Deuda temporal:  Antología de narradoras cubanas de ciencia ficción

 

Por Rafael Acevedo / En Rojo

Raúl Aguiar, selección y prólogo. Colección Sur. La Habana. 2015.

De regreso de Camagüey, la escritora Dorothy Bell Ferrer me trae un libro. Ella sabe que organizamos un Congreso de Ciencia Ficción en Río Piedras. No solo le agradecemos el regalo, sino que lo leímos en un fin de semana.

La selección está hecha por Raúl Aguiar. Aguiar es un escritor, ensayista, profesor e investigador cubano. Es profesor de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”de La Habana. Ha ganado numerosas menciones y premios literarios, entre los que se encuentran: Premio “Pinos Nuevos” 1994; Premio “Luis Rogelio Nogueras” 1993; Premio “Abril” 1994, y el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2003. Entre sus libros publicados se encuentran: La hora fantasma de cada cual, Ediciones Unión, 1995; Mata, en la colección Pinos Nuevos de la Editorial Letras Cubanas, 1995; Realidad Virtual y Cultura Ciberpunk, por la Editorial Abril, 1995. También, Daleth, en Ediciones Extramuros, 1996; La estrella bocarriba, (novela) en Letras Cubanas, 1999;  y Qubit: antología de la nueva ciencia ficción latinoamericana, Editorial Casa de las Américas, 2011. Nosha visitado en el Congreso en Río Piedras donde disertó sobre la influencia del cine soviético en la ciencia ficción cubana.

En este libro, Deuda temporal, compone la historia de la ciencia ficción escrita por mujeres en Cuba y traza el comienzo en 1979, cuando Daína Chaviano gana la primera convocatoria del Premio David para autores inéditos, en el género de ciencia-ficción, con su libro Los Mundos que amo. 

Para Aguiar, con este libro se vislumbraba “una nueva manera de enfocar el género, desde una perspectiva mucho más intimista y cercana a lo mitológico, un lenguaje de alto vuelo poético y con claras influencias de H. R. Tolkien, Ray Bradbuy y los escritores del boom latinoamericano”.

A pesar de la premiación, la aceptación de esta literatura no fue fácil. “(…) muchos (entre los cuales me incluyo, debe reconocerlo) clasificaron despectivamente esta manera de hacer como Ciencia ficción rosada en contrapartida con la llamada por esta misma época Ciencia ficción metálica que practicaban otros narradores de los 80, centrados en la faceta tecno-especulativa de sus temáticas, y en algunos casos, los menos felices, también influidos por el realismo socialista de los escritores soviéticos”. 

Sin embargo, consistentemente, se amplió la producción de textos de ciencia ficción femenina. “(…) se desarrollan los cuentos de Chely Lima quien, en coautoría con Alberto Serret, publicaron en 1983 el libro Espacio abierto, donde se nota también un cuidado y madurez en el lenguaje para relatar historias muy cercanas a la escritura realista, pero con la dosis mínima de extrañamiento requerido, casi en el límite del género”.

Aguiar incluye 31 escritoras en la antología. Desde Olga Fernández (1943) a Claudia Alejandra Damiani (1991) se demuestra la vitalidad del género en Cuba. Acá, en la otra Antilla hermana, esperamos esa antología que quizás empiece con Gretchen López, Pabsi Livmar, Alexandra Pagán.

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