Generación Romero

Por Yomaira Valenzuela

Especial para Claridad

“… Les suplico, les ruego, les ordeno

en nombre de Dios: ¡cese la represión!”

(Homilía 23 de marzo de 1980)

Quiero hacerles participe de la grata experiencia vivida en pocos días en el Salvador, con motivo al centenario del natalicio de Mons. Romero. Nos hemos congregado del 12-15 de agosto jóvenes de distintos países, organizaciones,nominaciones cristianas, movimientos ecuménicos entre otros, para reflexionar, compartir deseos, sentimientos, preocupaciones, esperanzas, propuestas y compromisos ante la realidad social que nos rodea, desde el espíritu de Jesús que impulsó a Mons. Romero a ser profeta en un tiempo y espacio determinado.

Participé del encuentro como delegada de la organización Red de Esperanza y Solidaridad de la Diócesis de Caguas, la cual es parte del SICSAL (Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina Mons. Romero) de la cual parte esta iniciativa. El SICSAL es una red mundial cristiana ecuménica de solidaridad con los pueblos empobrecidos. Articula comités, organizaciones, grupos y personas comprometidos en la promoción de la solidaridad desde la fe cristiana, la justicia y la verdad como servicio y acompañamiento a la causa de la liberación. Fue fundado en 1980 en respuesta al reto de la presencia de los cristianos y cristianas en las luchas populares de América Central bajo la inspiración de Mons. Romero, signo de todos aquellos hombres y mujeres que dieron su vida por la fidelidad al Evangelio en favor de la opción por los pobres y necesitados.

Para las/os que no conocen el 15 de agosto de 1917 nacía, en Ciudad Barrios (El Salvador) Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, quien, con el tiempo se convertiría en el 4° Arzobispo de San Salvador, profeta, mártir y beato de la Iglesia irrumpiendo así con un modo de ser “Iglesia pobre para los pobres” y denunciando así todo aquello que se oponía a la construcción del Reino de amor, paz y justicia.

Generación Romero nace con motivo al centenario del natalicio de Mons. Romero, como una especie de llamada a seguir su legado, de modo que las nuevas generaciones podamos conocer, asumir y celebrar hoy su palabra, obra y compromiso. Es una iniciativa impulsada como una plataforma abierta que articula a comunidades, instituciones de educación formal y no-formal, iglesias de diferentes denominaciones y organizaciones sociales.

Las actividades de esos días fue una especie de generación de energía, de cara al compromiso hacia la transformación social. nos reunimos alrededor de 200 jóvenes. El encuentro se llevó a cabo siguiendo el método ver, juzgar, actuar y celebrar. Siguiendo estos pasos, en un primer momento, se le llamó “Congreso de Juventudes”, donde se generó un proceso de reflexión y análisis sobre la realidad del Salvador, trayendo a colación las realidades de los países que allí representábamos. Los temas analizados fueron: medio ambiente, problema del agua, la política en unión con el sentido del poder y el servicio, perspectiva de género, educación y la falta de oportunidades de empleos y emprendimiento que enfrentan las nuevas generaciones. Desde trabajos grupales y plenarios, pudimos poner nombre a lo que acontece en estas áreas y sobre todo expresar y compartir cómo nos sentimos y cómo nos afecta la realidad. No todo quedo allí en una simple vista, sino que ante lo visto y analizado, creamos propuestas y posibles compromisos, desde la conciencia que todos y todas debemos tomar nuestra parte en las luchas por las transformaciones sociales, animados a ejercitar el pensamiento crítico.

En el segundo momento, el Juzgar, nos dejamos iluminar por el testimonio y la palabra de Mons. Romero, por medio de un documental de su vida: “Hay que cambiar de raíz todo el sistema”. Nos facilitó visualizar un importante aporte a los cambios culturales y estructurales que nuestros países necesitan en este momento histórico actual, basado en el profetismo. Nos unimos a la peregrinación con el lema: “Caminando hacia la cuna del profeta”, donde miles de personas emprendían hacia Ciudad Barrios lugar donde nació Mons. Romero. Caminamos alrededor de cinco horas culminando con una alegre eucarística con los cantos propios de la misa salvadoreña. Hicimos un recorrido por Cuidad Barrios, hacia la casa de la cultura, la galería de fotos tomadas por Mons. Romero y por su antigua casa donde nació y vivió con sus padres y hermanos.

Como parte del actuar, nos dirigimos a una escuela en Ciudad Barrios donde estaban reunidos alrededor de cien jóvenes y adolescentes, propiciamos y dirigimos un diálogo abierto sobre la vida de Mons. Romero: ¿qué nos dice su vida hoy a los/as jóvenes?, ¿Cuáles son los principales desafíos que tenemos los/as jóvenes en el Salvador y Latinoamérica?. Todo el actuar no quedó ahí, surgió la idea de conformar un equipo y espacio juvenil romeriano permanente, que nos conduzca a la próxima canonización de Mons. Romero y a otros eventos importantes, realizando un itinerario progresivo de formación, de maduración humana y espiritual en el carisma de nuestro Mártir.

Llegó el momento de celebrar y cerramos el día con una celebración ecuménica y cultural en la plaza cívica de Ciudad Barrios. El día 15 que fue el mero día del cumpleaños número 100 de Romero, nos dirigimos hacia el Hospital Divina Providencia, donde fue asesinado, y celebramos la eucaristía por su vida y testimonio. culminamos el día y el encuentro con una visita por la Cripta de la Catedral, donde se encuentra el cuerpo de este gran profeta.

Estoy más que agradecida por la oportunidad que he tenido de haber participado en este espacio de compartir, en un pueblo que ha tenido la capacidad y el coraje de sobrevivir. Todo lo experimentado en estos pocos días muy intensos, me ha impulsado a seguir fortaleciendo mi compromiso por la justicia, los derechos humanos, el respeto a la diversidad y la transformación social. Como decíamos al finalizar del encuentro, que esto no se quede aquí, que todo lo vivido haya sido un estímulo para seguirnos formando y animando en esta caminada hacia nuestro horizonte utópico de un mundo que sepa integrar las juventudes y su potencial profético.

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