Guernica en Gaza

Guernica, una de las obras maestras de Pablo Picasso, es desde su creación hace 86 años un símbolo y una denuncia de la brutalidad de la guerra. La ausencia de color, el uso deliberado del gris y el negro, las figuras humanas que claman. el hombre y el caballo despedazados, son algunas de las imágenes que utiliza el maestro español para dramatizar el terror y la angustia de la población civil cuando la guerra se centra en ella. Picasso, guiado por la indignación, pintó su gran lienzo en apenas seis semanas, entre mayo y junio de 1937.

La obra cimentó su poder simbólico en 1939 cuando fue exhibida en Estados Unidos mientras en Europa y Asia ya los ejércitos se movilizaban para lo que sería el conflicto bélico más sangriento de la historia humana. Pero no se trata solamente de un lienzo de gran simbolismo nacido de la creatividad de un buen artista, como tal vez sea El Grito de Edvard Munch. A diferencia de la obra icónica del pintor noruego, el Guernica de Picasso “se basa en hechos reales”, como se advierte al inicio de algunas películas. Existe un Guernica (o más bien existió, porque el de ahora es distinto a aquél) cuyo nombre no escribimos en cursiva porque no es una creación artística, sino un pueblo que quedó literalmente arrasado por las bombas y sus habitantes asesinados o heridos. Aquel acto de guerra -innecesario, cruel y malvado- es el que está reflejado en el lienzo de Picasso.

Fue en la mañana del 26 de abril de 1937, un lunes de mercado, cuando la pequeña ciudad de la campiña vasca fue destrozada por bombas explosivas e incendiarias lanzadas desde aviones de la Alemania nazi actuando al servicio del fascismo español. En Guernica no había tropas republicanas ni objetivo militar alguno, por lo que solo se trató de un acto de insensible brutalidad, deliberadamente dirigido a la población civil.

La denuncia que quiso hacer Picasso tras conocer los hechos quedó dramatizada en su lienzo, pero sus poderosas imágenes no conmovieron a quienes promueven y se benefician de las guerras. En los años posteriores a1937 Europa y Asia tuvieron muchos nuevos Guernicas, casi todos más grandes y brutales que el sufrido por los vascos. Luego, terminada la gran carnicería de la Segunda Guerra Mundial, siguieron ocurriendo Guernicas. Y ahora, cuando vivimos en la tercera década de un nuevo siglo, volvemos a verlos otra vez multiplicados en Gaza.

En 1937 la tragedia del pueblo vasco tardó en conocerse y fue gracias a los informes de un periodista británico que empezó a descorrerse el velo que escondía la barbarie. Ahora desde Gaza la comunicación instantánea nos trae un nuevo Guernica cada día. Edificios de vivienda vuelan en pedazos, igual que hace 86 años. y bajo los escombros yacen los cuerpos de miles de palestinos. Las escenas terribles de los niños vascos víctimas de la Legión Cóndor nazi no los vio el resto del mundo y sólo, igual que Picasso, pudieron imaginarlas. Ahora en Gaza las vemos desde nuestra cómoda butaca, sintiendo la misma indignación que el pintor malagueño.

En 1937, ante la tragedia de Guernica hubo protestas en algunas ciudades europeas. En el París donde vivía Picasso una manifestación recorrió las calles denunciando a los autores de la masacre. No obstante, los gobiernos de la llamada Europa “democrática” siguieron mirando con indiferencia hacia el conflicto español. Hitler y Mussolini estaban implicados a todo dar, ensayando en España la brutalidad que luego lanzarían contra sus otros vecinos, pero las “democracias”, aún después de Guernica, siguieron manteniendo la política cómplice de “no intervención” mientras los fascistas seguían matando. El caso de Gaza es peor. Aun cuando las democracias occidentales tampoco intervienen directamente en la guerra genocida, no están indiferentes. A pesar de la evidente brutalidad y a pesar de que pueden ver las mismas matanzas que todos vemos, siguen apoyando abiertamente a Israel y, peor aún, siguen suministrándole la ayuda militar y económica que alimenta la barbarie. En el caso europeo, solo el presidente español Pedro Sánchez ha llamado a detener la matanza, pero como el Jesús bíblico clamó en el desierto.

El comportamiento de Estados Unidos ante el genocidio en Gaza es mucho peor. En 1937 miraban la guerra de España como algo muy lejano, pretendiendo no dejarse arrastrar hacia los continuos conflictos europeos. Ahora, en cambio, es el principal patrocinador de Israel dándole dinero y armas para que siga matando. Hace unos días utilizaron su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir que se aprobara una moción llamando a un cese al fuego. Nótese que no se trataba de una condena a Israel, sino un tímido llamado a detener las hostilidades, pero ni eso estaban dispuestos a permitir. Son tan responsables del genocidio que se comete en Gaza como la Alemania nazi lo fue en Guernica.

En abril de 2022, en ocasión del Día Internacional de la Danza, bailarines del Ballet Nacional de España actuaron frente al Guernica de Picasso que cuelga en el Museo Reina Sofía de Madrid. Entonces la invasión rusa a Ucrania llevada dos meses y el acto, que juntaba la danza con la obra pictórica, quería denunciar la brutalidad de esa y de todas las guerras. Igual que el poderoso lienzo de Picasso, escenas como aquella nos conmueven, pero desafortunadamente a pesar de su intenso simbolismo no pueden detener las matanzas.

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