Especial para En Rojo
Hace unas semanas, Larry La Fountain, un respetado estudioso del performance y de políticas de identidad que cuento entre mis amigos, compartió por Facebook su fascinación con la película The Room Next Door (dir. Pedro Almodóvar; España, EE.UU. y Francia; 2024). Reseñé la película para la edición de En Rojo del 28 de enero de este año. Larry y yo quedamos maravillados con la experiencia visual de The Room Next Door, que inclusive comparé en mi artículo con dos de las obras maestras de Ingmar Bergman. Sin embargo, algunos miembros de la comunidad de Larry atacaron la película, principalmente por las limitaciones de su libreto. Estos intercambios, tanto como leer y escuchar críticos de cine, me parecen fascinantes porque problematizan la película y develan otros aspectos que no había considerado cuando confronté el texto. Independientemente si estuvimos de acuerdo o no con los planteamientos, Larry me dijo algo muy certero sobre uno de los contraargumentos dominantes relacionados a las imperfecciones del libreto: “Para mí el guión es sólo uno de múltiples elementos.” Su defensa de la película reconoce que el guión puede tener defectos, pero no se deben desestimar el trabajo de todos los artistas y técnicos que forman parte de la producción. ¿En una película mala, podemos identificar algún detalle que hasta cierto punto la redima? ¿Expresa la música el universo emocional de la película? ¿Abren los visuales una experiencia única para el espectador en relación con la fotografía y la edición? ¿Revelan las actuaciones las complejidades dentro de cada personaje? ¿Qué otros componentes esenciales construyen y expanden el mundo de la película? La película que reseño, Better Man (dir. Michael Gracey; Reino Unido, EE.UU. y China, entre otros; 2025), tiene algunos defectos que no disminuyen el poder de la historia.
Better Man fue para mí una revelación interesante. No sabía qué esperar de la película y me la disfruté de rabo a cabo, inclusive con los detalles que me molestaron. La película es autobiográfica y se enfoca en el artista pop británico, Robbie Williams. Better Man es un musical que usa las canciones de Williams para adentrar en aspectos de su vida, como su relación compleja con el padre (que Steve Pemberton actúa con divertido carisma, a pesar de ser un padre ausente), el apoyo y amor incondicional de su abuela, las dificultades dentro de su primer grupo musical, sus adicciones y sus relaciones amorosas. Lo más interesante es que a través de toda la historia, Robbie Williams es representado por un chimpancé CGI. Williams provee la voz y Jonno Davies le brinda la corporalidad y movimiento que requiere el personaje animado para emular la energía caótica del cantante. Pensé que este detalle sería un truco que me cansaría, pero el cuerpo de simio expresa de manera certera el empuje de Williams y su aislamiento, especialmente cuando enfrenta algún rechazo del padre o cuando experimenta los problemas que vienen con la fama. Inclusive, en momentos pequeños, como cuando el personaje lame una papa frita de bolsa mientras ve la televisión con su abuela, el simio animado acentúa la ternura y la vulnerabilidad del personaje.
Aunque nunca había escuchado detenidamente una canción de Williams, Better Man enamora al espectador de los ritmos y visuales impresionantes de sus números musicales. Ver en pantalla grande un número como “Rock DJ,” donde Williams y sus compañeros bailan a través de la ciudad arremetiendo inconscientemente contra todo, fue perderme en una explosión de colores y sonidos que me dejaron boquiabierto. No obstante, no le puedo perdonar a la película el uso de momentos emocionales que empujan al espectador a las lágrimas. No sé si les ha pasado, pero he estado viendo películas mediocres donde en alguna escena se encuentran dos amantes o algo así en un momento visual bellísimo con un fondo musical sentimental y abro la boca a llorar. No me molesta llorar, pero detesto la manipulación sonsa y trillada porque siempre me conmueven sin hacerme perder de vista lo terrible de la producción. La distancia critica no es suficiente para ordenarme “no llores, lelo, que esta película es mala.” Better Man es dirigida por Michael Gracey, que también hizo The Greatest Showman (EE.UU. y China, 2017), que nunca me ha gustado por su sentimentalismo vacuo. Me parece que los momentos lacrimosos en Better Man son bien logrados, pero me molestan un poco porque los he visto una y otra vez en el cine y por esto pierden potencia. No voy a comentar sobre el glorioso número final para no dañarles la sorpresa, pero en su última canción, Williams se enfrenta a si mismo de maneras dolorosas y honestas, aunque termina en una armonía poco problematizada que me sacó por momentos.
A pesar de su sentimentalismo, recomiendo Better Man porque es una película divertida y emocionante perfecta para un viernes en la noche. Pueden verla con una membresía en Paramount+ o pueden alquilar en cualquier plataforma de streaming.