Entrevista a Don Heriberto Marín Torres “Tengo mi conciencia tranquila”

Don Heriberto Marín Torres esperaba conmemorar dos eventos este martes 30 de octubre, –cuál de los dos más significativos en su vida– recorriendo la ruta de la revolución desde Coabey al pueblo de Jayuya: el 68 aniversario de la Revolución Nacionalista del 50 y sus 90 años.

“Me estoy adelantando. Tal vez sea el último que pueda celebrar”, expresa don Heriberto, como se le suele llamar, con un entusiasmo que contrarresta todo el sentido de su expresión. El recorrido desde la casa de Blanca Canales en el barrio Coabey hasta el pueblo de Jayuya fue parte de las actividades de conmemoración de la revolución nacionalista de 1950, reconocido en nuestra historia como el segundo levantamiento armado por la lucha de independencia de Puerto Rico.

A ese recorrido conmemorativo se le une la publicación de una cuarta edición del libro Eran ellos, en el que habla sobre sus compañeros nacionalistas participantes en la revolución: “Yo no pensaba escribir nada y le llevé un escrito a Emilito. Eran unos escritos de memoria, de lo que escribí en la cárcel. Me dijo: ‘Déjamelos por ahí’. Y a la semana, me llamó”.

Don Heriberto habla bajito, pausado, con una serenidad que le he escuchado decir fue lo que le ayudó a sobrellevar casi doce años de prisión por su participación en la revolución. Del Emilito que habla es del reconocido escritor Emilio Díaz Varcárcel, quien le dijo que tenía que publicar el libro porque eso era parte de la historia de nuestra patria contada por una persona que la vivió.

No conforme con lo que le dijo Díaz Varcárcel, le llevó el manuscrito a Margot Arce de Vázquez, quien le reafirmó lo que le dijo Emilio: tenía que publicar el libro y no podía tardar. Así, las primeras ediciones de Eran ellos fueron en el ‘78 y ‘79 del siglo pasado.

Don Heriberto, que nunca ha cogido descanso de la lucha, volvió a reeditar el libro en el 2000, tras estar preso por desobediencia civil en la lucha por la salida de la marina de guerra de Estados Unidos de la isla de Vieques. En esa ocasión sus compañeros de lucha algo más jóvenes le decían: “Ahora tú vas a escribir un libro Eran ellos sobre nosotros, pero tienes que escribirlo en la cárcel federal”. Pues bien, el libro se público agregándole es última experiencia.

Sobre esta cuarta edición, el autor reflexiona que cuando estuvo preso escribía sin pensar que iba a publicar un libro, y que todo lo que está en el libro es realidad. Hay que tener presente que los nacionalistas que fueron encarcelados en la hoy desparecida prisión Oso Blanco estuvieron sometidos a condiciones paupérrimas. Narra don Heriberto que de todos los textos que escribió, logró sacar unos pocos por medio de unas Hermanas de la Caridad de la Milagrosa, quienes visitaban todos los sábados a Don Pedro Albizu Campos y a todos los demás presos nacionalistas. Los textos que sacó por medio de otras personas nunca aparecieron.

Además de Eran ellos, Marín Torres tiene otro libro sobre los hechos de la revolución en Jayuya que se titula Coabey el Valle Heroico. Sobre este libro expresa que tiene más para escribir, pero alude a sus dificultades con la tecnología, y señala hacia la computadora.

Uno de esos episodios –cuenta– es el de un grupo de seis jóvenes estudiantes de la escuela superior. En los momentos en que lo arrestaron junto a otros jóvenes nacionalistas, el 3 de noviembre del 50, cuando se declaró la república. Los llevaron a una farmacia y les quitaron la ropa bajo una intensa lluvia. Las jovencitas se enfrentaron a los oficiales de la guardia nacional e insistieron en que les permitieran ponerse las camisas y que les dieran comida. “Eso es algo que me impresionó y lo escribí hace poco como un recordatorio de este mes (se refiere a octubre), que no he querido pasar por alto. Sentía un compromiso, no de hacer un homenaje, sino de recalcar el valor de la mujer puertorriqueña”.

Viendo a la distancia, ¿qué reflexión hace sobre los acontecimientos del 1950?

“Creo que contrario a como dice un compañero de Ponce en el documental 1950, que ha sido un error, contrario a eso, yo creo que la resurrección o revolución tuvo unos efectos grandísimos en la historia de Puerto Rico. El mundo se dio cuenta que aquí había una colonia”.

El veterano nacionalista, quien desde temprana juventud es una de las personas que más cerca estuvo del líder Pedro Albizu Campos, reflexiona sobre la gesta del ‘50.

“Yo no digo que nosotros somos la conciencia, porque me parece que sería exagerado; pero en un momento dado, una sola persona puede ser la conciencia de la patria, y Don Pedro lo fue. Cuando a nosotros se nos prohibía la bandera a los 16 años, ya yo tenía una carpeta. El que seamos puertorriqueños, el que no nos hayan podido poner de rodillas, el que estemos todavía desafiando al imperio, sin miedo…”

En esa línea expresa su confianza en la juventud: “No me pueden hablar mal de la juventud porque la mayor parte de los compañeros que participamos en la revolución del 50 éramos jóvenes”.

¿Por qué en Jayuya?

“Don Pedro no tuvo oportunidad en su vida de poder compartir mucho con su pueblo. Cuando vino en la década del ‘20 y ‘30 fue cuando más pudo, pero ya le habían desaforado. Él vivía de la caridad de la gente. Y si don Pedro hubiese tenido la oportunidad de haber compartido en otros pueblos como compartió con nosotros en Jayuya, la cosa hubiese sido distinta. Pero no tuvo esa oportunidad”.

Añade que en aquel momento los medios de comunicación se limitaban al teléfono y el telégrafo, si no, a la comunicación personal. Debido a eventos inesperados, la revolución se tuvo que decidir en dos días, por lo que no hubo oportunidad de avisarles a todos los pueblos. Anota que del área oeste no participó nadie porque no se pudo avisar.

La publicación de sus libros ha provocado la agradable consecuencia de que a menudo don Heriberto es invitado a conversar ante diversos públicos, ocasiones que utiliza –dice– para hablar de Albizu Campos. Nos hace la siguiente aclaración:

“Te digo la verdad: cuando voy a un conversatorio, me gusta hablar del ser humano que era don Pedro. Al revolucionario lo tienes por ahí, el hombre que en la tribuna era un tigre; pero cuando tú llegabas a él, hablaba contigo. Era un ser extraordinario te trataba como si tú fueras una hija”.

Declara que Albizu “era un hombre increíble, era un hombre de paz. Por lo regular, la mayor parte de los libertadores de sus pueblos han sido hombres de paz que los han llevado a tener que usar las armas para proteger y defender a su pueblo, pero don Pedro era un gran admirador de Gandhi”.

Don Heriberto señala que en esta nueva edición de Eran ellos se presentan anécdotas relacionados con las mujeres nacionalistas participantes de la revolución, además de desmentir muchos de los mitos que se dicen sobre el maestro Albizu Campos:

“A mí me han preguntado qué es del bastón que usaba don Pedro, que le apretaba un botón y salía una espada. Eso hay gente que se lo cree. Me han preguntado otros que si don Pedro estaba desde Jayuya dirigiendo la revolución, y don Pedro estaba en San Juan… Alguien escribió que en la falda de los Tres Picachos hay una cueva enorme y que cuando don Pedro quería estar fuera de la vista de los policías se iba ahí y pasaba semanas en un catre en la cueva aquella”, expresa rechazando el que todos estos comentarios sean ciertos.

¿Cómo ve la lucha en la actualidad?

“Yo creo que este es un momento cumbre en nuestra lucha, si lo aprovechamos. Lo único que nosotros no hemos podido lograr es la unidad. Para mí cada independentista es un hermano mío y creo en todas las luchas”.

El veterano luchador nacionalista recalca la necesidad de la unión y que se dejen al margen las diferencias personales. Destaca la necesidad de la participación en todos los frentes de lucha.

Yo estuve en la revolución de 50, en la lucha por Vieques, voy a los piquetes contra la incineradora, a favor de los maestros, con los estudiantes. Me han invitado hablar en el MUS, MINH, el PIP, los jóvenes socialistas… Es tú poder decir tengo mi conciencia tranquila”.

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