Por Jaime Córdova/Especial para CLARIDAD
La envidia llegaba a mi vida cada vez que asistía a los juegos de los Indios de Mayagüez cuando visitaban el Parque Sixto Escobar. No podía quitarle los ojos de encima a otro niño de mi edad que estaba en el terreno de juego y se había convertido en centro de atracción porque se hacía tiradas con los profesionales, jugaba pepper con ellos , cogía roletazos, tiros de los guardabosques y lo trataban como a un miembro del equipo. En ocasiones el público aplaudía, en especial cuando hacía una difícil recogida con su pequeño polvoriento guante. Si piensan que esto último no tiene nada de extraordinario traten de recordar la última ocasión que escucharon aplausos en una práctica. Esta futura estrella todavía no tenía nombre. Se le conocía como El hijo de Cefo. Por supuesto, también recuerdo varios peloteros a quienes identificaba por sus estilos de batear, la forma de ponerse la gorra y otras peculiaridades al caminar o correr. Entre ellos Alfredo Olivencia, Juan Sánchez, uno con el apellido Nagovitch, Juan Santaella, Arturo Toro y creo que el cantante Mon Rivera también formaba parte de los equipos indios a principios de los cuarenta.
Siete , tal vez ocho años más tarde, el equipo de beisbol de la Universidad de Puerto Rico viajó a Coamo para un doble juego de exhibición. El jardinero corto y tercer bate de Coamo era Ramón Luis Conde, quien se había desarrollado como un selectivo bateador de contacto que utlizaba todo el campo para repartir sus líneas.Ya se le consideraba un ‘’prospecto prometedor”. No se equivocaron. Ahí están los números de una carrera de veinte años como jugador en el beisbol profesional de Puerto Rico. Ramón Luis Conde es el número diez de nuestra historia en total de juegos jugados y cuando repasamos otras de sus marcas nos sorprendió el dato de que las cuatrocientas carreras empujadas por Wito lo colocan en la posición doce de todos los tiempos. Llama la atención que solamente se ponchó 178 veces en 3636 turnos al bate.
En la serie final del Beisbol Superior del año 1951 se enfrentaron los equipos Coamo y Humacao. Wito Conde, en su último año como pelotero aficionado, se había movido del jardín corto a su posición natural, que fue la segunda base. Como la serie se extendió a siete juegos tuvimos la oportunidad de observar de cerca su desempeño. Era un fildeador de manos seguras, pero promedio en alcance y brazo. Sus fortalezas como pelotero fueron el aspecto ofensivo y el aplomo de veterano en situaciones decisivas. Los lanzadores de Humacao lo considerábamos el out más difícil en la alineación de Coamo, y es bueno señalar que Coamo contaba con Félix Mantilla.
Pocos días después de finalizada la serie final ganada por Humacao en siete juegos, la directiva de la Liga Superior de Beisbol de Puerto Rico anunció quiénes serían los componentes del equipo que en pocos días partiría hacia México a competir en el Torneo Mundial de Beisbol Aficionado. No olvidaremos la composición del cuadro interior formado por Melquíades Silva e Ismael Guasp, receptores; Cándido Jiménez, primera base; Wito Conde, segunda; Félix Mantilla, tercera, y William Figueroa, jardín corto. Todos se convirtieron en peloteros profesionales.
La Selección Nacional no tuvo tiempo para celebrar una sola práctica. Los peloteros se conocieron en el aeropuerto de Isla Grande. Allí nos enteramos de que nuestro primer partido sería contra Cuba, dos días más tarde. En el largo viaje hasta Ciudad de México disfrutamos de un ambiente informal donde Wito era objeto de bromas por ser el más joven del equipo . Se le repetía continuamente que por fin iba a dormir fuera de su casa.
El dirigente del equipo, Pepe Seda, no incluyó a Wito en la alineación para el juego inaugural contra Cuba. Nano Miró, el veterano jugador del cuadro, comenzó en la segunda base. Este fue un inolvidable partido que la prensa mexicana describió como ‘’El cardíaco encuentro entre Puerto Rico y Cuba” porque la ventaja cambió de mano en cinco ocasiones. Con dos hombres fuera y dos strikes en su contra, Wito Conde, quien había bateado de hit como emergente en una entrada anterior y permaneció en el juego, empató el partido en la segunda del noveno con línea de hit al izquierdo . Puerto Rico dejó a Cuba en el terreno en la parte baja del décimo, con sencillo de Cándido Jiménez.
Imposible sacarlo de la alineación. El dirigente lo instaló como el segundo bateador en el orden de bate y ahí permaneció el torneo completo. Recordamos un juego en que Wito conectó cinco hits en igual número de oportunidades. Además, participó en la única triple jugada del torneo de bosque izquierdo a segunda. Wito pisó la base y luego tocó al corredor de primera. El partido decisivo del torneo fue contra Cuba y el ganador del juego se proclamaría campeón. En la octava entrada, Wito se robó la tercera y luego anotó la carrera que le dio la ventaja definitiva a Puerto Rico.
El abridor del equipo siempre fue Sotero Ortiz. Entre él y Wito obligaban al lanzador contrario a realizar once o más lanzamientos, de manera que temprano en el juego ya el resto de la alineación tenía una buena idea del repertorio que enfrentarían. Por todo lo anterior, además de aportaciones importantes fuera del terreno, tales como optimismo, disciplina, buen humor y aceptar ser blanco para las bromas de sus compañeros, consideramos que Wito Conde fue uno de los principales contribuyentes al título mundial de beisbol aficionado que ganó Puerto Rico. Permítanme recordar que ha sido la única ocasión en que un equipo nuestro gana medalla de oro en un torneo mundial.
Once años más tarde, las Medias Blancas de Chicago ‘’subieron’’a Wito Conde a las Grandes Ligas luego de diez años en las Ligas Menores. La oportunidad que le dieron consistió de un gran total de dieciséis turnos al bate en diez juegos. Por casualidad, me encontraba en Nueva York con Carlos Gallisá y decidimos ir al juego en Yankee Stadium porque las Medias Blancas estaban de visitantes. Vimos a Ramón Luis Conde en tercera base, una posición que no acostumbraba jugar. Presentíamos que no tardaría en ser “bajado”. Fueron varias las ocasiones en que Wito y yo hablamos por teléfono sobre su participación con Chicago. Wito fue una persona tranquila, pero había resentimiento en su voz cuando mencionaba el nombre del dirigente Al López. Otro puertorriqueno que jugó en Chicago y quien coincidió con Wito en 1962 fue Juan Terín Pizarro, ganador de diecinueve juegos en 1964 con 2.56 de efectividad. Terín me contó que las Medias Blancas saltaron su turno en la rotación en tres ocasiones para que no ganara veinte juegos y así restar méritos a reclamaciones de un aumento salarial.
Hay un dato sobre la carrera de Wito Conde que nada tiene que ver con números, pero que ocurrió en el terreno de juego. Tal vez un capricho del deporte. El padre de Wito, el Filósofo del diamante, Ceferino Conde Faría, autor de la frase ‘’lo importante es llegar a primera” jugaba su última temporada en el año 1962 con los Criollos de Caguas, después de doce años consecutivos con los Indios de Mayagüez. En un partido celebrado en Caguas contra los Leones de Ponce, llamaron a Cefo para relevar en la octava entrada. Había dos corredores en base. El de tercera era su hijo Ramón Luis Conde. Él me contó que Cefo lo miraba desde el montículo y “me costaba trabajo despegarme de la almohadilla de tercera”.
Ha sido la única ocasión que padre e hijo se enfrentan en un partido de beisbol profesional en Puerto Rico. Estoy seguro de que ellos tienen mucho de qué hablar.