La fraternidad humana en la Casa Común

Especial para En Rojo

La Organización de las Naciones Unidas consagra el 11 de julio como «día mundial de la población».  Actualmente, somos casi ocho mil millones de personas en el mundo. El planeta Tierra dispondría de recursos necesarios para alimentar y mantener la vida de 11.000 millones. Sin embargo, esto no será posible si la generación actual se comporta de forma irresponsable y egoísta en el uso del agua, de los alimentos y de los bienes comunes.

Con este «día mundial de la población», la ONU quiere llamar la atención de la humanidad sobre la urgencia de una planificación más cuidadosa para favorecer la vida de todos y un mayor cuidado del planeta, para que la tierra no se vuelva inhabitable. Cada año, la población registra un aumento de más o menos 75 millones de personas. Es escandaloso saber que, mientras en Japón, Suecia y otros países ricos, la media de vida es de 80 años, en algunos países africanos, como Zambia y Zimbabue, se considera feliz a quien llega a los 35.

En medio de la pandemia, las desigualdades sociales se han multiplicado, los más ricos han triplicado sus ganancias y muchos gobiernos han aumentado el gasto en armamento.

Con el calentamiento global y la destrucción causada por la sociedad capitalista en la naturaleza, la temperatura en la superficie del planeta y en su atmósfera ha cambiado. Hemos entrado en una nueva era geológica. Científicos de varios países han estudiado la cantidad de energía o calor que entra en la atmósfera. Esta energía se acumula en los depósitos del planeta, como océanos, glaciares y en el propio suelo terrestre. El calor acumulado allí equivale a 0,58 W/m2, o sea, semejante al causado por la explosión de 400.000 bombas atómicas. Ante esta realidad, es urgente que la sociedad civil se organice más y presione a los gobiernos y a las empresas para que asuman su responsabilidad de cara al futuro. En el Día Mundial de la Población, es importante reflexionar sobre el tipo de mundo que daremos a los hijos de nuestros hijos y nietos. No se puede comprender que cuando la ciencia permite una vida más prolongada y la sociedad alcanza medios de comunicación cada vez más veloces, la sociedad se haga siempre más insensible al sufrimiento de los pobres y de los otros seres vivos.

El Papa Francisco ha instado a toda la humanidad a crear una nueva conciencia ecológica y a retomar la propuesta de la fraternidad humana. En la encíclica Fratelli Tutti, nos invita: «Soñemos con ser una sola humanidad, caminantes de una misma carne humana, hijos de esta tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, pero todos hermanos» (FT 8).

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