En Rojo
De pequeño, Rubén Rodríguez veía a su mamá tejer “tremendas obras de arte”. El pintor jamás olvida las colchas que la madre bordaba con patrones de personas, mariposas y otras ilustraciones. Incluso aprendió, de ella, algo que le acompañaría el resto de su vida: dibujar, talento que ejerce con precisión admirable. Una vuelta por Isabela, pueblo de Rodríguez, comprueba la cantidad de murales con mariposas, efigies, la naturaleza y una plétora de temas que el pintor domina.
“Me acuerdo que lo primero que me enseñó a pintar fueron zapatos. Los zapatos estos que usaban las señoras de edad, antes”, recordó Rodríguez desde su taller, un espacio con potes de pintura, lienzos rasos, pinceles, papeles, periódicos viejos y gavetas abiertas.
Las piezas de Rodríguez tienen un arraigo en el realismo y el costumbrismo, interpretando, “en todos los medios”, la figura humana, los paisajes y otros tipos de retratos. A pesar de estudiar en la Escuela de Artes Plásticas y la Universidad Politécnica en San Germán, el pintor se considera un autodidacta por los años de trayectoria.
“Muchos artistas han querido mi trabajo, y políticos. Inclusive, hace muchos años, cuando Rafael Hernández era gobernador, vino uno que era guardaespaldas de él, y era el cumpleaños de Hernández Colón. Me trajo una foto de él con Muñoz Marín haciendo política. La expusieron en un cuarto donde visitaron los reyes de España”, relató el veterano pintor. Con el tiempo, senadores y otras figuras conocidas se sumaron a la lista de peticiones que recibía el artista.
La casa de Rodríguez queda en la Playa del Pastillo de su querida Isabela. Por dentro, su hogar parece una sala de cualquier museo de arte. Cuadros de Alonso Quijano en su locura quijotesca, baloncelistas, salseros, próceres; todo enmarcado con sus debidas terminaciones. En su patio, que otra pintura del realista-costumbrista, las gallinas cacarean como fondo musical de esta tertulia entre En Rojo y el artista.
A sus 74 años, Rodríguez comparte que, con los años, ha podido atestiguar los cambios que Isabela ha experimentado, desde el momento en que nació en su propia casa con la ayuda de una comadrona.
“Te puedo decir que, cuando fui a primer grado, ya dibujaba, pero no me atreví a dibujar bien porque pensaba que la maestra me iba a regañar. Así que hacía lo que hacían todos los muchachos: palitos y circulitos”, narró el artista isabelino.
Para Rodríguez, crear una obra de arte es como tener un hijo. A pesar de vivir del arte, han habido ocasiones en que el pintor “reza al santo para que no le compren” una pieza por el significado que guarda para su autor. Ese es el caso de “El Jolgorio”, su obra maestra. La pieza le da un giro a “El Velorio”, de Francisco Oller, y dibuja la escena de una casa recogida, espaciosa, de gente en pleno baile y goce.
Además, el artista ha ofrecido clases de forma informal para quienes interesen, y ha tenido un sinnúmero de alumnos que han continuado sus carreras como pintores. De hecho, el artista solicitó, al municipio, reservar una cancha recién construida para ofrecer talleres gratuitos a quienes acudieron. Sin embargo, el espacio se ha usado para propósitos deportivos.
Fiel productor de arte local
Rubén Rodríguez ha sido invitado, por diversas figuras, a países como Argentina, Colombia, México y Dubái, pero el artista no ha emprendido ninguno porque, a su juicio, le gusta pintar y ya. “Imagínate, yo por allá”, bromeó con una sonrisa modesta.
Asimismo, el isabelino ha creado piezas para la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR), imágenes del tango argentino para organizaciones afín con el baile y hasta pinturas pedidas por personas como Otilio Warrington “Bizcocho”. Del mismo modo, ha colaborado en escenas locales como la Galería Guatibirí, en Río Piedras, y forma parte de colectividades como el Movimiento Artistas Unidos de Isabela (MAUI).
“Mi artista predilecto es Rembrandt. También tiraba para el retrato, las escenas y los paisajes con personas”, sostuvo el realista costumbrista. “Esto no es una cosa de la que uno se puede quitar. He pintado toda la vida y no pienso parar. Voy a pintar, pintar y pintar”, agregó.
A En Rojo le interesó saber, que piezas lleva al Festival de CLARIDAD compartió piezas que interpretan a: La Lupe, Ismael Rivera, Ricardo Alegría, Gilberto Concepción de Gracia, Lolita Lebrón, Pedro Albizu Campos, Juan Mari Brás, los Reyes Cantores isabelinos, centrales azucareras y una pieza premiada con la cara de Juan Antonio Borrás, protagonista del libro La llamarada por Enrique Laguerre.
Además de pintar, el artista se dedica al diseño y construcción de nuevas estructuras en su casa. Tablones de madera al estilo de antaño, ladrillos que yerguen las paredes y ventanales engañosos, pues también son cristales dibujados por Rodríguez.
Otro proyectos
La ideología del artista tiene relación con su país, al que siempre considera como su “casa, donde nadie debe intervenir en sus asuntos”. Por eso, este año aspira a la legislatura municipal de su entrañable pueblo por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) junto a Bitita Plumey Banuchi, candidata a alcaldesa.
Como oferta electoral, ambos defienden el derecho del pueblo a acceder a las zonas de dominio público, rechazan la inversión extranjera como prioridad y, juntos, esperan afianzar la cultura del “Jardín del Noroeste”, en la que afloran talentos como el de Rodríguez.