La mística de la alegría en medio de la lucha

Especial para En Rojo

Actualmente, en medio a todos los sufrimientos y problemas que atravesamos, uno de los signos más importantes de que hemos asumido una espiritualidad liberadora es cultivar la opción de la alegría, incluso como antídoto para curar los dolores de cada día.

Las personas pueden tener un temperamento naturalmente alegre, o sentir más dificultades para reír o encontrar gracia en las cosas sencillas de la vida. Lo importante es que, de cualquier manera, todos puedan resistir la tristeza y reencontrar fuerzas para mantener la alegría como opción de fe que sea ligada a alguna tradición religiosa o no. Hasta biológicamente, cuando nos abrimos a la risa y a la alegría la circulación sanguínea y la renovación de las células se hacen más sanas y promisoras.

La alegría como fuerza mística ha sido cultivada por líderes espirituales y por personas que quieren cambiar el mundo. Este tipo de alegría no puede confundirse con el placer o el optimismo fácil. Es opción de vida, motivada por la confianza de que incluso en medio del dolor y la lucha, si mantenemos el amor y la fuerza de la comunicación, tendremos alegría y más grande resistencia comunitaria.

Quien ya estuvo en alguno de los países más pobres de África sabe que incluso cuando la gente sale a la calle a protestar, lo hace bailando y jugando. Para las culturas originarias, la alegría es un don divino como fuerza de resistencia. Lo mismo sucede en campamentos internacionales de migrantes y refugiados sin techo, los jóvenes promueven danzas y juegos para mantener la salud comunitaria y la resistencia en la lucha.

Según la Biblia, en el siglo VI antes de Cristo, cuando los cautivos judíos regresaron de Babilonia, comenzaron a reconstruir Jerusalén y el templo. Los sacerdotes reunieron a la multitud y leyeron a todos el libro de la alianza de Dios. La gente comenzó a llorar y a golpearse el pecho. El gobernador Nehemías, que coordinaba aquella reunión, dijo al pueblo: «No lloréis. Que cada uno vuelva a su casa. Comed bien y celebrad, porque la alegría de Dios es nuestra fuerza» (Neh 8,10).

El Cristianismo consiste en la alegría de la salvación. El papa Francisco lamenta que aún haya cristianos que viven una Cuaresma sin Pascua (Evangelii Gaudium 6). Es cada vez más importante resistir a la tentación del desanimo con la fuerza de la alegría como mística comunitaria. Según el evangelio, durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos y discípulas: «Os he dicho esto para que tengáis mi alegría y para que vuestra alegría sea perfecta» (Juan 15,11).

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