Cuando nos vemos obligados a desobedecer

 

Especial para En Rojo

 

En el mundo actual, los jóvenes son reclutados para el servicio militar obligatorio. Mientras los presidentes que decretan guerras siguen con total seguridad en sus palacios, jóvenes matan y mueren en campos de batalla. Hay comunicadores obligados a escribir artículos para la guerra informativa que favorece intereses de los propietarios de las empresas de comunicación. Estudiantes especializados en biología son contratados para fabricar en secreto armas biológicas que propagan virus en países enemigos. Ante esta realidad, cada vez más jóvenes se dan cuenta de que es necesario desobedecer cuando la orden es injusta y cruel.

En Israel, jóvenes reclutados para el servicio militar obligatorio se niegan a luchar contra palestinos. En Estados Unidos, jóvenes negros, blancos o indios se niegan a ir a hacer la guerra a otros países. Estas personas invocan el derecho a la objeción de conciencia que la ONU reconoce como válido y justo.

La objeción de conciencia es la actitud de quienes, por convicciones religiosas, sociales o políticas, se niegan a tomar las armas y participar en guerras o actos violentos. La ONU propone que el 15 de mayo y toda la semana se dedique a profundizar en este derecho y a difundir esta actitud pacifista. La dignidad humana sólo se reconoce cuando se respetan la conciencia y la fe individuales de cada grupo.

Hombres y mujeres, admirados en todo el mundo, algunos incluso galardonados con el Premio Nobel de la Paz, fueron o siguen siendo, en sus propios países, considerados rebeldes y desobedientes. Durante años, Rigoberta Menchú no pudo regresar a Guatemala porque sería asesinada. En Argentina, durante años, Adolfo Pérez Esquivel era mal visto y amenazado de ser encarcelado. En la India, en la primera parte del siglo XX, Mahatma Gandhi y en Estados Unidos, a mediados de siglo, el pastor Martin Luther King fueron detenidos y condenados por desobedecer las leyes vigentes. Hasta hoy, para los budistas tibetanos, el Dalai Lama es la 14ª reencarnación del Buda de la Compasión. Sin embargo, para el gobierno chino, es un disidente, desobediente a las leyes.

Si la objeción de conciencia es un derecho de toda persona frente al poder social y político, con mayor razón, las religiones y las Iglesias deberían reconocer un derecho à la disidencia y a la objeción de conciencia frente al poder religioso autoritario o, por cualquier razón, injusto.

Ningún pastor tiene derecho a imponer a ningún cristiano que vote a ese candidato o que repudie a ese partido. El voto debe ser libre y consciente. Lo que, en la Biblia, caracteriza a la fe cristiana es el aprendizaje de la libertad interior y social. Pablo escribió a los corintios: «Donde está el Espíritu del Señor, hay libertad» (2 Cor 3,17). Y a los gálatas: «Es para que seamos libres que Cristo nos liberó» (Gal 5,1-13).

 

 

 

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