El horror del multiverso de Marvel: Dr. Strange in the Multiverse of Madness

 

Especial para En Rojo

Cada película abre un nuevo universo que se rige por sus propias leyes. Aunque muchas películas pueden ser similares a nuestra propia realidad, cada uno de esos universos fílmicos funciona según los dictámenes de los artistas y técnicos. Podemos pasear por mundos donde un viejo cae por las escaleras mientras recuerda el trineo de su infancia; donde Cleo espera preocupada por su diagnóstico entre las cinco y las siete de la noche; y donde un hombre se mece en un columpio bajo la nieve disfrutando del poco tiempo que le queda de vida. El arte nos transporta a nuevas dimensiones tan delicadas como espeluznantes que siempre reflejan los miedos y pasiones de sus creadores. El concepto del “multiverso” que va guiando al mundo cinematográfico de Marvel hacia una nueva fase en su historia, trata de situar un espejo frente a otro creando un palimpsesto infinito de universos con ciertas conexiones entre sí. La nueva película de Marvel, Dr. Strange in the Multiverse of Madness, es la más oscura hasta el momento con bríos de horror y comedia física, elementos que caracterizan el mejor cine de su director, Sam Raimi. En su excelente trilogía de The Evil Dead (1981-1992) y en Drag Me to Hell (2009), una maravillosa película de horror que no recibió mucha atención crítica, Raimi demuestra que tanto el disfrute del horror como el de la comedia funcionan ya que el espectador se divierte por lo que le ocurre a un desafortunado “otro” y por los constantes giros sorpresivos. Disfrutamos de esos universos de Raimi precisamente porque nunca tendremos que luchar con un brazo poseído que nos quiere matar o sobrevivir una maldición que amenaza con arrastrarnos al infierno. Dr. Strange in the Multiverse of Madness invita al espectador a echar un vistazo al abismo y a pensar cómo cada eco es un reflejo de todas las vidas que coexisten dentro de cada uno de nosotros.

En Dr. Strange in the Multiverse of Madness, el protagonista, actuado con una virtuosa arrogancia por Benedict Cumberbatch, se enfrenta ante un monstruo que amenaza la existencia del multiverso. Como resultado de la muerte de su amor, Vision (Paul Bettany) en Avengers: Infinity War (dirs. Anthony y Joe Russo, 2018), Wanda Maximoff/Scarlet Witch (Elizabeth Olsen) se niega a aceptar la pérdida de sus dos hijos. Esta historia se desarrolla en la serie de televisión Wandavision (2021). En Dr. Strange…, Wanda ha decidido tomar el lugar de una Wanda Maximoff en otro universo donde ella tiene una vida feliz junto a sus hijos. Para lograr su plan, ella necesita el poder de un nuevo personaje en el universo cinematográfico de Marvel, América Chávez (Xochitl Gómez). En los comics, Chávez es puertorriqueña y queer, identidades que se hacen claras en su uso del español y en el alfiler con la bandera de orgullo gay que lleva en su chaqueta de cuero. Aunque Gómez hace un buen papel, desgraciadamente su personaje ocupa un segundo plano. La película se enfoca más en la batalla entre Maximoff y Strange. El personaje de Wanda Maximoff pasa a ser un personaje al estilo de la Llorona de la cultura mexicana cuyo trauma por la pérdida de sus hijos la ha convertido en una figura monstruosa. Olsen logra balancear los momentos de ternura junto a sus hijos con la rabia de una madre que arrasa con todo obstáculo en su camino. Raimi tiene referencias visuales no solo a los monstruos de sus películas y al uso de la cámara para mirar a través de sus ojos, sino también a películas como Carrie (dir. Brian De Palma, 1976). Es escalofriante ver una Wanda Maximoff, cubierta en lo que aparenta ser sangre, despedazar a todo héroe que amenace su plan.

Raimi casi siempre juega con el elemento del horror en sus películas. Inclusive, en la que me parece ser la mejor película de Spider-Man, Spider-Man 2 (2004), cuando Dr. Otto Octavius (Alfred Molina) se despierta en un quirófano después del accidente que lo transformó en villano, él mata a todos los doctores y enfermeras en la sala. La secuencia es un momento de horror donde los tentáculos del villano se asemejan a los demonios de su trilogía de The Evil Dead. Pero el horror no solo viene por Maximoff, sino también porque Dr. Strange confronta otro aspecto más oscuro de sí mismo. En una de las batallas más emocionantes que recuerdan a la fantástica confrontación entre Merlín y Madam Mim en el clásico de Walt Disney, The Sword in the Stone (dirs. Wolfgang Reitherman, Clyde Geronimi y David Hand, 1963), Dr. Strange se enfrenta a una versión más oscura de sí mismo en una guerra musical que brilla por las notas amenazantes de Danny Elfman. Por otro lado, el trabajo del cinematógrafo John Mathieson no es memorable, como se puede observar en las escenas diurnas que terminan siendo visualmente aburridas. Agraciadamente, Raimi deja su huella en la película.

Me encanta el cine de Marvel por sus posibilidades. Siendo fanático de los comics, siempre me maravilla cuando usan un personaje para contar una historia de una manera única. Aunque en el cine Marvel no experimenta tanto como en los comics, la nueva película de Dr. Strange me da esperanza por esta nueva fase en el universo cinematográfico de Marvel.

 

 

 

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