Venezuela: La lucha por el alma de la Revolución Bolivariana (1)

 

Recientemente estuve de visita en Caracas, la quinta que realizo a dicho país hermano desde 1978, esta vez en calidad de invitado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para servir de veedor u observador internacional en sus comicios del pasado 21 de noviembre. En la semana que estuve compartiendo allí con viejos y nuevos compañeros, pude darme cuenta que Venezuela es hoy un orden civil en el que se libra una lucha intensa por el alma de la revolución bolivariana.

Los estragos dejados por el bloqueo criminal e inhumano de los yanquis y los europeos, ha sumido a ese país hermano sudamericano en una de sus peores crisis. Precisamente, esa es la receta imperial: producirle el mayor daño y sufrimiento al pueblo venezolano, para que este se vuelva contra el gobierno bolivariano; e impedir que la economía política del país pueda desarrollarse normalmente y tener éxito en sus objetivos de salir del capitalismo para transitar progresivamente hacia una sociedad socialista que pueda garantizar el progreso para todos sus miembros, en plena libertad e igualdad. La desestabilización se extendió al ataque brutal sufrido por el sistema monetario venezolano, lo que produjo la desvalorización casi absoluta de su moneda, el bolívar.

Vale la pena mencionar aquí los objetivos y planes suscritos por el Departamento de Estado y el Pentágono en el documento Golpe Maestro para derrocar la revolución bolivariana, de 2018: “Intensificar el derrocamiento definitivo del chavismo, socavar el apoyo popular, alentar la insatisfacción popular aumentando el proceso de desestabilización. Incrementar la inestabilidad interna a niveles críticos, intensificando la descapitalización del país, la fuga de capital extranjero y el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro”.

Un viejo amigo, el compañero jurista, docente y militante revolucionario Silio Sánchez, vio el valor de su salario mensual, equivalente a unos tres mil dólares, reducirse en poco tiempo a tres tristes dólares. Ante ello, tuvo que reinventarse para poder alimentar a su familia. Adquirió una casita y un pequeño terreno en el Cerro El Ávila o como se conoce hoy como el Cerro o Parque Nacional Waraira Repano, situado al norte de la ciudad capital. Allí se dedica a criar cabras, gallinas y panales de abejas, además de continuar dando clases de derecho en la Universidad Bolivariana. Con ello consiguió garantizar lo necesario para su familia y también para la venta en mercados en la ciudad. Esta admirable gesta personal del compañero fue la misma a la que se vieron forzados a protagonizar muchos venezolanos decididos a resistir heroicamente las agresiones imperialistas y a no dejarse amilanar en su compromiso revolucionario.

Venezuela va dejando atrás lo peor del bloqueo imperialista

Hoy el gobierno venezolano ha acudido a la dolarización de facto de sus transacciones económicas y comerciales, sustituyendo en gran medida el uso de su moneda nacional acechada y colapsada, como recurso de emergencia para romper el cerco estadounidense y europeo a su sistema monetario. Asimismo, el gobierno bolivariano acudió a la liberalización de las importaciones para facilitar la ruptura del cerco imperialista que pretende matar al pueblo de hambre y negarle también acceso a medicinas en medio de la actual pandemia. Pude ver como medidas extraordinarias como éstas permitieron que poco a poco la economía y el comercio interno en general se pudiesen ir normalizando.

Votaciones en Caracas. Fotos cortesia del autor

El pueblo con sus mascarillas o cubrebocas está en las calles, los comercios están abiertos y con mercancía, incluyendo los centros comerciales y los puestos de frutas, viandas y vegetales tan comunes en nuestras tierras. Todo luce como si ya se ha dejado atrás lo peor de la crisis que le impuso Washington y Bruselas. La producción petrolera supera ya el millón de barriles diarios. Además, continúan sumándose los vuelos oficiales de retorno de aquellos que decidieron en su momento emigrar al extranjero en busca de una mejor vida pero que sólo encontraron el discrimen y la persecución, y ahora vuelven a su patria al ver como progresivamente han ido mejorando las condiciones de vida. Hasta se empieza a registrar lo que podría constituir una desaceleración de la inflación rampante provocada por la agresión imperial a su moneda nacional.

Hay quienes proponen, como la economista venezolana Pasqualina Curcio, que en lo que se puede retomar la transición hacia una economía socialista, que se mejore la condición salarial de los trabajadores y trabajadoras, en particular lo que se conoce como el salario mínimo vital, para compensar en algo por el impacto que ha tenido la hiperinflación sobre el acceso a la canasta básica (Curcio, 2021). Esta propuesta se opone al enfoque típico de los monetaristas y neoliberales que insisten por doquier, incluso en Venezuela, que el incremento en salarios y en el dinero que circula, es el causante principal de la inflación y no, como ya hemos descrito, la agresión imperial a la moneda nacional, a lo que se añade entre otros factores la baja dramática de un 73% entre el 2013 y el 2020 en el Producto Interno Bruto (PIB), según estimados de la Conferencia Económica para América Latina (CEPAL). Durante ese mismo periodo, la demanda agregada cayó en un 62% y el consumo en los hogares disminuyó en un 52 por ciento. En ese sentido, hay que tener mucho cuidado al interior del gobierno con la adopción de recetas monetaristas y neoliberales que en nada reconocen la otra cara de la moneda: el deterioro en el poder adquisitivo de la población para la satisfacción de sus necesidades básicas.

Por otro lado, hay que destacar que ya donde únicamente se sigue reconociendo al fantoche y corrupto “presidente encargado” Juan Guaidó es en Estados Unidos y en algunos pocos aliados neocoloniales suyos como Colombia, así como la cada vez más patética Organización de Estados Americanos (OEA), símbolo del intervencionismo imperial en nuestra región. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya ha reconocido sin ambages al gobierno constitucional que preside Nicolás Maduro como único y legítimo representante del pueblo de Venezuela.

Ya vimos como también, en la VI Cumbre celebrada en Ciudad de México el 18 de septiembre pasado, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) también se reafirmó en dicho reconocimiento, como también al gobierno revolucionario cubano. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador parece haber retomado la batuta dejada por Chávez a favor de la apuesta por una integración regional independiente y por la constitución de la América Latina y el Caribe en un nuevo polo de poder internacional. Tanto Maduro como el presidente cubano Miguel Díaz-Canel fueron voces destacadas en dicha VI Cumbre a favor de la agenda propuesta por su homólogo mexicano. La CELAC se va así posicionando crecientemente como la institución regional con capacidad para sustituir en el futuro próximo a la desacreditada OEA.

La derecha extremista y golpista se va aislando

 En cuanto a los megacomicios del pasado 21 de noviembre, éstos contaron con el aval y participación de la casi totalidad de la oposición, lo que se traduce en un reconocimiento a la legitimidad del actual gobierno constitucional presidido por Maduro. Se logró aislar al extremismo opositor de la derecha, el cual apenas cuenta en estos momentos con seguidores internos. Hasta la delegación de observadores de la Unión Europea, tuvieron que reconocer este hecho, aunque salpicadas de la acostumbrada prepotencia y parcialidad propias de aquellos que pretenden seguir tratando a los latinoamericanos y caribeños como pertenecientes a culturas políticas inferiores que necesitan de su sello de aprobación. Su lamento sobre la inhabilitación de personeros de la derecha extremista hallada culpable de crímenes tipificados bajo el Estado de derecho venezolano, fue un patético intento por servir de fotutos de la derecha criolla y restarle valor a la victoria oficialista.

El evento electoral del 21 de noviembre resultó en una gran victoria para el Gran Polo Patriótico, encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y del que forma parte también Patria para Todos (PPT), Por la Democracia Social (Podemos), el Movimiento Revolucionario Tupamaro, entre otros. El Gran Polo Patriótico ganó 19 de las 23 gobernaciones y la derecha 3.

Queda por decidirse la gobernación de Barinas —el estado natal de Hugo Chávez y su familia—, la cual está pendiente de una nueva elección el 9 enero de 2022 como resultado de una orden impartida por la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia en la que encontró que el candidato de la derecha Freddy Superlano estaba inhabilitado por haber sido hallado responsable criminalmente de actos de desfalco de la nación y de traición a la patria. ¿Por qué entonces lo dejaron presentarse como candidato si estaba inhabilitado? Además de ese hecho, contribuye a la controversia surgida a raíz de lo ocurrido la información de que fue indultado por el presidente Maduro poco antes de iniciarse la campaña electoral. Se alega que ello formó parte de una serie de acuerdos con la derecha en las negociaciones que se llevaban a cabo en Ciudad de México, las cuales en la actualidad están suspendidas. A la inhabilitación ex post facto de Superlano, se sumó luego la posterior renuncia del candidato del PSUV, Argenis Chávez, quien aunque hermano menor de Hugo Chávez, no resultó ser un candidato viable. Lo ocurrido en Barinas ha sido finalmente el único hecho controvertible en el seno de un proceso electoral que fue calificado de ejemplar por la casi totalidad de los sobre 300 veedores u observadores internacionales que allí estuvimos presentes.

Finalmente, el Gran Polo Patriótico, encabezado por el PSUV, venció también en 205 de las 335 alcaldías del país. Como veedor internacional, pude observar en ese sentido una democracia real y vibrante en la que los venezolanos estaban determinados a dirimir sus diferencias y conflictos por la vía electoral y entre venezolanos sin intervenciones extranjeras.

Ahora bien, dicho lo anterior hay que resaltar también el hecho de que el Gran Polo Patriótico obtuvo el 45.7 % del voto emitido y la participación general en el evento electoral fue de 42.26%. En el primer caso, el Gran Polo Patriótico registró 2,172,879 votos menos que en las elecciones de 2017 para gobernaciones y alcaldías. En cuanto al sufragio general en el 2021, resultó en 2,781,501 votos menos que en el mismo evento en el 2017. Me decía una periodista venezolana que ha ido emergiendo en los últimos tiempos un sector de la ciudadanía que podría identificarse como “antipolítica”, cansada de la guerra continua entre la izquierda y la derecha, y las grandes dificultades que sufre en su vida cotidiana debido a las agresiones extranjeras. El propio Maduro explica la preocupante abstención como un fenómeno causado por la ineficiencia y la corrupción de algunos ministros, gobernadores y alcaldes, además de los efectos nefastos del bloqueo criminal y los sufrimientos que le ha causado al pueblo en general.

El imperativo de una revolución judicial

Más allá, pude tomar conocimiento de cómo la potenciación exponencial de la necesidad ante la precarización de la vida cotidiana producto de ese maldito bloqueo imperial, se ha constituido en caldo de cultivo para agravar el fenómeno de la corrupción en la vida pública, no sólo en el gobierno sino que también más preocupantemente en la rama judicial y la práctica de la abogacía en los tribunales. No tengo duda alguna que ello es una muestra más de las actividades desestabilizadoras propiciadas por las agencias de inteligencia enemigas, con la complicidad fácil de funcionarios caracterizados más por su oportunismo político que por su compromiso ético con los principios de la revolución bolivariana. Son mercaderes en el templo de la justicia que lo único que les motiva es el estrecho beneficio personal, desde el monetario hasta el reconocimiento individual. No hay en sus consciencias lugar para el bien colectivo.

Pocos días antes de mi llegada a Caracas, salió una Resolución judicial de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, a cargo del Magistrado Luis Damiani Bustillos, en la que se ordenó la separación inmediata de cuatro jueces de sus cargos y la apertura de una investigación fiscal por el Ministerio Público, la Inspectoría de Tribunales y la Comisión Judicial. El motivo inmediato fue el desacato por estos jueces de criterios vinculantes de la Sala Constitucional, la encargada de ser la última y máxima intérprete de la Constitución.

Esta decisión, del 5 de noviembre de 2021, fue vista como una acción ejemplarizante y necesaria para poner fin a la arbitrariedad y corrupción de muchos jueces y juezas en el país. Damiani Bustillos, un Magistrado con un destacado historial revolucionario, se ha erigido en un valiente opositor de las mafias y fuerzas políticas que pretenden socavar la credibilidad y legitimidad de la administración de la justicia en Venezuela. Hasta Washington lo ha hecho objeto de sus sanciones a figuras destacadas de la revolución bolivariana, sin hablar de las amenazas a su seguridad bajo las cuales se ve forzado a ejercer sus funciones. Damiani Bustillos tiene hoy a su cargo la formación de magistrados y magistradas bajo un Instituto que fue creado con un currículo centrado en la crítica jurídica y el uso alternativo del derecho.

A tal extremo ha llegado la situación de la corrupción en el seno de la judicatura venezolana que hace pocos meses ameritó la intervención del Consejo de Estado, dirigido por el presidente Maduro, quien ordenó una “Revolución Judicial”. Por su parte, el diputado y vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, se manifestó sobre la urgencia de ponerle fin a la dolarización de servicios que son gratuitos en el seno de la judicatura.

Se me llegó a expresar que se ha llegado a un punto en que de no tomarse las medidas correctivas apremiantes ante la situación antes descrita, se puede poner en peligro el proyecto ético-político de la revolución bolivariana. O, tal vez, de lo que se trata es de ver cómo se actualiza continuamente éste a la luz de circunstancias cambiantes y los nuevos retos, tanto estratégicos como inmediatos, que surgen.

Hasta ahora el gobierno bolivariano bajo Maduro ha demostrado una gran capacidad de maniobra frente a los ataques externos e internos, lo que ha permitido su consolidación. Ello no quiere decir, se me advierte, que todos en su entorno estén remando en la misma dirección que él, que no es otra que crear las condiciones para retomar cuanto antes la transición hacia el socialismo. En ese sentido, a todas luces Maduro ha demostrado ser merecedor de la confianza depositada en él por Chávez para que fuese su sucesor. Washington, Bruselas y sus achichincles locales en Venezuela cometieron el gran error de subestimarlo.

Continuará…

 Este artículo es la primera parte de una versión editada y resumida por el autor del aparecido bajo el título “¡Comuna o nada! El futuro de la revolución bolivariana” en el Boletín “Crítica jurídica y política en Nuestra América”, Número 11, Grupo de Trabajo Crítica jurídica y conflictos sociopolíticos del Consejo Latinoamericano de las Ciencias Sociales (CLACSO), noviembre-diciembre 2021, Buenos Aires, pp. 25-45

 

 

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