LA EDUCACIóN EN BETANCES

Hay una carta de Betances, fechada en Puerto Plata, el 25 de mayo de 1875, y dirgida a A C. A Fraser, cuyo tema explícito es la Educación. Betances comienza excusándose no poder cumplir con la invitación que Fraser le hiciera a “una fiesta de la escuela”. Y enseguida pasa a felicitarlo por esta ‘fiesta’. “No puedo menos que felicitar esta población, al encontrar establecida en ella una de las prácticas más antiguas, y aun subsistente en la libre Inglaterra”.1 En esta población, Puerto Plata, se celebra, pues, una fiesta de la escuela, y Betances felicita a esta población por esa iniciativa. Señala que es una práctica antigua de Inglaterra, y una práctica que todavía subsiste. Al mencionar a este país lo adjetiva “la libre Inglaterra”; el adjetivo “libre” es lo primero que nos llama la atención. En efecto, Betances, luchador incansable por la independencia y la libertad de Puerto Rico, Cuba, Haití y la República Dominicana, siente la necesidad de destacar el hecho de que Inglaterra es una nación “libre”. Así que tenemos dos cualidades notables que Betances señala sobre Inglaterra, el hecho de ser una nación libre y el hecho de haber instituido y mantenido una tradición de festejar la escuela, de hacer una “ fiesta de la escuela”. 

Ahora bien, ¿por qué Betances manifiesta este entusiasmo por la idea de celebrar una “fiesta de la escuela”? Es lo que nos explica inmediatamente después de la felicitación. “Es, en efecto, una fiesta de escuela, un hecho interesante no solo para los niños, sino también para los hombres, las familias; pues en ella se solemniza uno de los actos más honrosos de la humanidad: la educación de la infancia”. (IX: 620) En esta festividad escolar participa una comunidad y refleja amplia y profundamente un interés universal de la Humanidad. La comunidad a que se refiere es la comunidad asociada a la gran tarea educativa: los niños, sus padres, su familia. Esta fiesta no es solo para los niños es para la comunidad que está implicada en la educación de la infancia. Y de momento Betances da un salto cualitativo en su discurso epistolar y salta de una comunidad local a la Humanidad entera. La escuela de Puerto Plata rememora una práctica de la libre Inglaterra, y esa práctica educativa que une dos comunidades la dominicana y la inglesa, lleva Betances al principio fundamental válido no solo localmente, sino universalmente, un principio establecido por la Humanidad. Un principio establecido por la Humanidad y que honra a la Humanidad. Se trata del principio de educación de la infancia. Betances sabe, pues, remontarse de una circuntancia local hasta el principio universal que ilumina la importancia del hecho, su valor para el conjunto de la Humanidad. Pero Betances no se queda ahí, nos va a explicar por qué considera que ese hecho de una comunidad local tiene valor no solo como un hecho local, sino como realidad de la cual la Humanidad se ha hecho cargo y que precisamente por ello la honra. Betances sigue ubicándonos en la escuela y en el maestro que es quien nos trae ese beneficio honroso para la Humanidad. “Bajo los modestos auspicios del benéfico maestro comienza esta educación; y desde luego toma la escuela ese carácter de respetabilidad que nos obliga, durante toda la vida, a tributarle un homenaje incansable de gratitud”. (62) La educación de la infancia prosigue en la escuela por obra y gracia del maestro. Betances lo califica de “benéfico maestro”; es decir, de un ser humano que trae un bien a la comunidad y a la Humanidad; el maestro aporta un beneficio que honra a todos quienes participamos de ella y que honra a la Humanidad que creó esa institución. La comunidad de la escuela está formada por los niños, los maestros, las maestras y las familias que se ocupan de la educación de sus hijos. Ese beneficio del maestro y de la escuela es tan grande, tan importante que a ellos les debemos eterna gratitud. Betances señala como “carácter” de la escuela y del maestro “la respetabilidad”. Es decir, tanto el maestro como la escuela merecen nuestro más alto respeto. Ese respeto que merecen los maestros y la Escuela es tan importante que genera un deber, una obligación. El respeto a los educadores y a la institución que los acoge genera el deber de gratitud. Betances agrega que esa obligación de gratitud debe durar “toda la vida”. Es tan grande el beneficio de la educación que siempre debemos estar agradecidos con quienes desde la infancia nos iniciaron en la formación humana. Veremos que al final de la carta, Betances rinde homenaje de gratitud y admiración a los grandes maestros de la humanidad como Sócrates, Bolívar, Cristo, Washington. 

“Es que la escuela es el principio de la iniciación a
la vida modesta y laboriosa; es la base sólida del
vasto recinto en que se desarrolla con seguridad
una sociedad libre e ilustrada”.

A continuación, la carta de Betances explica los efectos beneficiosos que la educación trae para todos. “Es que la escuela es el principio de la iniciación a la vida modesta y laboriosa; es la base sólida del vasto recinto en que se desarrolla con seguridad una sociedad libre e ilustrada”. (62) La escuela nos inicia en la vida y en el trabajo; no en cualquier vida, sino en una vida sencilla, modesta pero laboriosa. Y a continuación el discurso betancino alza vuelo y se remonta a las alturas de sus más nobles y elevadas aspiraciones como ser humano, como pensador libre y, sobre todo, como líder de una nación que él y su pueblo aspira a ser una república democrática. La educación es necesaria para establecer una sociedad libre. Y con ello nos invita a evocar los principios del “ser humano libre” que bien enuncia en los “diez mandamientos del hombre libre”. El ser humano nace libre y somos iguales precisamente en cuanto nacemos libres. Ningún ser humano puede ser esclavo, porque todos nacemos libres e iguales. De modo que lo único que se corresponde con la connaturalidad de la libertad y la igualdad del ser humano es formar una sociedad libre. Dado esa connaturalidad de la libertad y la igualdad se sigue que no es posible aceptar el hecho de que exista la esclavitud, por eso el primero de “los mandamientos de los hombres libres” es la abolición de la esclavitud. Y la educación tiene esa sublime finalidad, guiarnos hacia una sociedad libre. Una sociedad libre, como explica enseguida, es una sociedad democrática. Notemos que junto a “sociedad libre” Betances agrega, “ilustrada”: sociedad libre e ilustrada. No cabe duda alguna del hecho de que Betances se formó en los valores de la revolución francesa que eran los ideales de la ilustración. La ilustración programa una sociedad que se emancipa de los moldes feudales cuya ideología era el catolicismo medieval. No en vano en los “mandamientos de los hombres libres” figura la libertad de cultos como uno de esos derechos de que debe gozar el ser humano libre. La sociedad democrática a que aspira Betances y a la cual la educación debe iniciarnos como finalidad suprema es una sociedad que goza de todos los derechos y todas las libertades. Betances enumera entre las libertades: la libertad de palabra, la libertad de cultos y la libertad de comercio.Y enuncia los siguientes derechos: derecho de votar todos los impuestos, derecho de reunión, derecho a portar armas, derecho a elegir nuestras autoridades. 

La sociedad ilustrada fomenta una sociedad donde la inteligencia, el pensamiento y la palabra gocen de libertad. En efecto, “la escuela es el primer rayo de luz que brilla sobre nuestra inteligencia, es la lámpara de Diógenes que busca el hombre, encuentra el niño, le guía y le hace hombre”. (62) Como se sabe la ilustración son “las luces”, las luces de la razón, como dice Betances, las luces de la inteligencia. Bolívar y su maestro Simón Rodríguez, siguiendo también los ideales de la Ilustración, hablaban de “luces y virtudes”. Betances habla de las “virtudes republicanas”, es decir, de las virtudes propias de una sociedad que se organiza en forma de república democrática. Es interesante notar que Betances no recurre solo a las luces modernas de la ilustración, sino que se remonta a las luces de la educación griega y, en específico, al filósofo cínico, Diógenes. La luz de Diógenes era solo una lámpara con la que buscaba “un hombre”. Pero Betances amplía la significación de la lámpara de Diógenes para llevar luz al niño; es la luz que puede y debe iluminar el camino que todos hemos de seguir desde la infancia hasta la adultez. Pero Betances no solo menciona al griego Diógenes, alude al mundo helénico al decir: “De la Grecia libre a la América Libre (63). Libre es el adjetivo que domina en el discurso betancino para referirse a la Educación en los países independientes y democráticos, y para ponerlos de paradigma de la nueva educación en los países antillanos que van en busca de su liberación nacional. 

La educación, continúa la carta de Betances, “es la salvación del pueblo, porque es la institución eminentemente democrática”. (63) La educación para una sociedad libre es lo mismo que la educación para una sociedad democrática. Democrática es una sociedad en que el “pueblo” se gobierna o por sí mismo o por medio de sus representantes. En una sociedad democrática la educación debe poder llegar hasta el pueblo. Nada hay tan favorable a las dictaduras y tiranías como la ignorancia. Betances lo afirma de modo explícito. El encuentro educacional “tiene la fortuna de no atemorizar gobierno alguno, si no es a los gobiernos tiránicos; y por este motivo debemos de precipitarnos, nuestros países, a levantar escollos por todos lados”. (63) La educación favorece la democracia y es un obstáculo contra la tiranía; por todos los rincones de los países es necesario crear escuelas porque ellas constituyen un ejercicio democrático y una muralla contra las tiranías. Donde haya al menos tres familias allí debe crearse una escuela. Muestra fehaciente de la contribución de la educación a la democracia es la ya mencionada Inglaterra y, agrega: “La escuela es la cuna donde se meció el Coloso Norteamericano, honra de Inglaterra, mientras la ignorancia tendía sobre nosotros el velo oscuro del Sistema colonial, verguenza de la España”. (63) Betances contrapone el colonialismo español hegemónico en Nuestra América que esparce la ignorancia como un velo que la cubre a diferencia de los pueblos y las naciones democráticas que promueven la educación y preparan al pueblo para participar en la vida pública. Hay, pues, un sistema oposicional en el discurso betancino: democracias vs. colonialismo; educación para la libertad vs. colonialismo de las mentes mediante la ignorancia. 

Hay el maestro humilde, sencillo trabajador en la obra pedagógica; pero hay también los grandes maestros de la Humanidad, los sabios. “La escuela es el refugio y la potencia del sabio y los espíritus más elevados se ennoblecen con el título humilde de maestros”. (63) En la Grecia libre vivió y enseñó un gran maestro, Sócrates; maestro que va por las calles y foros de Atenas y que dialoga con jóvenes y adultos. “Maestro fue Sócrates y el Cristo le llamaron maestro”. (53) Betances nos muestra paradigmas educativos de naciones diferentes del mundo, Jesús en Israel, Sócrates y Diógenes en Grecia, y, en otro plano de maestría Bolívar en Nuestra América y Washington en el coloso del Norte. ¿Cuál es ese otro plano de la educación? Lo explicita el mismo Betances al decir: “Bolívar y Washington han sido nuestros maestros en la escuela de la independencia y de la libertad”. (63) Veíamos al inicio de esta carta que analizamos, que Betances da un salto cualitativo desde la comunidad dominicana en el pueblo de Puerto Plata hasta la universalidad de la Humanidad; lo mismo sucede en este pasaje recién citado: salta de la labor educativa del humilde maestro de escuela en cada rincón de los países hasta los maestros de la humanidad que aún desde algún cronotopo determinado logra alzar vuelo para inspirar a muchísimos otros pueblos y seres humanos individuales. Dos grupos diferentes menciona Betances en estos maestros de la Humanidad. Los sabios como tales: Sócrates, Diógenes, Jesús. Este primer grupo tiene importancia educativa universal. El segundo grupo de maestros que menciona Betances tiene una significación política explícita, pues son “nuestros maestros en la independencia y en la libertad”. Y lo dice con toda justeza. Washington fue un gran líder en la independencia de Estados Unidos con respecto a Inglaterra. Bolívar fue el paradigma más citado por Betances como líder de la independecia de cinco naciones latinoamericanas. Al igual que Hostos, Betances dedica páginas sublimes al Libertador, como lo hace también con Alejandro Petión de Haití, Martí de Cuba y Máximo Gómez y Luperón de la República Dominicana. Pero la referencia a una educación para la soberanía no termina ahí; Betances extrae las consecuencias de su análisis de los grandes maestros de la educación al hacer valer sus valoraciones para los países de las Antillas aún en busca de su liberación nacional. “Tener escuelas es ser dignos de esa libertad y de esa independencia, propagar escuelas en las Antillas es salvar a las Antillas”. (63) No es suficiente el elogio de los maestros universales sea por su sabiduría sea por su obra en pro de la soberanía de los pueblos; no basta el elogio, es necesario pasar del elogio a la acción educativa que fomente una educación para la libertad; es necesario pasar del paradigma a su realización en la praxis pedagógica. Claro, no es suficiente sembrar escuelas, Don Pedro Albizu Campos, en la línea paradigmática betancina se pregunta: “Al Sistema educativo hay que formularle algunas preguntas ¿para qué educamos a la niñez puertorriqueña? Para que sean hombres de conciencia libres o esclavos coloniales? No basta sembrar escuelas por doquier. La escuela lo mismo puede servir para construir que para destruir”. 2

La carta de Betances concluye diciendo: “Honra pues a los hijos de la nación que recorre los mares, bandera desplegada, llevando luz por el mundo entero; a la grande a la noble civilización madre Inglaterra. Felicitémonos de imitarla, y del seno del mar Caribe podrá salir algún día la Patria Antillana digna de la portentosa Albión”. (63) Recordemos que Betances se está dirigiendo al inglés que organiza la “fiesta de la escuela” y que es el motivo concreto de la carta. En realidad podemos considerer esta carta de Betances como su verdadero manifiesto educativo. Felicitando al organizador de la “fiesta de la escuela”, Betances aprovecha la oportunidad para delinear con mano maestro sus principios eductaivos: educación para una sociedad libre y democrática que contribuya de descolonizar las mentes de los niños y los jóvenes y que nos guíe por el camino de la liberación nacional. Todos los paradigmas educativos que Betances evoca son los de sociedades libres y democráticas y modelos de seres humanos que se han comprometido con la sabiduría universal y la soberanía de los pueblos. 

NOTAS

1 Ramón Emeterio Betances, Obras completas, San Juan, Zoomideal, 2017, vol. X, p. 62. (Edición a cargo de Félix Ojeda Reyes  y Paul Estrade). 

2 Pedro Albizu Campos, Obras, I, Río Piedras, Editorial Jalope, 1975, p. 157. 

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