaz de desear, la amiga de las batiditas de papaya. Acá, en Con llanto de cocodrilo, hay otros feos, además, feos deseados, y un par de macharranes humillados, víctimas de sí mismos y de los mandatos de la masculinidad, al decir de Rita Laura Segato.

La mujer anónima que protagoniza la novela de Mélanie Pérez es una científica que no sólo defiende y adora los cocodrilos, también busca cazar a un hombre feo con el que pueda desfogar sus energías vitales. [No les diré con quién termina desfogándose.] Su interés de cazadora de feos, en todo caso, es en un sentido casi salvaje o feral, exploraciones de los sentidos y los impulsos, más cercanos a un erotismo elemental, sin límites ni juicios. Su sexualidad es un deseo también transgresor y travieso, como sabiendo que rompe con estereotipos y, de esta forma, desafía el dominio heteropatriarcal. Hay muchas alusiones al juego, a la broma, al chiste privadísimo con el que la protagonista divierte sus angustias, el miedo a la muerte, al fracaso, a la soledad. Ante el macho engreído, la imaginación y la risa; incluso en los momentos de más desesperación, la protagonista se mira a sí misma y se ríe.

Es significativa, de hecho, la asociación memoriosa que hace en un momento de peligro, cuando ha perdido el control de la situación (154), que la lleva a recordar el acoso de quien ella llama, irónicamente, su «primer novio». Queda claro que en su aventura va enfrentando (y confirmando) varias instancias de control heteropatriarcal –el padre, el gobernador, la prensa, el periodista, el abogado de la colita, la policía en la que no confía, el bichote y sus achichincles– y precisamente por eso recuerda la anécdota absurda en la que se enfrenta por primera vez al discurso puro y duro del control macharrán. Y no cuento más, porque les daño la experiencia de descubrirlo por ustedes mismas.

¿Y esas lágrimas?

En resumidas cuentas, aquí les dejo mis primeras impresiones de la novela de Melanie Pérez Ortiz: he disfrutado la lectura de Con llanto de cocodrilo, especialmente los fragmentos en los que la anónima científica reflexiona sobre el país, la macharranería, la crianza bajo el orden patriarcal, el inquietante atractivo de los hombres feos, etc. El tono de esos fragmentos bascula entre la ironía, el desconcierto y la ternura. ¿De qué otra forma escribir sobre el desastre? Se trata, en fin, de uno de esos policiales que me gustan tanto, de los que son, pero no son, ya un género aparte, alineado entre el neopolicial latinoamericano y las narraciones del feminismo rompedor del momento.

Sin duda, como sostiene Alfredo Ávalos en el laudo del Premio Novela Escrita en Español de la UNAM (San Antonio) y Letras en la Frontera, Con lágrimas de cocodrilo es una «original y poderosa exploración del exilio», pero también es, a mi juicio, una puesta en escena de nuestras principales frustraciones como puertorriqueñas: el dominio de la mediocridad y la chapucería en el país, la certeza de que podríamos hacerlo muchísimo mejor, y no lo hacemos. Este asunto se le escapa a Ávalos porque no lee con nuestros ojos, porque él no ha tenido que pensar el país –como nosotras– desde la fila del CESCO, en el gate de JetBlue o en una parada de guaguas.

En el ánimo derrotado se entrevé una gran pena, ya no del personaje sino de todo el plan narrativo. ¿Nos habla de un desencanto irremediable? ¿Nos invita a no desear la utopía? Entonces ¿para qué escribir? ¿Puede ser el arte una forma de superar la tristeza? ¿O soy yo que, como lo deseo, lo veo, allí, donde no hay más que derrota?

Finalmente, es significativo que, de la protagonista de esta novela, podría decirse lo mismo que del poemario de Melanie Pérez, Ojo de agua, ha dicho Luis Othoniel Rosa:
«poemario que no tiembla, que acepta la tristeza, pero no se rinde al miedo, que reconoce el peligro (lo mira a los ojos) pero no se acobarda, que sufre por lo perdido pero sin paralizarse, sin dejar de hacer, sin dejar de escuchar las canciones que trae la marea.  Mélanie Pérez Ortiz ha escrito un poemario sobre la valentía, aunque no creo que ese haya sido su objetivo.»(1)

Me sonrío como la protagonista cuando encuentra una clave, y me sorprendo de lo atinado de este comentario; y me pregunto si no es acaso que lo que se nos revela aquí son unas correspondencias entre la voz poética de aquel libro Ojo de agua y el trazo de la protagonista de Con llanto de cocodrilo. Y entonces me pregunto, ¿de quién serán, de verdad, estas lágrimas?

[1] Luis Othoniel Rosa reseña «Ojo de agua» de Melanie Pérez Ortiz (Puerto Rico)» el roommate: colectivo de lectores  https://elroommate.com/2025/06/07/luis-othoniel-rosa-resena-ojo-de-agua-de-melanie-perez-ortiz-puerto-rico/
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