Especial para En Rojo
Esta semana comienza por el 21 de junio, día del solsticio de invierno en el hemisferio sur. En estos días, diversos pueblos autóctonos celebran las fiestas que corresponden a lo que en el hemisferio norte se llama tradicionalmente el año nuevo. En muchos rincones de los Andes, pueblos andinos celebran el Inti- Raimi, la fiesta del renacimiento del sol, rey de la vida, como los antiguos romanos celebraban el 25 de diciembre, que dio origen a la actual celebración cristiana de la Navidad.
En el sur de Brasil, en Paraguay y Argentina, los guaraníes mbyá llaman a esa época de junio Ara Pyaú (Tiempo Nuevo). Fuertes vientos anuncian el nuevo tiempo, marcado por la ceremonia de la yerba mate, en las cuales el chamán hace proyecciones para el nuevo tiempo. En regiones más tropicales, es la fiesta del maíz.
En la historia, estas celebraciones indígenas tuvieron que disfrazarse de fiestas cristianas en honor a San Juan para ser aceptadas. Desde las últimas décadas, la sociedad dominante apoya esas fiestas populares para explotar el turismo. Sea como sea, los pueblos originarios utilizan su capacidad organizativa para ensayar nuevo estilo de sociedad.
En estos días, los mismos quechuas que desfilan con largos y coloridos vestidos en la Plaza Mayor de Cuzco acaban de elegir a Pedro Castillo, simple maestro del campo, como presidente de la República de Perú. A pesar de la pandemia, en inmensa procesión formada por gente de muchas etnias, los indios bajan de las montañas y caminan hasta Lima para demostrar a los de la gran ciudad que ellos también son ciudadanos.
En Colombia y Chile, las comunidades tradicionales se manifiestan exigiendo cambios y pidiendo justicia. En Brasil, hace unos días, las asociaciones indígenas crearon el Parlaíndio, Parlamento de los Pueblos Indígenas. Este organismo representará las voces y los intereses de casi un millón de personas en Brasil que resisten y necesitan que se les reconozcan sus derechos colectivos.
Esta movilización de los pueblos originarios es urgente y a ella debemos sumarnos todas las personas que amamos la justicia y la paz. En enero de 2018, en Puerto Maldonado, Amazonia peruana, dijo el Papa Francisco: «Los pueblos originarios nunca han estado tan amenazados como ahora, en su existencia física y en sus culturas”.
Este año, la pandemia aún no permitirá que en todo el continente latinoamericano, las celebraciones de un nuevo tiempo puedan ser vividas de la manera que quisiéramos. Sin embargo, pueden ensayarse en la educación de la juventud y en la lucha de las comunidades populares que señalan algo de lo que los evangelios llaman el reino de Dios.
El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros